Los “Beekeepers” son un programa especial fuera de toda cadena de mando. Un “Beekeeper” trabaja sin piedad durante las circunstancias más extremas de emergencia nacional. Adam Clay (Jason Statham), un Beekeeper retirado, es arrastrado a reactivarse de manera rebelde ante un hecho de violencia personal. Su venganza destapa una conspiración en los niveles más altos del gobierno.
David Ayer, de profesión acción
David Ayer es hoy un reconocido director, productor y guionista atado al género de acción. Su nombre sigue siendo tendencia por todo lo sucedido con Escuadrón Suicida (Suicide Squad, 2016), pero también nos ha regalado películas como El Sabotaje (Sabotage, 2014) con nombres como Arnold Schwarzenegger, Sam Worthington, Joe Manganiello y Josh “Sawyer” Holloway, o su apuesta para Netflix llamada Bright (2017) con Will Smith. Sus historias recorren grandes héroes que se quedan enfrascados en una conspiración.
Luego de irse a lugares más oscuros con The Tax Collector (2020), Ayer recupera un poco el tono de acción menos sombría con Beekeeper: Sentencia de muerte (The Beekeeper) con un héroe de acción moderno como es Jason Statham y una estructura muy similar al éxito de Keanu Reeves, John Wick.
Un grupo entre las sombras
La película comienza como sucede habitualmente: nuestro protagonista (Adam Clay) vive alquilando una habitación en un caserón habitado por una mujer solitaria llamada Eloise Parker (Phylicia Rashad). Disfruta manteniendo a sus abejas y haciendo miel, parece estar entrenado pero prefiere mantenerse al margen. Pero todo eso cambia cuando Eloise cae en una estafa digital y todo su dinero es robado, haciendo que su vecino reaccione.
En un principio Adam es marcado como responsable, pero luego la oficial del FBI e hija de la damnificada Verona Parker (Emmy Raver-Lampman) lo exonera. Con culpa y bronca, Clay descubre el lugar desde donde se llevó a cabo la estafa y descubre que todo es más grande de lo que creía.
Beekeeper: Sentencia de muerte es una típica película de acción y venganza. El diferencial está en la “nueva” figura del héroe de acción en solitario que forma parte de un “grupo especial” que vive bajo nuestras narices. Como si fuesen los asesinos en John Wick, aquí descubrimos que el protagonista fue un Cuidador de Abejas, un tipo de agente especial fuera de todo radar que se encargó de diversas misiones en el oscurantismo total.
Así, mientras la trama avanza, descubrimos no solo la conspiración sino también el universo de estos Beekeepers.
El desafío de ir segundo
David Ayer sabe dirigir, las escenas de acción están bien desarrolladas y se sienten precisas. Jason Statham ya está super establecido como un héroe por derecho propio y su carisma sigue intacto. Sin embargo, el mayor problema de Beekeeper: Sentencia de muerte es la necesidad de condensar todo lo que John Wick logró en cuatro películas, en un solo largometraje.
Mientras que en los primeros dos actos se va drenando la información sobre el pasado del protagonista y su organización escondida, en el tercer acto todo vuela por los aires y somos testigos de un inverosímil espectáculo de luchas, armas y sinsentido. Porque en el cine las reglas se construyen, podemos creer que un hombre puede volar o podemos entender que Keanu Reeves logre encargarse él solo de veinte asesinos dentro de una casa, pero eso se fue tejiendo a fuego lento y a fuerza de ir plantando las bases de esas reglas.
Aquí todo parece acelerado, y lo que arrancó como un héroe solitario se termina convirtiendo en una suerte de Rápidos y Furiosos (en sus últimas iteraciones) donde el protagonista se encarga de todo solo, que nadie le dispara ni actúa ante su presencia. Y llegando al tercer acto nos enteramos que las fuerzas en su contra son MUCHAS.
Antagonista de peso se busca
Y también la falta de un contrapeso. Beekeeper: Sentencia de muerte mientras muestra a Jason repartiendo golpes, hilvana en el fondo una trama de conspiración que involucra compañías fantasmas, algoritmos, CIA y altas esferas del gobierno. En algún punto, y de la manera en que se cierra el tercer acto, parecen ser dos escenarios no plausibles de convivir.
O dejamos a nuestro protagonista vengándose a golpe y arma, o tejemos una conspiración compleja y adulta. Pero al trabajar el guión de manera tan liviana todo se siente plástico y arbitrario. Si una de las personas más poderosas del mundo está buscando a una persona a sabiendas que está en riesgo su vida, ¿podría Jason Statham / Dwayne Johnson / Tom Cruise / Arnold Schwarzenegger o cualquier otro acercarse un poco? Difícil, salvo que se construya.
Beekeeper: Sentencia de muerte igual es divertida. Es una película de acción que pone el foco en el carisma de su protagonista, pero falla en apresurar la construcción de un verosímil que se ve interesante y que podría crear una nueva franquicia. Con el historial a cuestas, no sería raro que David Ayer se haya encontrado con dificultades a nivel decisiones de producción; entre el primer y segundo acto, y el tercer acto, parece haber una contradicción que la muestra como dos películas diferentes dirigidas por personalidades antagónicas. El tiempo lo dirá.