En el feliz reino de Rosas todo es felicidad, la gente vive bien, su rey llamado Magnífico (Chris Pine) hace años convirtió el lugar en un centro de crecimiento y alegría, y todos los meses somos testigos de una ceremonia, donde el monarca concede un deseo a una persona. Asha (Ariana DeBose) quiere ser la ayudante del rey y así lograr que su abuelo consiga su sueño, pero descubre una verdad incómoda detrás de la figura de autoridad, a la vez que una Estrella baja del cielo para cumplir sus deseos.
Un festejo centenario
El estreno de Wish: El Poder de los Deseos es la celebración de los 100 años de Disney. Todo comenzó en 2018, cuando la coguionista y productora ejecutiva Jennifer Lee fue nombrada directora creativa de Walt Disney Animation Studios e inició conversaciones con el coguionista y codirector Chris Buck (director de las dos Frozen) sobre si debía ser la cinta que honrase el centenario del estudio. Ya que las películas animadas llevan su tiempo, comenzaron la investigación y surgió Wish.
Así que la idea fue basarse en el concepto de los deseos, como norte hacia donde mirar. Luego decidieron poner en la mezcla personajes icónicos de la casa matriz, a veces de manera obvia y otras muy solapadas. También incluyeron cuestiones de la vida real de Walt Disney y su historia personal. Y para sazonar el resultado final: una estética que mezcla la animación 3D con texturas acuareladas en 2D que unen el pasado con el futuro.
Asha en el mundo de Rosas
Estamos ante una estructura clásica: una protagonista que sufre y es ayudada por una fuerza mágica superior, un villano demasiado malo que hacia el final enloquece de poder, un grupo de personajes secundarios que aportan el alivio cómico y las explicaciones de la trama, y temas musicales.
Asha no es la típica princesa de Disney, ella quiere llegar a lo más alto del escalafón del reino para cumplir el sueño de su abuelo. Porque en este mundo, cada habitante debe entregarle su sueño al rey, sin que nadie sepa cuál es (como cuando soplamos las velas en la torta de cumpleaños) y este se queda con él hasta que decida cumplirlo. ¿Cómo se corona la estafa piramidal perfecta? Una vez que la persona entrega el sueño se olvida de cuál era. La razón por la que el pueblo sigue viviendo felizmente se explica por el constante crecimiento del reino (al principio vemos como el turismo se conecta con la idea de Rosas) y con el control medido de Magnífico.
Pero cuando la verdad sale a la luz y el vendaje en los ojos se retira ya no hay vuelta atrás. Así que cuando Asha descubre que el rey acumula todos los deseos en su castillo sin posibilidad de cumplirlos todos, ella comienza a hacer(se) preguntas incómodas. Por supuesto que esto lleva al rechazo y odio por parte del monarca, y a una persecución a su familia que el pueblo permite, al estar ciego ante el populismo monárquico de Magnífico. Pero la llegada de una Estrella (una increíble pieza de Marketing y oportunidad de merchandising) capaz de cumplir deseos inclina la balanza del lado de nuestra heroína.
Un mundo mágico
Wish: El Poder de los Deseos tiene todos los elementos mágicos de la casa del ratón: canciones de carácter musical (que buscan tocar fibras similares a las de Frozen), animales queribles con capacidad de hablar, un castillo único y maravilloso y enfrentamientos con luces de colores azules y verdes.
Las referencias al mundo de Disney son incontables: desde la banda que acompaña a la protagonista (que son siete, como los enanitos), los deseos de una varita mágica de un hada madrina, Peter Pan, los animales charlatanes de Zootopia, un villano que maneja energía verde. Todo es una suerte de metaverso indefinido que naufraga entre ser diegético o simplemente referenciado. Porque mientras algunos elementos se dejan entrever de manera inteligente y moderada, de repente aparece un personaje vestido como Peter Pan al que llaman por ese nombre. Allí nos encontramos con una encrucijada en no saber si esto responde a una suerte de multiverso o a una apatía despreocupada.
No obstante, cuando el grifo mágico se abre es cuando más espectacular se vuelve el escenario, lamentablemente eso no siempre acompaña desde lo efectivo.
La resistencia juvenil musicalizada
Lo que propone la película es volver con la agenda de “fight the power”, o el “stick to the man” de Escuela de Rock (más el musical que la película de Jack Black). La idea de un centro de poder indestructible que solo es falible a través de representantes de la nueva generación que lo sacarán de su sillón a canto pelado. Las canciones y su música, con conexiones estructurales a Frozen pero con menos destino de clásicos, tienen un arraigo más profundo al teatro musical que al formato canción. Y aparecen en momentos para definir un nodo de la estructura narrativa, no se sienten como consecuencia de lo que se cuenta.
Pero en esa rebeldía también hay un confort, una suerte de “si ellos pueden, yo también” que siempre pregonó Disney y que podría haber sido más efectivo si no sufriese tantos problemas estructurales. El protagonista parece ser el villano, uno que recién se pasa al bando oscuro a mitad de película pero en todos los trailers ya lo ponen en ese lugar quitando la sorpresa; la función de la Estrella no es del todo clara, puede hacer hablar a los animales y a las plantas, pero luego se convierte en objeto de deseo del villano como fuente de energía y nada más; algunos personajes secundarios toman decisiones arbitrarias y fuera de su verosímil para generar una sorpresa, pero termina sintiéndose extraño.
Y a pesar de los intentos, siguen poniendo a las mujeres fuertes como “esposa objeto”. Lo de la reina es un caso paradigmático: es uno de los personajes que más cambios produce, es la que posibilita que todo se resuelva y sin embargo siempre está a la sombra. Lo mismo sucede con el abuelo de Asha, que nos hace sentir que en la ancianidad solo nos resta esperar que alguien más joven nos rescate.
Wish: El Poder de los Deseos podría haber sido una película más redonda si no hubiesen forzado tanto el “Aniversario de los 100 años de Disney” hasta límites que lastiman la historia y su razón de ser. A pesar de su coyuntura tiene destino de ser olvidable en el futuro.