Samidha (Megan Suri) hace tiempo que quiere olvidar sus raíces, su ascendencia hindú la hace sentir encorsetada en una sociedad estadounidense que la mira con mala cara. Tras adoptar el inglés como lengua principal, decide alejarse de su mejor amiga de la infancia Tamira (Mohana Krishnan), que se volvió taciturna y extraña. Luego de rechazar el pedido de ayuda de Tamira, Sam libera a un demonio y comienza a ser la nueva presa de esta entidad.
El terror en otras narrativas
No lo abras (It Lives Inside) es una coproducción entre Estados Unidos y Canadá, pero desde su perspectiva diegética basa su narrativa en el choque cultural entre América del Norte y la India. No es tan común encontrar estos ejemplos, por lo que siempre se vuelven un faro a donde ir a buscar algo diferente.
En este caso, nos encontramos con una película dirigida por Bishal Dutta (que también oficia de coguionista), un director sin demasiados pergaminos más allá de cortometrajes y series televisivas. Y esto es lo que más se resiente en este producto.
A nivel guion, se desprenden ciertas búsquedas concentradas en darle verosimilitud al choque entre culturas, poniendo el acento en cuestiones estéticas y de información, pero sin llegar a ser panfletario. El problema aparece en el aspecto audiovisual: No lo abras es chata, la cámara es aséptica y la falta de conocimiento en la puesta deriva en malos resultados en los sustos.
Personajes potentes
El personaje de Samidha (Sam) tiene claras sus intenciones y sus búsquedas. Se la ve resuelta y empoderada, a pesar de tener la presión familiar detrás todo el tiempo. Porque claro, sus padres que tuvieron que emigrar entienden el desarraigo de una manera diferente a la de ella. Desde el guion, la película permite que esa dinámica cambie hacia el final, demostrando a la protagonista que ella y su madre no son tan diferentes.
Lo mismo ocurre con el monstruo. Su presencia poderosa yace en su capacidad para esconderse. Como si fuese una suerte de “Depredador”, se vuelve invisible y juega con sus víctimas desde la desesperación que genera sentirse como una presa, sin que nadie crea lo que está sucediendo. Cuando ataca es un animal salvaje, no hay raciocinio, no hay estrategia, es todo matar y sobrevivir.
Y el séquito de personajes secundarios también juegan un rol relevante, a pesar de sufrir una parte de las maldiciones de esta entidad: quien ayude a la protagonista, será víctima de los peores ataques.
CSI Paranormal
No lo abras pasa gran parte de su metraje investigando qué sucedió con la familia asesinada que inició la maldición. Sam entiende que allí deben haber pruebas y elementos que la ayuden a enfrentarse al monstruo, lo que la enfrenta (y la une) a sus raíces hindúes de manera subterránea aunque no lo sepa. Afortunadamente, no hay personajes declamativos que expliquen la trama de manera simplista, los elementos y las pistas van apareciendo a medida que salen a buscar esas respuestas.
Esto lleva a una primera mitad bastante lenta y hasta aburrida, en la que nos cuesta empatizar con la protagonista, a medida que nos vamos introduciendo en el espiral que va enloqueciéndola. La apuesta desde el guion podría ser interesante, pero ante la falta de inventiva y pericia realizativa, se siente estirado y poco efectivo.
De la mitad hacia adelante, cuando todos los personajes están en el campo de juego, se vuelve más divertida e interesante. Nuestra atención crece de manera directamente proporcional a la reconexión de Samidha con sus fuentes, lo que parece ser la búsqueda principal. La preparación y el enfrentamiento con la entidad oscura (con un buen efecto prostético) coronan una experiencia correcta.
No lo abras parece un experimento cultural para contar narrativas foráneas en territorio estadounidense, desde sus raíces puede resultar colorido y entretenido, pero ante la falta de sabiduría realizativa todo se siente como con gusto a poco. Solo queda volver a encerrar al monstruo en una vasija y continuar nuestra vida habiendo olvidado todo esto.