Con más de 2.1 billones de personas, LEGO Fortnite está representando el pico de jugadores más alto desde que Epic creó este exitoso título. La presencia de LEGO no sólo le da un dinamismo nuevo a la marca -y le permite hacer un videojuego que es más parecido a Minecraft que a Fortnite-, sino que también le da la posibilidad a la marca de juguetes de apropiarse de uno de los videojuegos más rentables de la historia para vender millones. Ni hablar de los cosméticos que pueden promocionar en conjunto, como los recientemente agregados LEGO de Las Tortugas Ninja.
Esta introducción al universo de Epic no es más que una actualización de la estrategia que viene funcionando desde mediados de los 90s y que le fue beneficiosa con obras como LEGO Star Wars, LEGO Indiana Jones o LEGO Harry Potter. Si bien es una de las empresas que mejor supo aprovechar esta convergencia entre sus juguetes y videojuegos, en la actualidad hay varias marcas que plantean estrategias similares.
Funko Pop!, una de las marcas más masivas en cuanto a juguetes y coleccionables de los últimos diez años, se encuentra atravesando una de las crisis más fuerte de su historia donde incluso tuvieron que quemar stock por el sobrante que tenían. Sin embargo, serán discípulos de la estrategia LEGO ya que en 2024 lanzarán Funko Fusion, un título para todas las plataformas sobre el universo de estos carismáticos juguetes.
La estrategia es clara: aprovechar los cientos de contratos que tienen con derechos de personajes y personalidades de la cultura popular, y explotar el momento de los videojuegos para tratar de generar más ganancias en el negocio. Ni hablar de la expansión que puede darle a Funko esto para conseguir más licencias. Sin dudas, Funko Fusion y LEGO Fortnite serán en 2024 los principales estandartes que definirán el rol de los juguetes dentro de los videojuegos.
Otras empresas apuntan a la táctica inversa: convertir a sus videojuegos en juguetes.
Pero sin duda el mayor caso de éxito en este ámbito es Nintendo con sus amiibo: fieles representaciones de sus personajes que, al conseguirlos, se apoyan en cualquier consola de Nintendo para conseguir objetos en los distintos títulos. Son juguetes, pero también figuras coleccionables, y eso hizo que los amiibo sean no solo un agregado sino una parte integral de la estrategia comercial de Nintendo a lo largo y ancho del mundo.
Otras marcas, lejos de iniciar sus propios proyectos en el mundo del gaming pero con las mismas ganas de aprovecharse de su público, deciden tener diversas colaboraciones que beneficien la imagen para terminar, por supuesto, vendiendo más unidades. Ese es el caso de Hot Wheels.
La marca por excelencia de autos de juguete salió el año pasado con un DLC para uno de los videojuegos de autos más exitosos del presente: Forza Horizon 5. Un gran agregado, a un gran juego, que dejó contento tanto a crítica como a fanáticos. Opinión pública asegurada, visibilización para la marca y a vender. En una época donde las colaboraciones se encuentran como situaciones recurrentes dentro de este universo, podrían ser una puerta extensa para marcas de juguetes que no quieren meterse de lleno en la industria y desarrollar sus propias propiedades digitales.
La relación entre juguetes y videojuegos está lejos de terminarse y gana importancia el espacio que puede representar frente a nuevos públicos. Es de esperar que con grandes blockbusters como los de LEGO con DC Comics, las propias figuras de acción de los superhéroes en auge y otros tantos productos de la meca del juguete, haya muchas más relaciones de estas dos industrias en los próximos años.