En Polonia, un grupo de cinco amigos decidió fundar una empresa de videojuegos bajo el nombre de Eremite Games y así lanzar Against the Storm, un excelente juego de construcción de ciudades para cerrar el 2023 con broche de oro. Fantasía oscura, un diseño impecable y una mecánica de juego adictiva son algunas de las numerosas características que lo convierten en una tormenta perfecta.
En 2022 tuvieron un exitosísimo lanzamiento anticipado que se llevó los laureles de la crítica y los aplausos de los jugadores para culminar en este 8 de diciembre con el lanzamiento de su versión 1.0, que nos ofrece una experiencia completa y para nada rudimentaria de lo que un estudio independiente puede ofrecer a la industria. La frescura de una propuesta que tiene alma propia e identidad, que reposa sobre dos géneros a veces explotados hasta el hartazgo pero aun así con mucho para ofrecer.
Si hablamos de juegos de construcción de ciudades, automáticamente pensamos en Cities: Skyline o SimCity, entre otros. Pero si agregamos condimentos de supervivencia tendremos un plato de sabores complejos, donde las chances del fracaso se incrementan a la hora de jugar. No es tan simple como solo hacer crecer una civilización y mejorar sus herramientas, debemos luchar contra factores externos que atentan con todo nuestro avance. Against the Storm es un city-builder pero también un roguelite, un género muy popular en los tiempos que corren, que tiene como factor característico la dinámica de que en cada partida que juguemos (y perdamos), vamos incorporando mejoras que quedan para siempre. Es decir, por más que comencemos de cero con una colonia, tendremos algunos elementos ya activos en nuestra campaña que ganamos anteriormente. Lo efímero en el juego se hace presente y la derrota es un factor que eventualmente termina llevando a la victoria.
Against the Storm es un juego que toma dos géneros y los combina a la perfección; es un híbrido que tiene sentido y brinda una experiencia altamente satisfactoria. En un año plagado de lanzamientos, muchas veces es difícil sorprenderse con alguna propuesta o incluso sentir esa necesidad de continuar jugando. Ese sentimiento tan familiar de irse a dormir pero quedarse un rato pensando estrategias para el día siguiente, aunque ya estés cansado y el cuerpo no de más. Eso genera este título. Sin dudas, es algo para remarcar: no todo lanzamiento puede generar eso, mucho menos cuando se lo está evaluando para una reseña donde el factor lúdico termina quedando relegado al análisis más pragmático. Pero la gente de Eremite Games patea el tablero y te devuelve las ganas de jugar gracias a una gran idea, excelentemente ejecutada.
Este juego ocurre en un territorio azotado por una misteriosa tormenta que acabó con el mundo que conocíamos. Solo queda en pie el último bastión de la humanidad, la Ciudad Ardiente, con una Reina poco benevolente que cumple una función clave en nuestra jugabilidad al impacientarse si nuestro desempeño no cumple con sus expectativas. La misión principal es actuar como virreyes con el deber de acatar las órdenes de nuestra mandataria y fundar pequeños asentamientos con un grupo de pobladores.
Estos asentamientos tienen misiones aleatorias para cumplir en pos de servir de utilidad para la ciudadela, a la vez que descubrimos territorios de un extenso mapamundi. Para llegar al éxito en cada partida, nuestro modesto asentamiento depende de dos barras que se irán llenando a medida que transcurra el tiempo. La que nos favorecerá se llama “Reputación” y, como su nombre lo indica, es aquella que establece cuan bien nos desempeñamos en cumplir con entregas generadas aleatoriamente durante los minutos que duran las partidas. Pero, también tendremos una barra para perjudicarnos, que se relaciona directamente con nuestra gobernante, donde se sumarán puntos de “Impaciencia” si el tiempo transcurre y no cumplimos con sus caprichos.
Diversos factores pueden hacernos perder la partida ya que se trata de un juego de supervivencia: pueden ser las inclemencias del tiempo, la mala administración de recursos por nuestra parte o un territorio hostil del cual no logramos sacar el mayor fruto. Cual sea el motivo que nos retrase en cumplir con nuestra misión de satisfacer las necesidades de la Reina, será nuestra sentencia para el campamento. Pero no nuestra muerte, ya que el juego se trata de crear estos asentamientos, subir de nivel y tener pequeñas victorias antes de ser azotados por uno de los ciclos de la Tempestad que reinicia los biomas del mundo y se lleva todo a su paso. Todo lo que construimos deja de existir como tal y solo quedará en pie la Ciudad Ardiente para volver a comenzar. Es decir, la rejugabilidad constante y el progreso no solo se ven plasmados en los diversos asentamientos que vamos a construir en el tiempo, sino también en un tablero que está condenado a reiniciarse a lo largo de nuestro juego.
El mayor desafío es poder ganar estos puntos de Reputación, acompañados con la experiencia para subir de nivel, en un ambiente totalmente hostil que se genera de manera aleatoria. Por lo que no sabremos cómo afrontar cada asentamiento hasta que decidamos en qué casillero ponerlo. Allí nos encontraremos con recursos específicos para cada bioma, con sus beneficios y consecuencias, pero que nos invitan a repensar nuestras estrategias. Muchas veces sucederá que tengamos que abandonar una colonia y empezar de cero, porque las condiciones son insuperables con las herramientas que tenemos en ese momento. En todo juego de construcción de ciudades hay que encontrar el camino para mantener a todos nuestro pobladores contentos supliendo sus necesidades a la vez que crecemos a nivel habitacional, pero en Against the Storm todo es mucho más complejo gracias al factor de lo “aleatorio”, este elemento fundacional del género roguelite donde debemos aprender a improvisar con los recursos que tenemos y lo que el juego dispone ante nosotros. Hay una cierta belleza reconfortante en su jugabilidad que solo la puede brindar a través del orden que logremos establecer dentro de un caos incontrolable.
Luego de un par de tutoriales que enseñan de una manera muy clara las bases del juego, se nos expande este mapamundi ya mencionado que contiene casilleros alrededor de la Ciudad Ardiente con diferentes biomas para recorrer e intentar llegar a lugares marcados como “puntos de interés” que pueden ofrecer desde un evento en el mapa a un nuevo modificador que se suma a la partida. Pero más importante aún es poder encontrar los “Sellos Ancestrales” dispersos por el mapa. Estos dispositivos de una civilización pasada se cree que están en estrecha relación con los ciclos de la Tempestad, como una especie de fuerza capaz de mantener a raya la potencia de este suceso inevitable. Con el tiempo, su poder menguó y se encuentran casi obsoletos, por lo que se suma como tarea inevitable dirigirse a su encuentro para ayudar, con su magia antigua, en la protección de la Reina y su territorio. A todo esto, sumamos una especie de árbol de habilidades que iremos mejorando con el tiempo para obtener mejores estadísticas de base que simplifican (a la vez que complejizan) nuestro juego.
Ahora bien, hablemos de la jugabilidad dentro de nuestros asentamientos y los múltiples eventos que allí pueden suceder. Para comenzar, dispondremos de una caravana con algunos recursos y una selección de pobladores que varían según su especie, con características propias para diversos roles a cumplir dentro de la colonia. Iniciaremos con tres de base y dos más que se desbloquean a medida que subimos de nivel. Los primeros serán humanos, lagartos o castores; algunos con mejores capacidades para derribar árboles, otros para la producción de alimentos o la caza. Todos se enfrentan a la adversidad de distinta manera y son más o menos fáciles de mantener felices, porque claro que el descontento de cada especie nos puede costar muy caro al abandonar la colonia.
Al comenzar la partida dentro del asentamiento todo ocurrió alrededor de un hogar, del cual la vida depende de su fuego. Por lo que la llama debe siempre estar encendida, obligándonos a estar atentos de producir el combustible necesario para asegurar la vida (y la determinación) de la población. Contaremos con diversas edificaciones de refugio, otras para conseguir recursos básicos y, más adelante, aquellas que se encargan de transformarlos en elementos más complejos para la supervivencia. No hay que olvidar que también los habitantes cumplen un rol decisivo en base a su felicidad en la labor, por lo que existen construcciones dedicadas al ocio que mejorarán las condiciones de vida generales ante el territorio hostil. Así, comenzaremos a explorar los claros que se esconden detrás de un espeso bosque para conseguir mejores recursos, escondites olvidados, construcciones abandonadas o, en el peor de los casos, eventos aleatorios que pueden suponer un gran peligro para nuestra colonia. El factor de lo aleatorio se suma a lo desconocido y convierten esta experiencia de construir una ciudad en un desafío extenuante pero también emocionante.
Aprender a capitalizar los recursos es clave para sobrevivir en un bosque que nos odia. Esta expresión es literal, el bosque quiere acabar con nosotros y tendrá un contador de Hostilidad que se incrementa con eventos que se desencadenan de forma directa con la exploración. Podremos limitar esta hostilidad con lo que tenemos a nuestro alcance pero no siempre será tan sencillo, sumándose a la ira de la Reina o los eventos negativos de la Tormenta que cada tanto azota la colonia y un aumento de la dificultad junto con nuestro nivel general. Todo suena sumamente hostil y complejo, y lo es, pero con un grado de diversión por momentos inexplicable que encuentra el disfrute tanto en el fracaso como en la victoria. Abandonar un poblado o perderlo puede ser frustrante, pero la experiencia de intentarlo una y otra vez con lo aprendido es inmensamente gratificante.
Against the Storm se presenta como roguelite que ejecuta la imprevisibilidad de una manera impoluta y divertida como pocos juegos. La progresión general se presenta a buen ritmo para mantener al jugador expectante de que puede suceder y cómo lo solucionará, con una rejugabilidad casi infinita. Conseguir planos nuevos para mejorar los recursos así como para dominar elementos negativos de la Tormenta a tu favor no se siente como una tarea tediosa gracias a las facilidades de las mecánicas base de los roguelite; los elementos conseguidos se añaden para que cada colonia se vuelva única dependiendo de cómo juguemos estas cartas a nuestro favor. Nada asegura la victoria, pero tratar de alcanzarla es realmente satisfactorio.
Con una música acorde que acompaña a lo confortable de un city-builder y un apartado estético muy bien logrado, Against the Storm es sin duda uno de los favoritos del año para cerrar de manera casi excelente el último mes del 2023. Eremite Games ha desarrollado un juego entretenido y pulido que logra convertir el dominio de lo imprevisible en una mecánica divertida. La interfaz es clara, comprensible y los controles para administrar todo suceso en la colonia están muy bien pensados. Pocas cosas se sienten criticables, todo se introduce de una manera que no abruma al jugador y la profundidad de su jugabilidad no aburre para nada en la constante repetición, al presentar infinitas estrategias. La exquisita combinación del género roguelite con la construcción de ciudades lo convierten en el juego perfecto para quienes encuentren belleza en el caos.