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Cate y Kentaro Randa tienen la información de dónde hallar a su padre. Finalmente seremos testigos del encuentro más esperado por todos, pero tras la traición de May Olowe-Hewitt, Lee Shaw (ya liberado de Monarch) y Michelle Duvall (ahora una agente libre del control de la organización) los encuentran y los fuerzan a acompañarlos. Mientras, en 1955, un joven Lee Shaw va a tomar una decisión que cambiará para siempre el destino de Monarch, los MUTO (acrónimo de Organismo Terrestre Masivo No Identificado en sus siglas en inglés) y posiblemente la Tierra.
Avanzando en la acción
A diferencia de los dos episodios anteriores, regresamos a un clima de avance narrativo de la historia, anclada tanto en el pasado (1955) como en el presente (2015). Ambos lados del ovillo están interconectados y los flashbacks no se sienten forzados, ya que van habilitando la información para rellenar los agujeros y tener una mejor y más completa foto.
Lee Shaw (Wyatt Russell), finalmente, muestra sus sentimientos para con la Dr. Keiko Miura (Mari Yamamoto), aunque sabemos que ella finalmente se quedará con Bill Randa (Anders Holm). Lo que en un principio podría ser un capricho telenovelesco, se configura como un elemento que dará el puntapié inicial para la concepción de Monarch como lo conocemos en el presente.
Por querer seguirla, Lee pierde una reunión importante en el ejército y cambia el mando de control de la organización. Esto es el efecto inicial de la primera bola de nieve que llevará al personaje de Shaw, tal como lo conocemos hoy.
Persiguiendo al padre
En 2015, los hermanos Randa comienzan su peregrinaje hacia el punto marcado en el mapa que encontraron en el capítulo anterior, mientras, Monarch le sigue de cerca los pasos. Lo interesante es que todos los flashbacks llevan directo a 1955 y no al pasado cercano de estos personajes, incluso se revela uno de los grandes secretos de May Olowe-Hewitt (Kiersey Clemons) pero a través del diálogo. Se entiende que cada dos episodios cambian los directores, pero es raro que ni siquiera se mantengan los mismos recursos.
Mientras la tensión entre Lee y Keiko recrudece, conocemos uno de los elementos que serán de vital importancia para el desarrollo de la organización: un “llamador” de MUTO diseñado por el científico Suzuki, que le da al equipo de Shaw, Miura y Randa la peor de las noticias: Godzilla no fue asesinado por la bomba nuclear de hace varios episodios.
La figura del padre de Cate y Kentaro ya se comienza a mostrar como algo más parecido a “Carmen Sandiego” que a un personaje de relevancia, ya que sus hijos lo ven a la distancia, pero se imposibilitan de tomar contacto ante la llegada de un Godzilla en modo reposo, que estaba juntando fuerzas luego de su ataque a San Francisco.
El regreso del Titán
Tanto el Godzilla del pasado como el del presente se halla en un ambiente rural para evitar utilizar efectos visuales complejos, no obstante usan el agua en un caso y la tierra en otro para darle una presencia más aterradora al Titán definitivo, haciendo que crezca la tensión hasta su aparición. La conexión de la mirada con Cate Randa augura elementos que ya vimos en la saga cinematográfica con el personaje de Millie Bobby Brown.
Los efectos visuales funcionan muy bien, así como también la física y el movimiento del monstruo gigante en ambos ambientes. ¿Es corto? Sí. ¿Se siente cómo poco? También. Pero el personaje de Godzilla es el elemento ovo láctico que mantiene unida toda esta narrativa, así que aunque aparezca poco siempre se disfruta.
Por último, habiendo pasado ya el meridiano de la serie, los personajes comienzan a mostrar sus cartas y verdaderos rostros. Parece ser que Lee Shaw (Kurt Russell) no es tan bondadoso como creíamos, ni sus intenciones son tan nobles. Claro que todos los indicios estuvieron siempre ahí, ahora hay que ver si se va a configurar como un villano acartonado o como una atribulada víctima de un sistema más grande que él.
Monarch: el legado de los monstruos nos sigue ocultando lo que sucede precisamente en Monarch, una estrategia que puede ser provechosa -si se realiza bien- pero que también puede derivar en cierto agotamiento. Faltando cuatro episodios para que culmine, no nos queda otra que quedarnos para el final.