Seis décadas antes de Katniss, el mundo de Panem era otro. Ya devastado por la guerra y dividido en distritos, Los Juegos del Hambre servían como recordatorio de lo que pasaría si había una rebelión, pero no eran más que un castigo televisado. Todavía no se habían convertido en ese espectáculo grotesco que llegaría a ser años después, gracias a los aportes de un joven y ambicioso Coriolanus Snow, y a la frívola crueldad de los distritos más ricos.
Esta es la historia que narra Suzanne Collins en su precuela de Los Juegos del Hambre: La balada de pájaros cantores y serpientes (The Hunger Games: The Ballad of Songbirds and Snakes, 2023). El libro editado en 2020 estuvo destinado a convertirse en una película desde su concepción, pero la pandemia del COVID-19 retrasó los planes. Ahora llegó finalmente a los cines la adaptación de esta infame precuela, a ocho años del estreno de la última película de la saga original, cuya popularidad se fue diluyendo con el paso del tiempo.
La nueva entrega de la franquicia no pierde tiempo explicando lo que probablemente gran parte de su público ya sepa: qué son Los Juegos del Hambre, cómo se compone Panem y quién es Coriolanus Snow. De hecho, la primera parte de la película presenta a un ritmo vertiginoso los pormenores de este universo, cuya construcción le valió grandes elogios a su autora la década pasada. En esta ocasión, un rápido y violento flashback nos ubica en el tiempo y el espacio, narrando las desventuras de un joven Snow y su prima, Tigris.
La acción se ubica diez años después, con Snow (Tom Blyth) convertido en un persistente y ambicioso joven que, a pesar de sus dificultades económicas, se las arregla para reclamar su lugar en la alta sociedad de Panem. Rápidamente, conocemos el sistema de premios que puede otorgarle la beca que asegure su futuro y salve a su familia de la miseria. Pero como siempre ocurre en esta saga, hay una trampa. El premio a la excelencia es reemplazado por un desafío, el de apadrinar a un tributo en Los Juegos del Hambre.
Entra en juego el decano Casca Highbottom (Peter Dinklage), un antiguo enemigo del padre de Coriolanus cuyo único objetivo parece ser complicarle la vida. Los diálogos de Dinklage pecan de obvios y remarcados, pero se compensan con la otra gran antagonista de la historia: la Dra. Volumnia Gaul (Villa Davis), creadora de Los Juegos del Hambre. La dinámica entre Snow y su mentora será una de las más interesantes de la película, que se divide en tres marcadísimos actos y un epílogo algo apresurado.
Al final del primer acto, conocemos a Lucy Gray Baird (Rachel Zegler), quien tiene mucho menos protagonismo del promocionado para vender la película. De hecho, su presencia inicial se va diluyendo para pasar a ser un mero interés romántico del protagonista, y una de las principales causas de su lento descenso en la locura. En este sentido, es la actuación del novato Tom Blyth la que lleva adelante la película y le aporta toda su potencia, convenciéndonos por completo de que se trata del mismo presidente Snow (Donald Sutherland) que vimos en la saga original.
Esta es una historia de origen de villano, un estudio de personaje que quizás lleva todo muy lejos y se desvía constantemente del objetivo, queriendo contar demasiadas cosas. Mientras que Los juegos del hambre: Sinsajo - Parte 1 y Los juegos del hambre: Sinsajo - Parte 2 se sentían estiradas, esta historia se siente comprimida y podría haberse beneficiado de dos partes. Los Juegos del Hambre en cuestión ocupan todo el segundo acto, y para cuando llegamos al tramo final, la tensión se diluye para dar paso a un inocuo romance entre los protagonistas, cuyo único atractivo reside en las diferencias ideológicas que nunca terminan de explorar.
Sin embargo, cabe destacar los riesgos que toma la película, con escenas de violencia explícita y un protagonista con el que cuesta empatizar. El carisma y talento de Don Blyth alcanzan para mantener la atención durante las tres largas horas de duración, y para interesarse por la historia de un personaje tan complejo como el mundo que lo rodea. Sumado a un soundtrack original con grandes interpretaciones, guiños a la saga y el diseño de producción que ya es marca registrada de la franquicia, sin dudas hará las delicias de los fans. Y quizás, enganche a un nuevo público ávido de saber más sobre este universo.