REVIEW | Loki - Final de Temporada 2 - Capítulo 5 y 6: épico y glorioso cierre para el dios de las mil vidas

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En los dos últimos episodios de la segunda temporada de Loki, una cosa quedó clara: ahora sí nos estábamos acercando al final del viaje personal de su protagonista. Un recorrido que tomó varios desvíos, especialmente en el segundo y tercer episodio, para terminar entregándonos por fin todas lo que faltaba para completar las piezas de su glorioso propósito.

Ese mismo que viene pregonando desde su aparición en The Avengers (2012), cuando se presenta ante Nick Fury (Samuel L. Jackson) y la humanidad, luego de reclamar el poder de la Gema del Espacio. Ese que lo hace sentir superior al resto, que debe arrodillarse en su presencia y lo convoca a unirse a las fuerzas del mal, destruyendo todo a su paso. Pero en su camino de redención, Loki (Tom Hiddleston) nos muestra que en realidad su esencia siempre fue más compleja y lo que su serie hace es -precisamente- deconstruir y volver a construirlo.

Este no es el Loki que conocimos en toda la Saga del Infinito, el que engañó a su hermano Thor (Chris Hemsworth) una y otra vez y el que “resucitó” una y otra vez. No es el Loki que se sacrificó por el universo para impedir que Thanos consiga la gema en su poder. Ni siquiera es el Loki que vio morir a su madre por culpa de su traición ni el que se despidió de su padre casi en paz. Es el Loki que destruyó Nueva York en medio de un berrinche, buscando desesperadamente la atención que tanto le negaron en su vida.

Como consecuencia del plan de los Avengers para salvar al mundo en Avengers: Endgame (2019), este Loki se hace nuevamente con la gema del espacio (el teseracto) y viaja a la otra punta del mundo, donde es aprehendido por la Autoridad de Variación Temporal (TVA o policía del tiempo). Allí, conoce al ser que cambiará para siempre el rumbo de su destino y su propósito: Mobius (Owen Wilson). Y la misión de ambos se convierte en atrapar a la otra variante de Loki que eventualmente pone el destino del Multiverso -y al propio Loki- en jaque: Sylvie (Sophia Di Martino).

En el quinto episodio de la segunda temporada, nuestro protagonista comprende por qué hace todo lo que hace: por amor, por amistad, por compañía. Su objetivo es no volver a estar solo y no volver a perder. Pero ya no a cualquier costo. Este Loki aprendió a través de la observación sobre las múltiples vidas que no vivió, vio de primera mano todas las hazañas y nobleza de la que eran capaces sus diferentes versiones y experimentó en carne propia el amor y la amistad.

Finalmente, todo ese aprendizaje (casi una terapia acelerada) lo llevó a poder entender su verdadero objetivo y controlar así el desfase temporal del que fue víctima desde el primer episodio de la temporada. En el 2x05 “Ciencia/Ficción”, su encuentro con OB (Ke Huy Quan) lo llevó a recorrer los pasos que parecían llevarlo a convertirse en el mismísimo fundador de la TVA, en un círculo perfecto de viajes en el tiempo digno de la mejor ciencia ficción.

Pero en realidad, se trataba de la última prueba de resiliencia para un dios destinado a convertirse en muchísimo más de lo que nos atrevimos a imaginar. En el sexto y último episodio de la temporada, titulado precisamente “Glorioso propósito”, Loki sacrifica absolutamente todo lo que le queda por encontrar una solución que pueda restablecer el telar temporal y salvar el multiverso. Todas sus decisiones, no importa cuáles tome, parecen llevarlo a su inevitable destino de perder, como le recuerda Kang (Jonathan Majors) en su nueva -y probablemente última- aparición.

Aceptando la derrota con resignación, Loki ya no teme más nada, excepto perder aquello que ama. Y en una demostración de tenacidad que lo convierte un poco más en héroe, se niega a aceptar cualquiera de las alternativas que le propone el villano: matar a Sylvie y frenar la destrucción de Aquel Que Permanece, o volver a hacer todo de vuelta y terminar en el mismo lugar. Parece un dilema imposible, hasta que Loki toma la misma decisión que lo llevó a convertirse en héroe en la Sagrada Línea Temporal: sacrificarse por el mundo en el que viven los que ama.

Así, visita momentos específicos de su pasado cercano dentro de la serie que lo convirtieron en lo que es ahora: uno de sus primeros encuentros con Mobius, donde aprende que debe hacer lo que hay que hacer y vivir con la carga. Y uno de sus últimos encuentros con Sylvie, donde se da cuenta de que reemplazar a Kang es la única solución posible donde ella no muere. Así, vuelve con sus amigos para dedicarle su último gran acto a los dos, en una emotiva escena hacia lo inevitable.

Convencido de su glorioso propósito, Loki avanza a través de la radiación temporal decidido a convertirse en algo más que siempre estuvo destinado a ser: el dios de las historias. O quizás el dios del tiempo. Un ente divino que sostiene todas las líneas temporales en su espalda, infundiéndolas de vida y caos, que son prácticamente la misma cosa. Y sacrificándose a una eternidad de soledad, enfrentando así su peor miedo para salvar a los que ama.

En una épica y emocionante escena final, Loki se transforma en aquello que siempre estuvo destinado a ser, abrazando su glorioso propósito. Con un majestuoso despliegue, la poderosa música compuesta por Natalie Holt y la siempre impresionante actuación de Tom Hiddleston, Loki se enfunda en un traje de dios humilde pero poderoso como pocos, reconstruyendo el tiempo desde sus ruinas y formando el árbol de la vida Yggdrasil de la mitología nórdica. Así, el Universo de Marvel se reconfigura por completo gracias a una de sus figuras más icónicas.

10

El final que merecíamosLoki encuentra el rumbo en los últimos dos episodios de su serie, con un pequeño arco narrativo que concluye el viaje del personaje de la mejor manera posible: con un inmenso homenaje a la ciencia ficción, a la mitología nórdica y a su propio recorrido en el UCM.

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