El pasado 3 de noviembre se celebró como todos los años el Día de Godzilla, dedicado al rey de los monstruos. A la revelación del logo que se utilizará en 2024 en conmemoración por sus setenta años y el lanzamiento de un corto por los cincuenta años de Godzilla vs. Megalon, se sumó el estreno de Godzilla Minus One, film que intenta recuperar la esencia de la primera película de 1954, Gojira.
Con treinta y siete películas en su haber, treinta y tres producidas por su creador Toho Co., novelas, una trilogía en formato anime que queremos olvidar y múltiples adaptaciones, Godzilla a sus 69 años es un ícono de la cultura popular mundial, aunque con varios altibajos en su haber. Pero si algo deja claro el éxito de su más reciente película es que a veces hay que volver a los orígenes para reencontrarse.
Godzilla emergió de las aguas más profundas por primera vez en la película Gojira de 1954. Creado por el famoso productor japonés Tomoyuki Tanaka, los primeros diseños lo muestran como un pulpo mutante con ojos en sus tentáculos. Esa idea fue rápidamente descartada a favor de un diseño más similar a dinosaurios y reptiles.
En 1950 se estaban volviendo populares las películas de monstruos en Japón, potenciadas por el éxito del relanzamiento de King Kong de 1952 y de El Monstruo del Mar de 1953. Gojira tomó algunas ideas prestadas de estas películas, pero también se inspiró en un hecho real: el incidente del barco Daigo Fukuryu Maru.
Tan solo ocho meses antes del estreno de la película, los veintitrés ocupantes del barco pesquero de atún Daigo Fukuryu Maru se contaminaron accidentalmente al quedar expuestos a residuos radioactivos, producto del experimento norteamericano con una bomba termonuclear conocido como Castle Bravo. La tripulación entera sufrió los efectos de la radiación y el operador de radio Kuboyama Aikichi murió de complicaciones resultantes de la enfermedad.
Este incidente reavivó el terror de la población por la contaminación nuclear e impulsó movimientos y protestas antinucleares masivas. Un año más tarde, en agosto de 1955, se realizaría la primera conferencia mundial en contra de las bombas atómicas y de hidrógeno. Había un marcado interés por la temática y por los films de monstruos en la población en esa época.
La escena de apertura de Gojira refiere al accidente de Daigo Fukuryu Maru, con Godzilla en lugar de la bomba de hidrógeno atacando barcos pesqueros, y tuvo un impacto muy fuerte en una audiencia sensibilizada. En esta primera película, el rey de los monstruos es despertado como resultado de la explosión de bombas de hidrógeno, pero en representaciones subsiguientes se lo muestra como una mutación causada por la radiación.
También, Japón había sufrido nueve años antes la destrucción de dos bombas atómicas en el marco de la Segunda Guerra Mundial. La primera en Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y la segunda, tan solo tres días después, en Nagasaki. El director de Gojira, Ishiro Honda, había luchado en la Guerra y tanto él como el guionista Shigeru Kayama eran muy críticos sobre el uso de armas nucleares. Sus perspectivas se reflejan en la película, con un Godzilla similar a un Dios de la Destrucción sin otra motivación más que destruir todo a su paso, como una bomba nuclear.
A la hora de producir la película, Eiji Tsuburaya, su director de efectos especiales, quería utilizar la técnica de stop motion para animar a Godzilla, exactamente la misma que se había utilizado para King Kong. Rápidamente se dio cuenta de que sería demasiado costoso realizarla de esa forma y tomaría al menos siete años, por lo que optó por usar el clásico hombre dentro de traje y efectos prácticos. Toho utilizó estos efectos y rehusó del CGI hasta 1999.
Producir el traje no fue una tarea fácil. El primer modelo, creado por Kanju Yagi, Eizo Kaimai y Yasuei Yagi terminó pesando alrededor de cien kilos, prácticamente imposible de usar. Un segundo traje más liviano fue el utilizado por los dos actores que le dieron vida a la bestia: Haruo Nakajima y Katsumi Tezuka. Aún así, este traje ocasionó que Nakajima se desmayara en varias ocasiones y entre escenas le quitaban el equivalente a media taza de sudor.
Otras curiosidades del más famoso de los kaiju incluyen que su altura no está definida y oscila entre cincuenta y trescientos metros de acuerdo a la película y su icónico y distintivo rugido es producto de un guante de cuero recubierto de alquitrán de pino sobre una cuerda de contrabajo. Como Rey de los Monstruos, Godzilla enfrentó a múltiples enemigos en sus sesenta y nueve años, pero capaz el más notable es uno que nunca se concretó: un manuscrito con una propuesta para una película que enfrentaría a Batman contra Godzilla fue presentado en 1965, pero rechazado.
Volviendo a Gojira de 1954, cuando se estrenó, las películas de ciencia ficción y monstruos eran marginadas críticamente. Su director Ishiro Honda decidió darle un tono más serio, similar a un documental por esta razón. El paso de los años y la necesidad de vender juguetes volvieron a Godzilla más caricaturesco, como sucede en Son of Godzilla (1967), Godzilla’s Revenge (1969) y Godzilla: Final Wars (2004).
Más allá de la grandiosidad del Rey de los Monstruos y de su dualidad como un dios y una bestia en las versiones japonesas, Godzilla como personaje representa el holocausto nuclear. Las escamas de su cuerpo tienen patrones que refieren a las cicatrices que presentaban los sobrevivientes de los ataques en Hiroshima y Nagasaki y su aliento es vapor atómico.
Los desastres que deja tras su paso remiten a la devastación de las dos bombas atómicas en suelo japonés. Gojira era un film oscuro, con elementos de terror y parte de su éxito como personaje radica en servir como una alegoría de las armas nucleares y funcionar como una advertencia acerca de sus peligros. Cada entrega dentro de la saga contiene metáforas políticas representativas del momento en que se lanzan, mejor o peor logradas.
Al representar los peligros del mal uso de la energía nuclear, Gojira habla también de resistencia y de tomar responsabilidad ante tragedias que exceden la comprensión humana. Personifica los terrores de una época. Como una bomba atómica, Godzilla es un monstruo incontrolable, altamente destructivo, implacable, que nos fuerza a enfrentarnos a lo peor de la humanidad.
En ese contexto, la más reciente entrega en la icónica saga, Godzilla Minus One hace bien en recordarnos sobre el poder destructivo de la humanidad en medio de un contexto de elevada inestabilidad mundial, guerras atroces y el crecimiento de la ultraderecha. Es una película que, como Gojira de 1954, tiene un fuerte mensaje político.
En entrevista con el medio Deadline, su director Takashi Yamazaki afirmó que con esta película espera que “la gente sienta la realidad de un gobierno que no hace mucho ante emergencias nacionales, y que las cosas no salen muy bien sin una iniciativa civil para resolverlas”. También mencionó que “los resultados del amiguismo y el desprecio por la vida” son otros dos temas presentes en la película.
En el mundo actual, no es sorpresa que estas temáticas resuenen fuertemente en la audiencia y, como sucedió con Gojira allá por 1954, expliquen el regreso a la gloria de este emblemático personaje gracias al éxito arrasador que está viviendo Godzilla Minus One, ya considerada por varios críticos como una de las mejores películas en la franquicia.