La combinación de géneros aparentemente opuestos, no es nada nuevo en el mundo de los videojuegos. Existen numerosos ejemplos de híbridos realmente fantásticos, y uno de ellos es Dungeon of the Endless. El trabajo realizado por Amplitude Studios en 2014, no solo significó un cambio radical para la saga Endless, que ya contaba con dos entregas de estrategia 4X, sino también un éxito inesperado. Fusionar mecánicas propias del roguelite, con la táctica y la gestión de recursos se sentía -y se sigue sintiendo- realmente fantástico. Ahora, con Endless Dungeon, el estudio busca replicar su logro con una propuesta similar en esencia, pero más enfocada en la acción y el juego cooperativo. Y déjenme anticipar que sí, lo han logrado nuevamente.
Endless Dungeon es un híbrido de tres géneros: tower defense, twin-stick shooter y, por supuesto, roguelite. El resultado es el de un título sumamente compacto, sólido, al que resulta muy fácil acceder y difícil salir. En especial, cuando se cae en los encantos del juego cooperativo. Porque a diferencia de su predecesor, aquí se aboga por una jugabilidad mucho más sencilla e intuitiva, pero sin perder de vista la planificación táctica y la acción. Casi podría decirse que es una versión ‘ligera’ de Dungeon of the Endless.
El título comienza con una bonita animación que nos pone en situación. Básicamente seremos testigos de un accidente del que solo sobrevive una persona y, para cuando queramos darnos cuenta, estaremos dando los primeros pasos de la aventura. El juego transcurre en una suerte de estación espacial -irónicamente llamada La Estación- que es el hogar de una mazmorra en constante cambio. A lo largo de los años, cazadores de tesoros, marines espaciales, científicos y hasta agentes de la ley, han buscado una y otra vez el modo de llegar a las profundidades de este misterioso lugar. Pero nadie lo ha conseguido, al menos hasta ahora.
Así es como Endless Dungeon nos presenta el objetivo principal, el cual consiste en escoltar a un pequeño robot hasta el núcleo del calabozo. Por supuesto, no será una tarea para nada sencilla debido a que monstruosas criaturas acechan por los corredores de lo que podría definirse como una suerte de laberinto. Al inicio, solo podremos escoger a dos de entre tres personajes, aunque eventualmente, el elenco se ampliará a ocho. Eventualmente, y a medida que realicemos más incursiones, obtendremos materiales con los que adquirir numerosas mejoras para cada uno de ellos, lo que nos permitirá llegar cada vez más lejos. Es decir, lo esperable de cualquier buen roguelite que se precie.
La mazmorra cuenta con diez zonas -once, contando el Bar donde todo empieza- repartidas a lo largo de cuatro plantas. Cada planta está dividida en tres partes y cada una de ellas se corresponde con un entorno diferente. Los escenarios se generan de forma aleatoria, lo que garantiza que cada incursión será diferente, y si bien los tipos de enemigos son constantes, los puntos de aparición cambiarán en cada partida. Algo similar sucede con los cofres que contienen armamento para los personajes, los generadores de recursos con los que construiremos las torres con que defender al robot y los eventos.
Un detalle interesante es que desde Amplitude realizaron un excelente trabajo construyendo un trasfondo, tanto para los héroes que tienen su propia línea de misiones, como para la mazmorra y los enemigos. Es realmente interesante descubrir el génesis de este calabozo espacial y revelar el misterio acerca de sus responsables. Por su parte, los objetivos de los personajes, además de desbloquear mejoras y nuevos trajes, también nos recompensa con pequeños fragmentos de historia. A través de ellos, podremos conocer su pasado, pero también sus motivaciones y que los impulsa a exponerse una y otra vez ante el peligro.
Respecto a la jugabilidad, Endless Dungeon apuesta por una serie de mecánicas simples que funcionan sumamente bien. Quizá pequen de ser demasiado sencillas, pero esto no deja de ser un punto a favor, puesto que no se necesita ser un as de ninguno de los géneros que el juego aborda para poder ser disfrutado. Al descender a la mazmorra, nuestro acompañante robot se instalará en un punto específico del mapa y no se moverá de ahí a no ser que se lo indiquemos. Conforme pasemos tiempo explorando los entornos o llevemos a cabo algunas tareas específicas, como investigar nuevos tipos de torretas, comenzará una cuenta regresiva y se desatará una oleada de enemigos.
Defendernos de las criaturas que moran en la mazmorra es muy fácil. El control de nuestro personaje es muy similar al de un twin-stick shooter, puesto que con una palanca del mando apuntamos y con la otra nos movemos. También podemos hacer uso de habilidades especiales, las cuales son diferentes para cada héroe, y coordinarnos con los demás jugadores (o con la IA que es sorprendentemente competente) para llevar a cabo todo tipo de maniobras. Por ejemplo, uno puede quedarse en la zona del robot, mientras que otro vigila una puerta o deambula por ahí buscando recursos.
El otro pilar de la defensa lo componen las torretas. Las hay de todo tipo y color, y cada una cumple con diferentes propósitos, como por ejemplo causar daño, debilitar a los enemigos o potenciar a nuestros personajes. Un dato que resulta vital es identificar el tipo de enemigo al que enfrentamos, ya que todos tienen una fortaleza, pero también una debilidad. Por lo tanto, el posicionamiento y -sobre todo- el buen criterio a la hora de decidir qué torre colocar, marcará una gran diferencia. Eso sí, la cantidad de torres estará delimitada por los recursos disponibles, los cuales se obtienen abriendo puertas.
La mayoría de las veces no nos detenemos a pensar demasiado a la hora de abrir puertas en los juegos. Al fin y al cabo, al margen de que puedan esconder alguna sorpresa, son marcadores de progreso o el paso hacia una nueva parte del mundo. Pero aquí, una acción que en cualquier otro se ve como algo natural y cotidiano, cobra un sentido completamente diferente. Tal es así que si Forest Gump hubiera jugado a Endless Dungeon probablemente hubiera dicho algo como ‘abrir una puerta es como una caja de bombones, nunca sabes que te va a tocar’. Y es que en el título de Amplitude Studios, es muy difícil poder determinar si lo que encontraremos del otro lado será un tesoro o un nido de enemigos.
El factor riesgo recompensa siempre se hace presente a través de una mecánica sumamente sencilla y que resulta fundamental para la obtención de recursos. Además, abrir una puerta significa que ya no se podrá cerrar y, peor aún, que facilitemos el trabajo a los enemigos que ya no pasarán por ese pasillo plagado de torretas. En este sentido, el juego se vuelve casi como una partida de ajedrez, donde un movimiento en falso puede marcar la diferencia entre poder llegar al siguiente piso o volver al bar. Maravilloso.
Y es que, por encima de todo, Endless Dungeon es un roguelite. Por lo tanto, el progreso va aparejado de nuestros constantes fracasos. La diferencia es que rara vez resultan frustrantes, puesto que la progresión está sólidamente implementada y siempre tendremos acceso a algo que nos ayudará en la siguiente incursión. De hecho, todo está puesto al servicio de mantener el desafío fresco y divertido. Incluso los combates contra los jefes, que si bien representan uno de los mayores picos de dificultad, tienen mecánicas completamente únicas que aportan variedad. El resultado es un juego que nunca resulta injusto o desmoralizador. O al menos es así en gran parte de la experiencia.
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Está claro que desde Amplitude Studios se esforzaron en hacer de este, un videojuego accesible. Sin embargo, por el camino eliminaron parte de la complejidad, diluyendo varios sistemas y la progresión RPG de Dungeon of the Endless, lo cual no es particularmente positivo. Las mejoras permanentes en las armas y personajes no parecen tener el peso esperado o tan siquiera marcar una diferencia notoria. Finalmente, tampoco es especialmente encantador el hecho de que el apuntado sea asistido. Este detalle quita emoción al combate, haciendo que solo debamos quedarnos parados en una buena posición exterminando a todo enemigo que ose pasar por la retícula.
Pese a dichos detalles, Endless Dungeon es una aventura genial, cuya rejugabilidad roza el infinito, y que sólo se ve frenada por la escasez de objetivos. Al fin y al cabo, en cada partida la misión es la misma, por lo que más pronto que tarde sabremos cómo abordar cada zona, haciendo que el factor sorpresa se pierda conforme pasan las horas. Sin embargo, tal como está, sigue siendo un roguelite fantástico, simple y divertido, con un factor diversión que se potencia exponencialmente cuando se juega con amigos. Un título bien diseñado que de seguro nos mantendrá enganchados por bastante tiempo.