El cine contemporáneo ha adoptado narrativas que sumergen a sus personajes en situaciones límite, desafiándolos a escapar y sobrevivir en entornos extremos. Ejemplos recientes como Vértigo (Fall - 2022) y Oxígeno (Oxygène - 2021) han plasmado esta dinámica, explorando la tensión en circunstancias extremas.
En Vértigo, la trama gira en torno a dos amigas atrapadas en lo alto de una de las antenas más elevadas de Estados Unidos, desencadenando una lucha desesperada por encontrar una vía de escape, mientras que Oxígeno se enfoca en una mujer que despierta en una especie de cámara criogénica con un suministro limitado de oxígeno, llevándola a una angustiosa carrera contra el tiempo para descifrar su identidad y encontrar una salida antes de que el aire se agote por completo.
Explorando esta dinámica, nos sumergimos en Sin Aire (The Dive), una película que relata el viaje anual de buceo de las hermanas Drew y May, apasionadas buceadoras que se embarcan en esta aventura anhelando la inmersión en las profundidades del océano. Lo que comienza como una jornada tranquila bajo el sol, se transforma en una pesadilla cuando un derrumbe las sorprende, dejando a una de ellas atrapada bajo el agua, a 28 metros de profundidad, con sólo un tanque de oxígeno para sobrevivir.
La película está dirigida por Maximilian Erlenwein (Skylines), quien inicialmente admitió no sentirse atraído por el guión, pero al adentrarse en su lectura y descubrir su enfoque en el mundo del buceo, su interés se encendió. En el elenco, participan las actrices Louisa Krause (conocida por su papel en The Girlfriend Experience) y Sophie Lowe (reconocida por su actuación en Once Upon a Time in Wonderland).
La trama se desenvuelve con dos hermanas de personalidades diferentes, pero complementarias: May, meticulosa en sus preparativos de buceo, y Drew, más relajada y bromista. Desde el comienzo, la tensión entre los personajes sugiere un dolor no verbalizado, pero palpable en la atmósfera. Acompañando esto, veremos cómo los flashbacks comienzan a interrumpir la narrativa, revelando una infancia idílica en el agua, planteando preguntas sobre qué sucedió para romper esa armonía en el pasado.
El diseño sonoro de la película desafía las expectativas convencionales: mientras se espera escuchar ruidos de la naturaleza y del entorno en la superficie, la película presenta un silencio inquietante. En cambio, en las profundidades, donde uno anticiparía el silencio, nos sumergimos en gritos en la cueva subacuática, donde la música fortalece la sensación de claustrofobia y desesperación.
En un interesante contraste visual, el director Maximilian Erlenwein, utiliza planos generales para mostrar la vastedad y la soledad en la playa, destacando la desolación del entorno y la situación solitaria de las hermanas. Pero, con el avance de la trama, las tomas bajo el agua se transforman en primeros planos, intensificando la sensación de asfixia y confinamiento, llevando al espectador a sentir la angustia de May atrapada bajo la roca.
A pesar de que la película presenta buenas imágenes, en ocasiones se excede en el uso de flashbacks, interrumpiendo la tensión en momentos críticos sin aportar elementos que enriquezcan la historia.
Sin Aire es una mirada sobre la supervivencia, tanto en entornos hostiles como en las relaciones familiares, mostrando cómo los traumas del pasado resurgen en situaciones desafiantes. Invita a sumergirse no sólo en las aguas profundas del océano, sino también en las profundidades emocionales de sus personajes.
La película se encuentra actualmente en cines, ofreciendo a los espectadores un viaje tenso y emotivo, donde la supervivencia física se entrelaza con la supervivencia emocional, dejando una reflexión sobre la importancia de enfrentar nuestros traumas para avanzar en la vida.