Grace es una brillante doctora que recibe la noticia que su hermano se suicidó en un convento en Escocia, pero no solo eso: se lo acusa de haber matado a un cura antes de terminar con su propia vida. Ella viaja por respuestas, pero se encuentra con el secretismo de un grupo de monjas con actitudes sospechosas que no solo mienten sobre su hermano sino sobre ella misma.
En el principio
El Sacramento del Diablo (Consecration) es la nueva película de Christopher Smith, un director inglés con algunas buenas películas en su haber, en su mayoría encauzadas hacia el terror, la acción o el misterio. La criatura (Creep, 2004) desarrollada dentro de los subtes de Londres con un hombre persiguiendo a una mujer; Triangle (2009), sobre un grupo de jóvenes que tienen un accidente en alta mar y abordan un crucero algo extraño, y también se encargó de dirigir varios episodios de la serie de espías y acción Alex Rider (2020).
Pero para que estos relatos funcionen es necesario que quien protagonice pueda llevar adelante la tarea con solvencia. En El Sacramento del Diablo, esto lo atraviesa Jena Malone quien interpreta a la protagonista Grace. Quizás la conozcan por ser la joven Ellie en Contacto (Contact, 1997) o por sus participaciones en Donnie Darko (2001), Orgullo y prejuicio (Pride & Prejudice, 2005), Las ruinas (The Ruins, 2008), Sucker Punch (2011) o Batman v Superman: El origen de la justicia (Batman v Superman: Dawn of Justice, 2016). Su consagración para el gran público se dio con su aporte como Johanna Mason en la saga de Los Juegos del Hambre.
La búsqueda de la verdad
Todo el relato da vueltas sobre el mismo concepto: la búsqueda de la verdad. Grace sabe que hay algo no dicho entre tantas miradas cómplices en el convento escocés donde falleció su hermano. Su relación se entiende tensa desde que pisa suelo sagrado, producto de un pasado que se irá descubriendo a medida que todo avance, mientras, la policía intenta entender lo sucedido sin indagar demasiado, ¿quién querría meterse en el medio de un lugar absolutamente dogmático?
El dogma es el otro gran pilar, mientras que eso motiva el conflicto ante la falta de respuestas por parte de las monjas, también empezamos a entender que esa misma actitud dogmática lleva al director a tomar las decisiones más simples y de fórmula que podamos concebir. ¿El resultado?, una película que ya vimos muchas veces, carente de sorpresa.
A nivel fotografía, El Sacramento del Diablo aprovecha los paisajes escoceses y sus colores, al igual que la estructura edilicia del convento. Esto choca con el principio en la ciudad, donde una estética extraña prima hermana del giallo italiano mezcla las sombras algo rotas con colores rojos y azules, generando una extrañeza que no suma sino que marea y expulsa de lo que se cuenta. Pensando la película en retrospectiva, el inicio no tiene mucho sentido. Porque ese inicio también es dogmático para presentar a Grace: en una secuencia tenemos que entender que ella es buena, amable, compañera, empática… todo junto porque después ya la ponemos a hacer cosas en el convento y no podemos construirla apropiadamente. Lo que se dice pereza estructural.
La era del sortilegio
El Sacramento del Diablo comparte elementos con La Monja II, también estrenada este año. En ambas películas tenemos un convento con personajes que se manejan sospechosamente, mientras que uno o varios de esos motores tienen una misión: encontrar una reliquia de índole religioso. La religión más cercana a la magia e Indiana Jones que a la fé o a la beneficencia. Estamos en la era del sortilegio donde todo tiene que responder a hechicería y espectacularidad.
Aquí la aparición de la reliquia se da luego de la mitad del relato, recordando dogmáticamente que tiene que haber una modificación en la estructura para hacer avanzar la historia hacia su final. Con una construcción casi nula de ello, en aras de sorprender a través de flashbacks, detonan cualquier atisbo de sorpresa o sensación de satisfacción ante un descubrimiento.
Y mientras que al principio todo parece responder a una cuestión religiosa, descubrimos que la verdad es algo más imaginativa con elementos fantásticos propios de otro género que no comento para no adelantarles elementos de la trama.
El Sacramento del Diablo busca aprovechar el viento de cola que tienen las producciones de terror religiosas, intentando darle una vuelta de tuerca que ante una construcción encasillada en lo ya conocido, entra en contradicción consigo misma y no genera ninguna sorpresa. Forzar una sorpresa sin construirla en el tiempo es como cosechar algo sin probarlo antes, solo porque el tiempo de realizarlo ya se cumplió. Es el problema en ser dogmático.