John Carpenter es uno de los directores más destacados dentro del terror. Con un legado de películas que van desde Halloween (1978) a La cosa (The Thing, 1982) , su filmografía incluye asesinos seriales, fenómenos paranormales, invasiones extraterrestres, autos poseídos y hasta vampiros. Incluso llegó a coquetear con dejar su huella en la franquicia de El exorcista, pero terminó abandonando el proyecto.
La película estrenada en 1973 por William Friedkin no necesita mucha presentación. A cincuenta años de su lanzamiento continúa siendo una de las pocas de su género en ganar un premio Oscar y está considerada una de las mejores películas de terror de la historia. Sin embargo, sus continuaciones han tenido problemas críticos y comerciales.
El exorcista II: El hereje (Exorcist II: The Heretic, 1977) resultó ser un desastre a tal punto de que el director John Boorman tuvo que volver a editarla cuando aún estaba en salas para intentar salvarla. Pero eso tampoco impidió que se pusiera en marcha una tercera entrega.
Para finales de los ochenta, John Carpenter había terminado de trabajar con El príncipe de las tinieblas (Prince of Darkness, 1987) y Están vivos (They Live, 1988), dos obras de bajo presupuesto que resonaron con fuerza en el público. Con un lugar en su agenda, se reunió con el escritor William Peter Blatty con el fin de trabajar en la adaptación de su novela Legion, un proyecto que tenía previsto funcionar como una especie de secuela de El Exorcista en la cual un detective investigaba una serie de misteriosos asesinatos.
En el libro de 2003, John Carpenter: El príncipe de las tinieblas, el cineasta relató detalles sobre aquellas semanas de trabajo y, si bien destacó que Blatty era un “escritor fabuloso”, reconoció que dio un paso al costado debido a diferencias creativas. ¿El principal problema? El guion carecía, precisamente, de exorcismos.
Durante todo el tiempo que intercambiaron ideas John Carpenter sugirió incluir al menos uno en el tercer acto, pero finalmente se dio cuenta de que el autor estaba muy aferrado a su proyecto y quería ceñirse lo más posible a su novela. Ante la sensación de que no iba a salirse con la suya, Carpenter se retiró y Blatty terminó ocupando la silla del director.
El exorcista 3 llegó a los cines en 1990 tras una producción problemática. Como inicialmente había planteado Carpenter, el estudio a cargo terminó demandando la adición de una secuencia de un exorcismo en ultimas instancias, además de la participación Jason Miller (el actor que interpretó al padre Damien Karras en la película original) por el reconocimiento de la marca. Aunque la cinta no fue necesariamente un fracaso de taquilla y logró cubrir con creces su inversión, nunca alcanzó a tener el impacto cultural de la primera entrega y dividió las opiniones entre el público y la crítica.