Llega otro jueves y con este día tenemos más y más películas sobre las que debatir. Por eso en este Malditas Pelis traemos tres propuestas un tanto diferentes entre sí, pero no por eso poco interesantes.
El género de comedia es un género complicado. Desde clásicos como Top Secret! (1984) de la mano de un impecable trio como Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker, hasta películas como Shaun of the Dead (Edgar Wright, 2004), los últimos años dentro de la comedia han sufrido cambios y modificaciones, muchas veces por adaptarse a los tiempos que corren. La comedia física y corporal, la ironía, la parodia, lo exagerado, lo incómodo… hay varias formas de hacer comedia y ninguna es incorrecta. El problema con este concepto es que es muy difícil intentar conformar a todos los gustos, y a veces los directores se pierden en una búsqueda innecesaria.
Sin embargo, pudimos ver una de las mejores películas del año ¡y nos ponemos en campaña para que se estrene acá! Bottoms es la nueva comedia americana adolescente que viene a reclamar un lugar en el podio junto a Superbad, que tiene una marcada comicidad fruto de sus guionitas, Seth Rogen y Evan Goldberg, y Booksmart, con la dirección de Olivia Wilde.
Por otro lado, en Juego Limpio se nos cuenta la historia de una pareja muy unida y donde ambos trabajan en la misma empresa. Por ciertos detalles del destino, comienzan a tener conflictos cuando a ella la convocan para tomar un cargo importante dentro de la compañía, mientras que las esperanzas estaban en que él tome ese puesto. De esas películas para debatir con tu media naranja sobre lo que hubieras hecho diferente o cómo te hubieras manejado en una situación tan incómoda y difícil cómo está.
En esta película de Netflix se nos muestra, con pequeños altibajos narrativos, cómo es importante remarcar la felicidad de la pareja protagonista. Hay un foco muy primitivo para contarnos el amor que se tienen, que la cinta no reparar en ir desde un extremo al otro. No hay sutilezas en su narrar, es todo a puro corazón, pasión y, en contraparte, el efecto rebote de dos personas competitivas que comienzan a justificar sus propias falencias sin reparar en los sentimientos del otro. La mentira, el comenzar a ocultar emociones, la envidia, los reproches. Todos elementos que en esta cinta sirven como canalizadores de lo peor de cada individuo, mientras se nos va mostrando como todo lo planteado en un principio se rompe.
Por último, El Justiciero: Capítulo Final le da el cierre a la trilogía de Denzel Washington repartiendo golpes y balas. Dirigida nuevamente por Antoine Fuqua, colocan al héroe accidental al sur de Italia contra la mafia. En esta tercera entrega, que comienza en 2014 y tiene su secuela en 2018, la mirada hacia nuestro héroe de acción es mucho más contemplativa. Si bien tiene un manejo importante de la acción, y secuencias muy bien realizadas, no llegan a alcanzar lo que propusieron las dos primeras entregas, a las cuales se las pueden agrupar dentro de una misma continuidad.
La tercera parte de la saga de El Justiciero nos muestra a un Robert McCall ya cansado, no solo desde lo físico sino desde lo emocional. Encuentra su lugar en el mundo, un bello y tranquilo pueblo donde poder vivir el resto de sus días. El director se esfuerza por mostrar el amor que el protagonista tiene para con la idea de salirse de su trabajo, de su búsqueda por hacer justicia. Sin embargo, hay algo que hace ruido en su narrativa. La película se siente como una consecuencia son demasiado peso, muchas de las cosas que suceden son arbitrarias y todo el esfuerzo por generar un desarrollo profundo del personaje de Denzel Washington se ve opacado por elementos narrativos que terminan rompiendo el verosímil de la película.
Mirá nuestro análisis de estas películas en este nuevo Malditas Pelis.