No pasaba algo así desde 2007, cuando la “huelga de los 100 días” dejó a los estudios de cine y televisión sin guionistas, en reclamo de mejores salarios y de regulación para la creciente demanda de distribución online. En ese momento, los estudios aseguraban que internet no era algo por lo que había que preocuparse, pero los creativos se preocuparon igual. Y se ocuparon. Gracias a los acuerdos que se lograron, la industria se mantuvo a flote durante 15 años más.
Pero nadie esperaba que los modelos de producción, distribución y consumo fueran a cambiar tanto y tan rápido. Con la llegada del streaming a los hogares de todo el mundo, las reglas del juego se reescribieron por completo, y Hollywood no atinó a responder en consecuencia. La “codicia corporativa” -ese mantra que ilustró los carteles de la nueva huelga- impidió que los estudios compensaran justamente a los artistas que hacen posible las series y películas que tanto nos gustan.
En 2020 se renegociaron los contratos para los integrantes del Gremio de Guionistas (WAG, por sus siglas en inglés), pero la pandemia impidió reclamar mayores modificaciones. Sin embargo, en estos tres años, las plataformas de streaming pasaron a ser la principal forma de distribución de los estudios. Y los guionistas reclamaban transparencia en los números de audiencia y el pago de “residuales” por su participación en las exitosas series y películas que estrenan todos los meses. Además, pedían la regulación de la inteligencia artificial, entrenada con algunos de sus propios trabajos para producir contenido que eventualmente podía dejarlos sin ventaja competitiva.
Fueron 148 días de huelga, a la que eventualmente se sumó el Gremio de Actores (SAG), para que los estudios escucharan sus reclamos e hicieran una oferta en consecuencia. Hubo declaraciones cruzadas, fuertes encontronazos entre los dos sectores y un apoyo masivo entre colegas. Figuras como Jessica Chastain, Mark Ruffalo, Anya Taylor-Joy, Oscar Isaac, Margot Robbie y muchos más se sumaron públicamente a marchar en las calles con los carteles del gremio. En el medio, la presidenta del Gremio de Actores, Fran Drescher, salió al cruce con la AMPTP (la asociación que nuclea a los principales estudios y productoras de Estados Unidos) y fue reelegida en su cargo.
En estos cinco meses, cada vez que la AMPTP presentaba una contraoferta, el gremio la rechazaba por considerarla insultante, y los estudios se negaban a considerar sus legítimas demandas. Hubo rodajes suspendidos, series canceladas, estrenos retrasados y eventos sin invitados en todo el mundo, a raíz del paro total convocado y la solidaridad de los colegas del medio. Incluso la alfombra roja del Festival Internacional de Cine de Venecia fue escenario de los reclamos. Mientras algunas productoras independientes firmaban los acuerdos, los grandes estudios como Disney, Marvel y Netflix se negaban a sentar un precedente concediendo a los gremios las condiciones que exigían.
Finalmente, el domingo a la noche -después de cinco días seguidos de negociaciones- el Gremio de Guionistas emitió un comunicado informando que habían llegado a un acuerdo tentativo con la AMPTP y se levantaba la huelga. Sin embargo, durante la semana seguirían revisando los nuevos contratos, las condiciones y la letra chica del acuerdo, y no retomarían las actividades “hasta que estuviera puesto el punto en la última i”. El martes finalmente se oficializó el fin de la huelga, después de que el gremio votara unánimemente aceptar las condiciones de los nuevos contratos.
Ahora solo falta que el Gremio de Actores también pueda llegar a un acuerdo, y hasta entonces los guionistas se comprometen a no participar en producciones que pongan en juego esas negociaciones. La efectividad de las huelgas y las consecuencias del paro más largo de la industria en este siglo seguirán sintiéndose a largo plazo. A pesar de las presiones de los estudios y de las amenazas viles que trascendieron (como que “se queden sin casas”), el nuevo acuerdo entre el WAG y la AMPTP demuestra que la tenacidad del gremio rindió sus frutos. Y que las grandes productoras de Hollywood deberán rendir cuentas de ahora en más.