Moonstone Island es de esas propuestas a las que me gusta llamar “todos los juegos: el juego”. ¿Por qué? Porque es un título que busca abarcar muchas mecánicas conocidas de exitosas franquicias y, en este caso, bajarle unos niveles para hacerlo simple y efectivo. Henos aquí entonces con la vida de granja, la colección de criaturas, el combate por turnos con cartas y las relaciones humanas, que se mezclan en esta producción pixel art. Aún sin brillar en cada aspecto de lo que quiere ser, nos regala una aventura muy relajante y agradable.
Títulos como Stardew Valley, Harvest Moon y Rune Factory supieron siempre combinar los elementos del manejo de recursos, en estos casos una granja, con la progresión de un RPG. A veces de acción, a veces por turnos, pero siempre marcando el territorio donde debía hacerlo. Pero, el “todo en uno” puede llegar a ser un problema y, lamentablemente, esta producción independiente no logra darnos un panorama claro de lo que quiere ser.
Moonstone Island nos pone en la piel de un aspirante a alquimista en un mundo donde las personas viven en islas en el cielo. Al mejor estilo viaje pokémon, tendremos un año fuera de casa para cumplir nuestro objetivo, sin mucha más vuelta narrativa, a través de algunas mecánicas sociales. La intro del juego es bastante rápida y en menos de una hora estaremos explorando el mundo a nuestro gusto.
En esta aventura, podemos cuidar de una granja, podemos capturar y luchar con y contra espíritus de diferentes tipos, interactuar con la gente del pueblo y construir nuestra casa mágica. En un apartado relajante, con un pixel art muy cuidado y una banda sonora que acompaña el tono tranquilo de todo este asunto, de a poquito, y con algunas misiones, entraremos lentamente en el loop que Moonstone Island propone para el jugador.
Es difícil apurar a los jugadores en estos contextos, ya que hay mucho para ver y aprender de entrada. En estos casos, una guía siempre es un norte seguro y, por suerte la gente de Supersoft, no deja de llevar al jugador de la mano por sus diferentes intenciones de gameplay, explicándonos perfectamente en la primera hora de juego cómo plantar, cuidar de nuestra cosecha, capturar bichos y luchar para ganarnos la vida.
Ganarse la vida en las islas del cielo significará dinero y, para eso, necesitamos mucho, mucho tiempo. El tiempo es el recurso más valioso de este juego, ya que la energía que utilizamos en el día a día para realizar cualquier tipo de actividad nos marcará el ritmo de lo que podemos y no podemos hacer. Las mecánicas de granja son complementarias a la exploración, el combate y la construcción, ya que los cultivos actúan como objetos utilizables que perfeccionan cada aspecto del juego.
Es imposible no perderse en sus pequeñas islas y en un mapa que, en parte generado proceduralmente, sigue reglas muy claras de cómo se presenta al jugador. La posibilidad de sobrevolar utilizando una escoba mágica, un globo y hasta una aeronave nos invitan a que los peldaños de dificultad en exploración, combate y complejidad de construcciones solo se suban con tiempo invertido. El tiempo nos hace poder recolectar lo necesario para ir, pasito a pasito, encontrando la expansión que buscamos. Ya sea una habitación nueva para la casa, una granja más grande, un horno para producir metal y hasta un establo para albergar y mantener a todos nuestros espíritus.
Si lo pensamos rápidamente, la interconexión de sistemas de Moonstone Island cumple con las reglas de este tipo de propuestas, pero al intentar explorar, crear o luchar un poquito más allá es donde empezamos a verle los hilos. En mi caso, al no ser un ávido jugador de este tipo de juegos y entendiendo esta intención de ser todos los juegos el juego, puse a prueba el título de Studio SuperSoft y me lancé a lo que más me importaba: su combate.
El hecho de que sea una propuesta relajante, no debería quitarle tener un combate complejo y animado. Todos sus sistemas se ayudan entre sí y en todos nos quedamos a medio camino. El combate, lamentablemente, no logra superar esta barrera. La falta de animaciones de combate y la aleatoriedad del uso de sus cartas de ataque opacan a la excelente progresión y diseños de criaturas que bajo ningún concepto conectarán tanto como los monstruos de bolsillo de Nintendo, pero sí nos dejarán un buen recuerdo.
Comenzando con un equipo de tres espíritus y con la posibilidad de armar un establo para albergar muchos más, Moonstone Island resume, en pocas estadísticas y en un balance apropiado, el momento a momento de sus criaturas. Su sistema aleatorio de cartas se siente justo en combate y nos permite jugar rápidamente contra sus primeros enfrentamientos y jefes. Rompemos un escudo que frena ataques, inmovilizamos enemigos y los atacamos con cartas que, aunque visualmente siempre se ven igual, nos ofrecen opciones de ataque en grupo y efectos con referencias claras al mundo del TCG y un “tómalo o déjalo” de uso de energía o mana como si de Hearthstone se tratase.
A medida pasan los turnos, las manos se irán descartando. Es acá donde la progresión termina por complicar la jugabilidad. Más cartas implican menos chances de tener cartas de ataque y, en su sistema de progresión, Moonstone Island quiere que complejicemos y variemos los mazos. Cada espíritu aporta sus cartas, pero cada mano se descarta después de gastar nuestra energía. A su vez, cada carta tiene un costo y, a pesar de poder jugar con la pila de descartes y cartas que varían la mano habilitada, por momentos, tuve que volver a comenzar combates solamente por haber tenido una “mala mano”.
Las dimensiones de bolsillo donde guardamos a las criaturas actúan de menú de resumen de tipo, debilidades, ataques, progresión y distribución de estadísticas. Todo muy trabajado para que al subir de nivel, las opciones de cartas sean pocas en el departamento del ataque, en consecuencia, terminaremos teniendo un mazo desnivelado y difícil de controlar. Esto nos obliga a tener que capturar más bichos utilizando cierto cultivo y liberar a los tres iniciales o tener que sí o sí prestarle más atención a la construcción y recolección de recursos para superar las misiones que desbloquean esto. Nuevamente, la interconexión de sistemas pasa a ser un requisito obligatorio que no termina por complejizar ninguno, pero sí lo hace altamente dependiente uno del otro.
Es difícil no recomendar algo como Moonstone Island, que se conforma de muchas fórmulas que gustan a primera vista y que permiten en un entorno muy relajado un cierto desarrollo. El famoso “no le pidas más de lo que es” aplica más que nunca, y si nos conformamos con sus limitaciones, no hay forma de no sentirse a gusto en estas islas. Hay mucho para mejorar y mucho por explorar, ya que los mismos desarrolladores hablaron de traer mejoras, más contenido y un modo libre que comienza al terminar el primer año de vida en estas misteriosas islas. Los recursos, las granjas y los monstruos de bolsillo llegan todos juntos con lo nuevo de Raw Fury.