El gran problema cuando un videojuego se vuelve referente de un género, es que todos tratan de replicar la fórmula del éxito en mayor o menor medida. Le pasó a FromSoftware con Dark Souls con los cientos de soulslikes siguiendo sus pasos y también a Zelda: Breath Of The Wild imponiendo un concepto funcional de mundo abierto casi imposible de imitar sin fallar en el intento.
En el mundo del automovilismo virtual todos quieren acercarse a brindar una experiencia superlativa como lo es la última entrega de Forza Horizon, con un equilibrio ideal entre fidelidad de conducción, diversión y deleite gráfico. Para renovar la franquicia de The Crew, se siente en su resultado final que el equipo de Ubisoft Ivory Tower se inspira en el líder al dejar atrás algunas características propias de la franquicia e incorporar otras nuevas. El espíritu de The Crew Motorfest no se aleja en exceso de sus predecesores pero si trae nuevos aires positivos, aunque no está exento de varios desaciertos.
Con un lanzamiento oficial el 14 de septiembre y unos cuantos días detrás del volante, para quienes leyeron nuestras primeras impresiones en la beta cerrada (que pudimos probar en julio) notaran que aquellas cosas marcadas como positivas persisten, pero también el tiempo prolongado de juego empezó a reflotar fallas notorias que sumaron más aspectos negativos que positivos en el resultado final. En esta reseña me propongo contarles cuan superador es respecto a sus posteriores entregas y qué trae de nuevo el famoso arcade de carreras.
The Crew Motorfest tiene como lugar la paradisiaca isla de Oahu, parte del archipiélago de Hawaii, que no solo cuenta con una belleza excepcional en sus paisajes sino que también es la más famosa por la costa de Waikiki con sus playas únicas, o la mítica capital de Honolulu. Dato extra, gran parte de la serie Lost se filmó en esta última. Retomando la premisa del juego, nos encontramos para participar de un festival masivo sin precedentes que celebra el automovilismo a todo motor, tanto por tierra, mar e incluso aire. La principal particularidad que nos ofrece Motorfest es poder explorar la competición arriba de distintos vehículos, en variedades de pistas y con enfoques únicos para cada aspecto del juego.
Antes de adentrarnos en los aspectos específicos de la jugabilidad, hablemos de la configuración de su mundo abierto. Es el primer juego de The Crew en situarse por fuera del territorio continental de Estados Unidos, por dos motivos muy específicos. El primero, apunta a renovar la propuesta visual, alejándonos del entorno más urbanizado y explorar una mayor variedad de biomas en los escenarios. Si bien The Crew desde sus orígenes ofrece diversificar las pistas atravesando EEUU, en esta edición hay una dirección de arte que apunta a los escenarios llamativos y coloridos, con una ciudad más atravesada por la vegetación y la idea de sacar el mayor fruto posible del entorno.
Algo no menor, ya que en un juego de conducción variado no solo importa la efectividad en el diseño de las pistas, sino todo lo que nos rodea y suma visualmente a la experiencia que no aburre para nada. Tal vez uno de sus puntos más fuertes sea la estética general del juego, aunque a nivel detalles se empiezan a ver los hilos de alguna simplificación excesiva del mapa, en especial cuando nos encontramos en un vehículo aéreo y se nota cómo se desdibujan los detalles. Los mejores escenarios brillan en el contraste de las luces con la naturaleza, o aquellos momentos donde el atardecer nos acompaña en las carreras.
El segundo motivo, y no por ello menos importante, es para ajustar las dimensiones generales del mapa como respuesta a grandes críticas de la irrealidad de la escala norteamericana que se vivió previamente en la franquicia. Algo bastante positivo, porque el mapa nos invita a conducir para llegar a los diferentes puntos de interés mientras apreciamos el paisaje. Tendremos algunos coleccionables y eventos aleatorios que suceden como método de incentivo a la exploración por fuera de los puntos necesarios para completar las listas de reproducción, pero es un recurso que se agota velozmente. El mundo se siente un tanto vacío y no representa bien lo vivido que puede ser la ambientación paradisiaca. El mundo abierto como tal es la excusa para recorrer modos de juego pero es uno de los puntos fuertes que termina decayendo a las pocas horas de juego y tiende a ser un tanto tedioso como para querer estar ahí apreciando el paisaje.
La modalidad de juego se basa en las listas de reproducción -playlist- donde elegimos, a través de diversas temáticas, distintos desafíos acorde a la variedad de formatos de conducción. Tendremos varias desbloqueadas para iniciar, y otras que nos piden como requisito tener algún vehículo específico en nuestro taller, para así incentivarnos a pasar horas desbloqueando objetivos. De las más atractivas para comenzar es la llamada Hawaii Scenic Tour, que hace hincapié en la exploración y con una impronta más relajada en circuitos que apunta a recorrer las maravillas de la isla.
La idea es disfrutar y no competir, no importa en qué puesto terminemos las carreras de esta playlist porque el ganar solo será un extra. Nos acompaña Cara, la inteligencia artificial que funciona como nuestro asistente y nos irá recomendando en todos los circuitos de esta playlist que apreciemos cierto escenario autóctono mientras manejamos. Pero déjenme decirle lo tediosa que puede ser constantemente, comentando lo que hacemos durante el juego y, como si fuese poca cosa, no hay una forma simple de silenciarla.
De los mayores atractivos en The Crew, uno de ellos siempre fue la variedad de sus coches, y aquí hay una oferta total de 600 pero que son un pequeño engaño, ya que la mayoría son modificaciones del mismo modelo con otras calcomanías o un alerón agregado. Aún así, lo que sí funciona es la diversidad de playlists porque aporta diferentes experiencias y saca a relucir el lado arcade de Motorfest, que no busca ser un simulador de carreras con excesiva precisión pero sí brindar experiencias diferenciadas entre sí para cada tipo de jugador, exprimiendo la diversión pero sin sobreexplotar el factor de frustración que puede traer consigo un juego de carreras tan abarcativo. Se aprende rápido a controlar cada vehículo y las especificaciones de cada lista, aunque la experiencia general se vea disminuida en disfrute por la problemática inteligencia artificial.
Si bien no sucede como en otros títulos y no es demasiado errática, terminando por perjudicar la conducción, es cierto que la IA del juego no brilla y tiende a ser bastante negativo el resultado de las dificultades. Cada playlist presenta dificultades ajustables en cinco niveles, con variación de recompensas acorde a cada dificultad. El mayor problema es que las carreras pueden ser o muy fáciles o muy difíciles, con puntos medios que no funcionan correctamente y un desbalance injusto en cuanto a lo mucho que podemos hacer para ganar.
En gran parte, no va a depender de nuestras capacidades para la competición, sino en cuánto hemos modificado nuestro auto para que sea más veloz, con transacciones disponibles gracias a la cantidad de recompensas que hayamos ganado. Esto implica que la customización de los coches es importante, y no solo el aprender a jugar. Hay que dedicarle muchas más horas de juego a generar victorias por dinero para, consecuentemente, obtener mejoras, y no en el desafío de aprender a mejorar paulatinamente la conducción. Pero, de nuevo, es esperable que este sea el enfoque, guste o no, considerando el fuerte componente arcade del título.
De lo más destacable, y algo que termina por ser favorable, es el comienzo donde nos introducen todos los formatos de juego y la versatilidad de las playlists que no tienen un orden particular más que el que nosotros le demos, con una recompensa específica que es el coche que podremos utilizar en ciertas carreras en particular y en el formato de conducción libre del mapa. El apartado técnico es muy bueno, por momentos a nivel gráfico deja un poco que desear pero regala grandes momentos referidos a la iluminación general del entorno. Y si, Oahu brilla a la hora de ser el escenario que contiene esta oda a la cultura automovilística.
Podemos jugar en modo performance o en modo calidad, y en PlayStation 5 el resultado es más que positivo en lo que se refiere al desempeño general. No encontré problemas notorios en la respuesta de los autos ni mucho menos en la performance general del juego. El título funciona óptimo en la consola y, al contar con crossplay, hay facilidad para encontrar jugadores con quienes competir o compartir desafíos. Pero, la realidad, es que no hay tantos usuarios como se esperaría a una semana de su lanzamiento.
La profundidad de las playlists en su campaña principal es excelente, pero el resto de las propuestas de modos de juego como el Battle Royale se agotan al instante, funcionan para pasar el rato de forma anecdótica y espaciada. Made in Japan es brillante para traer el concepto de aventura callejera japonesa a la isla, o la playlist Vintage para los amantes de la historia de los automóviles más icónicos. Pero todo esto no alcanza para que la experiencia general no se agote bastante rápido, ciertamente el tiempo que pasé en la beta cerrada lo disfruté más que en las horas prolongadas del lanzamiento del juego completo.
El fantasma de las microtransacciones es otro gran problema si queremos obtener coches, y los vehículos por fuera de tierra no funcionan correctamente. Las lanchas tienen un sistema de manejo torpe y las avionetas son decepcionantes en su velocidad; tienen circuitos aburridos con checkpoints que no terminan aportando nada al juego cuando podría haber sido un factor extra que le agregue personalidad a Motorfest.
La clara impronta de Forza Horizon está presente y algo que creí que no desdibujaría la esencia de The Crew terminó siendo un análisis errado, porque su identidad a la larga se pierde y se vuelve más un intento de copia que una propuesta superadora. Sin dudas es un paso positivo en lo que respecta a la franquicia, y superador a sus entregas anteriores, pero no termina encantando y se diluye en el intento de querer parecerse al líder del género más que profundizar en la adrenalina del arcade que está latente en el título.
No es un título frustrante ni mucho menos, tampoco es una mala propuesta, pero sí se queda a mitad de camino al no lograr destacar por sí solo. El mundo abierto con el cual nos invita a recorrer las playlist previamente a desbloquear los viajes rápidos es atractivo en lo estético, pero se siente una ciudad fantasma donde nada ocurre y nuestro circuito de juego carece de diversión base. Las listas de reproducción son un gran aspecto, pero no todas son tan interesantes de explorar, dejando de lado la fuerte oferta de vehículos con experiencias anecdóticas que no valen tanto la pena. Lo positivo es que continúa apelando a la adrenalina de los arcades y, a pesar de querer imitar algo exitoso, no termina siendo una copia sin sentido.