¿Se imaginan tener un paraguas mecánico que nos permita planear, repeler balas y a la vez que sea una escopeta? El nuevo juego de Doinksoft, el estudio responsable de los geniales Gato Roboto y Devolver Bootleg, se propuso llevar esta idea digna del Pingüino de Batman a un plataformero de acción pixelado. Si a la originalidad del arma le sumamos una historia de venganza en mundo steampunk y un puñado de personajes pintorescos, obtendremos como resultado Gunbrella.
La historia nos pone en la piel de un hombre que regresa a su casa y encuentra a su mujer asesinada junto a un arma extraña. Sin mediar palabra, la toma y se acerca al pueblo más cercano para investigar el paradero del responsable y el de su hija bebé, que tampoco estaba en el domicilio. Gunbrella sienta así las bases narrativas de lo que será una historia de venganza condimentada con misiones secundarias y breves interacciones con los habitantes de este mundo en decadencia.
A medida que vayamos avanzando en la historia, que está contada enteramente a través de diálogos, nos enteraremos del origen de la peculiar arma y su dueño original. Eventualmente, conseguiremos enfrentarnos a la verdad, pero en el camino deberemos tomar algunas decisiones que afectarán ciertos aspectos de la aventura. No siempre serán opciones de diálogo o se presentarán como una decisión evidente. Algunas veces podrá ser cuestión de darle o no cierto ítem a otro personaje distinto a quien nos dio la misión. Otras, será teniéndole piedad a un rival rendido o ejecutándolo. Estas decisiones impactan a mediano o largo plazo y proveen el único factor de rejugabilidad de la propuesta.
El corazón de Gunbrella está en su jugabilidad, que derrocha agilidad y ostenta una movilidad asombrosa. Cuesta un par de intentos acostumbrarse, pero pronto estaremos usando el paraguas como escudo o levantando vuelo en diagonal solo para tomar a los enemigos por sorpresa. En algunas situaciones particulares, podremos hacer parry para reflejar proyectiles, pero la mecánica no está realmente aprovechada, es casi anecdótica.
La escopeta es de corto alcance pero ofrece un daño considerable, es el arma principal y se nota que el combate está pensado en función de ella. También, hay municiones adicionales que cambian la funcionalidad de nuestra arma: balas de fusil para larga distancia, lanzaminas adherentes, granadas, lanzallamas y hasta discos serrados. Estas pueden comprarse o conseguirse como loot pero, por lo general, escasean y dependeremos de la munición regular.
La progresión del juego es lineal y, si bien podemos hacer un puñado de misiones secundarias, no hay puzles ni misterios que resolver (a pesar de lo que sugiere la descripción del juego). Cuando encontremos al inventor, podremos mejorar el daño y la velocidad de nuestro paraguas especial, la vitalidad del protagonista puede expandirse permanentemente completando las misiones secundarias. Sin embargo, hay comidas que nos darán hasta tres corazones de armadura extra sin necesidad de desviarnos del objetivo principal.
Gunbrella es un juego que funciona bien. A pesar de esto, la versión de revisión presenta algunos problemas que espero estén resueltos para la fecha de lanzamiento. Algunos son superficiales, como logros que no salen, pero otros son más graves y pueden afectar el disfrute. Hay misiones secundarias que no se registran como completadas, aún cuando ya nos dieron la recompensa y animaciones de jefes que quedan en loop tras ser derrotados. A veces, si compramos muchos ítems a la vez, el juego se cierra solo, porque no nos permite elegir la cantidad y hay que hacer varias transacciones seguidas. La mayoría de estos detalles se resuelven cerrando los procesos y volviendo a cargar la partida anterior, pero no dejan de ser incómodos.
Más allá de los pocos bugs que encontré, el problema principal de Gunbrella es que no termina de profundizar en ninguno de sus puntos fuertes. Por un lado, tenemos el combate, que es ágil y aprovecha la movilidad del paraguas, pero no invita a utilizar ninguna de sus peculiaridades. Todos los enemigos pueden derrotarse con la escopeta, no hay necesidad de utilizar el resto de las municiones. Algunas son interesantes, pero no hay enemigos que requieran una estrategia diferente: nos acercamos y los reventamos a escopetazos.
Lo mismo sucede con la exploración. Hay algunos pasadizos ocultos, todos con algún cofre con recursos como premio, pero, salvando contadas excepciones, no hay más que un camino para avanzar. Si no podemos, es porque hay que hablar con el NPC correcto para que avance la historia. Incontables veces me encontré escalando los límites de los niveles buscando zonas ocultas, disparando a paredes para revelar secretos que realmente no existían. Gunbrella es un juego que aparenta ser mucho más profundo de lo que es y no es algo malo en sí, pero muchas veces se siente como una oportunidad desperdiciada.
Los combates contra los jefes son igual de simples. No hay que buscar mucho los patrones. Por lo general, se dividen en dos grupos: los que se nos tiran encima y debemos esquivar todo el tiempo y los que repiten dos o tres patrones idénticos, esto nos deja implementando la misma estrategia hasta que mueren. Una vez que mejoremos el daño de la escopeta, habrá espectaculares jefes que morirán al primer intento si nos ponemos a su lado y disparamos constantemente. Son hermosos, quedan geniales en las capturas de pantalla pero a la hora de jugar son chatos e insulsos.
Gunbrella es divertido y vistoso, pero no aprovecha sus propias virtudes y al terminarlo me dejó un sabor agridulce. A lo largo de sus ocho horas de duración me sentí desafiado en varias circunstancias, me maravillé con su hermoso pixel art y hasta conecté con la narrativa de venganza. Pero cada vez que conseguía la tan deseada inmersión, un elemento mediocre me sacaba de contexto. A veces un bug, otras un jefe ridículamente fantástico que prometía ser épico pero repetía dos patrones y moría en el primer intento. Es un paso hacia adelante para Doinksoft y ofrece una aventura de acción entretenida, pero no se casa con ninguna de las ideas que propone.