Con el estreno de La Sirenita (The Little Mermaid) en la plataforma de streaming Disney+ nos adentramos en un océano de aventuras y música que nos llevan directo a una época plena de nostalgia.
Con canciones pegadizas, colores estridentes y la voz de Halle Bailey (Ariel), La Sirenita logra completar todos los casilleros de lo que representa un gran musical. Rob Marshall, el director de esta película, también estuvo al frente de tres largometrajes con música, coreografías y canto.
Uno de los clásicos más grandes de la comedia musical de Broadway es Chicago, que nació originalmente como obra teatral, basada en los textos de la periodista Maurine Dallas Watkins en 1926, a partir de los crímenes reales que ella misma había cubierto para el Chicago Tribune. La historia, una crítica al sistema judicial, se convirtió en una obra musical para Broadway en 1975 dirigida y coreografiada por Bob Fosse.
En 2002 se le ofrece a Rob Marshall dirigir un largometraje basado en este clásico, y a pesar de no haber realizado nunca este género logra mantener el espíritu original y darle vuelo cinemático a la historia de Velma Kelly y Roxie Hart (Catherine Zeta-Jones y Renée Zellweger respectivamente), dos mujeres muy diferentes detenidas por un crimen pasional y que esperan su juicio en Chicago, durante los años 20. Canciones clásicas, actrices de renombre y giros narrativos son algunas de las características de esta adaptación.
En el bosque (Into the Woods, 2014) es otro escalón más en la experiencia de Marshall con los musicales. La película, protagonizada por Meryl Streep, James Corden, Emily Blunt, Chris Pine, Anna Kendrick, y Johnny Depp, se basa en la comedia musical estrenada en Broadway en 1987 que mezclaba las narrativas de Caperucita Roja, Jack y las habichuelas mágicas, Rapunzel y Cenicienta.
El guión del largometraje fue escrito por James Lapine, letrista de la obra original de Broadway, y significó una nueva nominación como mejor actriz para Meryl Streep (que no se llevó la estatuilla ese año, perdiéndola ante Patricia Arquette). La estética mucho más sombría (que recuerda mucho al universo de Tim Burton, con esos árboles gigantes y oscuros), y la posibilidad de mezclar historias fantásticas de los hermanos Grimm potenció el hacer audiovisual del director que puso a figuras muy reconocidas a cantar y explotar mejor sus herramientas.
La tercera no fue la vencida, ya que cuatro años después Rob Marshall volvió al musical contando nuevamente con Emily Blunt para la secuela de un clásico total: estamos hablando de El regreso de Mary Poppins (Mary Poppins Returns).
Mary Poppins nace de una serie de novelas escritas por Pamela Lyndon Travers, que se adaptaron a la pantalla grande a través de Disney en 1964, dirigida por Robert Stevenson y con canciones de los hermanos Sherman (que también hicieron las canciones de El Libro de la Selva, La espada en la piedra y Winnie the Pooh). Es la historia de una niñera mágica que visita a una familia disfuncional en Londres, y utiliza su estilo único para mejorar sus vidas.
La estética (que mezclaba actores reales con animación y fondos pintados a mano que emulaban tridimensionalidad), las canciones y el carisma de sus protagonistas (Julie Andrews y Dick Van Dyke) la convirtieron en un clásico absoluto. Recién en 2018 llegó la secuela oficial con Emily Blunt como Mary Poppins, acompañada por Lin-Manuel Miranda (la mente creativa detrás de Hamilton y las canciones de Encanto). Ubicada 25 años después de la película original, aprovecha la Gran Depresión de los años 30 para reencontrar a Mary con los niños originales ya crecidos. El espíritu lúdico y despojado, los grandes momentos musicales y la frescura de sus protagonistas la convirtieron en una gran secuela canónica.