Los amantes de los RPG estamos de fiesta. No solo tuvimos el genial Final Fantasy XVI, sino que estamos navegando los mares de la libertad con Baldur ‘s Gate III. Sin embargo, no todos tienen acceso a una PlayStation 5 o una PC con la capacidad de correr la nueva maravilla de Larian Studios: todos los demás nos volcamos a lo nuevo de Sabotage Studio.
Sea of Stars es un RPG que mezcla la estética pixelada de los juegos de antaño y nos golpea en el pecho con toda la fuerza de la nostalgia. Por eso es el momento ideal para sacar del olvido a esos juegos pixelados que supieron hacernos felices hace más de veinticinco años, pero que hoy en día ya no forman parte de la cultura popular.
Legend of Legaia
PlayStation tuvo uno de los mejores catálogos de RPG y, en medio de la abundante oferta, algunos títulos pasaron desapercibidos. Legend of Legaia es uno de esos juegos que aprovechaba el hardware de Sony para ofrecer un mundo tridimensional, pero lo más llamativo era el diseño de los personajes y un mundo en el que la naturaleza cumplía un rol importante.
El juego de Contrail contaba la historia de una misteriosa niebla que volvía violenta a una raza de criaturas mágicas que convivían en armonía junto a la humanidad. El combate era por turnos pero en base a ataques cuerpo a cuerpo y habilidades especiales. Cada dirección del pad tenía asignado un ataque y podíamos armar combos en tiempo real y los personajes tenían diferentes elementos y artes de combate. Era tan difícil como original, hoy en día es una joya perdida en el tiempo.
Lunar: Silver Star Story Complete
Lunar: The Silver Star es un RPG genial que pudo haber quedado perdido en el catálogo de la infame Sega CD, sin embargo Game Arts no se conformó con el tibio lanzamiento original. Gracias a eso tuvimos Silver Star Story Complete, una remake para 32 bits que salió en Saturn y PlayStation con mejoras técnicas, nuevos escenarios y un apartado técnico superador.
La historia hoy en día puede sonar trillada, pero responde a los cánones clásicos del joven humilde que descubre un destino inesperado. El título de Dragomaster le llega con una serie de eventos, nuevos amigos y la misión de derrotar a una heroína que se transformó en villana. Los diseños del maestro Toshiyuki Kubooka se lucen en las fluidas y hermosas escenas animadas que desarrollan la narrativa.
Alundra
En 1997, mientras el mundo se enamoraba de Cloud y Sephirot, Matrix Software nos invitaba a vivir las aventuras de un joven que podía entrar en los sueños de las personas. Luego de un terrible naufragio, Alundra llega a la aldea de Inoa y trata de ayudar a los habitantes con una epidemia de pesadillas que puede ocasionar la muerte.
El juego se desarrolla a través de una cámara cenital, explorando la isla y combatiendo en tiempo real. En su momento se lo comparó con The Legend of Zelda y, con una mano en el corazón, la influencia del clásico de Nintendo era innegable. Sin embargo Alundra supo encontrar un nicho de jugadores fieles que mantienen viva su memoria. Es un RPG de acción y aventuras que envejeció como un buen vino de guarda.
Breath of Fire IV
En la época en la que todo el mundo quería sacar el próximo gran RPG, Capcom no quiso quedarse afuera y apostó a crear una franquicia propia. Breath of Fire fue esa saga y, si bien nació en Super Nintendo, alcanzó su punto álgido en la primera consola de Sony. Algunos dirán que la mejor fue la tercera entrega, pero yo pongo las manos en el fuego por la siguiente.
Breath of Fire IV ostentaba un complejo sistema de combate por turnos, potenciado por una mezcla de escenarios en 3D y modelos de personajes diseñados en el pixel art más hermoso de la generación. Además de una historia increíble, un villano fantástico y un minijuego de pesca imposible de soltar, nos permitía aprender habilidades de diferentes maestros ocultos por el mundo y hacer combos con skills para potenciar sus efectos.
Dragon Quest VII: Fragments of the Forgotten Past
En la edad dorada de PlayStation, la nueva entrega de la saga emblema de Enix era un éxito abrumador en Japón. Su séptima entrega, secuela del juego de SNES de 1995 que para entonces no había sido publicado en occidente, marcaba el verdadero regreso de Dragon Quest. Sin embargo, por estas tierras pasó relativamente desapercibido.
Dragon Quest VII se aferraba a la estética de 16 bits, pero con un mundo poligonal, y si bien técnicamente no tenía nada que hacer contra los grandes RPGs de Square Soft, su impronta era deliciosa. Mezclaba el combate clásico de la saga, por turnos y en primera persona, con hermosos calabozos y escenarios en 2.5D. Su maravillosa historia lo transformó en un favorito de los fans y es el último bastión de la jugabilidad clásica de la saga.