Immortals of Aveum es una mezcla de conceptos interesantes unidos por un fantástico uso del Unreal Engine 5 y ejecutados de manera prolija. Si los analizamos por separado, todo debería resultar en un juego sobresaliente. Sin embargo, la suma de las partes no siempre equivale a un producto superior. Esto no quiere decir que estemos ante un título mediocre ni mucho menos, por el contrario, es una divertidísima aventura que por muy poco no alcanza el podio. Se entiende que es el primer trabajo de Ascendant Studios, pero se nota en el cuidado que le pusieron a los detalles que se trata de un equipo compuesto por veteranos del género.
Todo comienza con una escena distópica. Jak y Luna son dos huérfanos que se ganan la vida robando a los incautos, por lo general gente adinerada, y tienen una casa en la que hospedan a otros jóvenes en situación similar. Llegada la mayoría de edad, Luna quiere unirse al ejército para luchar en la Everwar (un juego de palabras que significa Guerra Eterna) y sus amigos tratarán de entenderla, incluso disuadirla. El inicio de la aventura nos muestra el costado narrativo del juego publicado por EA, dándonos a saber que vamos a tener que hablar y leer bastante, no estamos ante un simple FPS frenético.
Pronto cambia el clima y pasamos a la acción, Jak despierta una increíble conexión con la magia y nos presentan al equipo de magos que le da nombre al juego. Immortals of Aveum se toma su tiempo en sentar las bases narrativas, el protagonista es joven y curioso, comenzará su entrenamiento y en una suerte de tutorial extendido vamos a familiarizarnos con todas las herramientas a nuestra disposición. La magia es un elemento vital para la vida de Aveum. Algunos pueden usarla y otros no, esta diferencia marca también el status social de las personas y será un tema transversal a lo largo de la historia.
Uno de los grandes logros de Ascendant Studios es haber creado un mundo coherente, dividido en varios escenarios gigantescos, coloridos y muy vistosos. Hace gala de las bondades del nuevo motor Unreal. De hecho, es el primer juego AAA en aprovechar todas sus herramientas, siempre apuntando a mantener una experiencia fluida a 60 cuadros por segundo. Lo mejor es que, salvo contadísimas excepciones, que no puedo descartar que hayan sido por el build anticipado, lo logra con creces.
La otra cara de este hermoso mundo es una inconsistencia entre sus partes básicas. Vamos a ver un campo florido, muy verde, con árboles y cataratas preciosas y, a la vez, un molino genérico espantoso que se repite varias veces en cierta zona. Lo mismo sucede con los escenarios en sí, podemos pasar de uno super detallado y único a otro demasiado básico, casi reiterativo en su temática. Esto también aplica a los enemigos. Si bien cada uno aporta un componente importante a las batallas, en cuanto a lo estético, son pocos y se repiten mucho.
Tal vez sea una cuestión de gusto, pero salvo contadas excepciones, los diseños de las armaduras de los héroes y enemigos son genéricos. Esto incluye al gran enemigo Sandrak, que con la máscara puesta parece una suerte de Saurón con armadura tornasolada. No es algo que vaya a arruinarnos la experiencia de juego, pero sí hubiera sumado bastante tener un enemigo vistoso y genial. Lo mismo sucede con la vestimenta de Los Inmortales. Teniendo en cuenta que no estamos dentro de un universo rolero en el que el metal pueda interferir con los casteos, podrían haber aprovechado para diseñar armaduras espectaculares. Afortunadamente, los diseños de los sigils, nuestras armas, son mucho más vistosos. Brazaletes con ornamentos delicados y gemas incrustadas; todos tienen una vuelta de tuerca única.
¡Visualmente es genial! Para intercambiarlos, Jak hace un giro con la muñeca y un sigil se transmuta en el siguiente. Nuestro protagonista es un Triarch, eso significa que puede canalizar los tres tipos de magia. Immortals of Aveum requiere que vayamos cambiando constantemente de elemento, ya sea para resolver puzles o a la hora de combatir. Cada tipo de sigil modifica el daño, la cadencia y el tipo de disparo que ejecutamos.
La magia se clasifica por colores: verde, rojo y azul. La primera detiene la recuperación de vida del enemigo y sus sigils lo persiguen automáticamente, con una cadencia de fuego altísima como una ametralladora. La azul rompe escudos y sus sigils permiten ataques a larga distancia, con una cadencia intermedia y daño elevado. Finalmente, la roja interrumpe el ataque de los enemigos, con una cadencia baja pero un poder de fuego altísimo. Funciona como una escopeta o un lanzagranadas, menos rango y más daño. Ideal para atacar grupos de enemigos o quienes prefieran mantenerse cerca de la acción.
Además de los ataques propios de los sigils, Jak cuenta con un verdadero arsenal de habilidades con cualidades distintivas de cada color de magia. Desde una oleada que rompe los escudos que estén al frente, pasando por un torrente de rocas que van teledirigidas a los enemigos, hasta una onda expansiva que arrasa con todo lo que está a nuestro alrededor. Todas son útiles y cumplen una función específica, si no aprendemos a usarlas en el momento adecuado, habrá batallas que se volverán muy complicadas.
Immortals of Aveum desarrolla su propuesta sobre dos pilares fundamentales: la construcción del mundo y el combate. La primera es amplia, compleja y está repleta de detalles. En teoría es genial, Aveum tiene un pasado rico en historia y personajes memorables. Si investigamos, podemos inclusive conocer su mito fundacional y trazar una línea temporal coherente que nos lleve a la actualidad in game. En la práctica puede resultar denso tener que memorizar tantos sustantivos propios, todo tiene un nombre original y en algún momento podemos llegar a marearnos.
La historia está perfectamente contada a través de diálogos y cinemáticas de altísima calidad, realizadas con el motor de juego. Hay que destacar el nivel de las actuaciones de voz, la captura de movimientos faciales de los personajes y lo expresivos que son. Claro que no todos los NPC pueden ostentar ese nivel de animación, pero los personajes principales son realmente maravillosos. Esto ayuda muchísimo a la inmersión y nos mantiene interesados en la narrativa, aún cuando el plato fuerte sigue siendo la acción. Además, hay cientos de documentos sueltos que profundizan el trasfondo de cada lugar, pero por suerte son opcionales y la campaña se puede disfrutar perfectamente sin detenernos cada cinco minutos a leer un papel suelto.
El segundo pilar es el combate y acá sí que brilla el juego de Ascendant Studios. En una primera impresión, me resultó difícil aprender a apuntar y tuve que configurar la sensibilidad de los sticks y sus deadzones. Fue un trabajo arduo pero valió la pena, una vez que encontré mi zona de confort el combate y el desplazamiento se volvieron una experiencia muy satisfactoria. La acción es frenética, requiere que estemos atentos al tipo de enemigo que nos ataca para responder con el color de magia correcto, porque vamos a estar rodeados constantemente. Por esto, contamos con un escudo mágico que nos permite atacar desde cobertura y un látigo que sirve para atraer a los enemigos lejanos y desplazarnos a toda velocidad por el campo de batalla.
Admito que el combate puede resultar abrumador. El tener que ir rotando constantemente de sigil con un solo botón (le hace falta una buena weapon wheel) es poco preciso cuando estamos bajo presión y las explosiones de magia inundan la pantalla con efectos coloridos. Esto hace que no podamos ver bien a los enemigos y terminemos peleando medio de memoria. Hacen falta más indicadores visuales para saber desde dónde nos están atacando, en especial cuando llegamos a las zonas finales en las que un par de ataques fuertes pueden eliminarnos rápidamente. Afortunadamente, el diseño de audio está balanceado y, al menos jugando con auriculares, podemos intuir desde donde llegan los sonidos como para darnos vuelta a tiempo.
Immortals of Aveum es un juego largo y con una buena cantidad de actividades secundarias que extienden su vida útil. La campaña dura alrededor de unas veinte horas y, si le sumamos los puzles opcionales, los cofres ocultos, las dimensiones de desafío y “La cacería de los 6″ podemos alcanzar fácilmente las cuarenta horas. Los puzles están muy bien diseñados, subiendo la dificultad cuando se trata de desafíos opcionales, pero sin dejar de ser divertidos. A veces aparecen como parte de la campaña y proponen un cambio de ritmo más que bienvenido, otras como una incógnita a la distancia con la promesa de nuevo equipamiento, oro o experiencia para subir de nivel.
La progresión de Jak está atada a una barra de experiencia que nos otorga un punto de habilidad por nivel y nos permite adquirir un talento pasivo en una extensa grilla interconectada con más de ochenta en total. Algunos están dedicados a mejorar el daño de los sigils, otros añaden efectos secundarios a las magias (como una explosión cuando nos rompen el escudo o que la onda expansiva le baje la defensa por unos segundos a los enemigos que alcanza). Al comienzo parecen poco útiles, pero al final terminan por transformarnos en un tornado de magias y efectos secundarios vitales como recuperar vida al derrotar enemigos o poder cargar más rápido nuestro ataque especial (una suerte de Kamehame Ha de magia multicolor)
Así como es destacable el trabajo de Ascendant Studios en cuanto a la atención a los detalles, también lo es su genial apartado técnico y su combate frenético y divertido. A pesar de todo esto, también hace falta remarcar que hace agua en varios aspectos. Para empezar, nos imponen una forja para actualizar nuestro equipamiento que mejora nuestro daño y suma algunas mejoras pasivas, pero todos los sigils se sienten iguales. Más allá de las diferentes clases de sigils, que de por sí tienen sus características marcadas, lo único que haremos será modificar el daño. Así, el paso por la forja se volverá un trámite para actualizar el daño pero todo lo que forjemos se sentirá igual a lo que ya teníamos. Lo peor es que, al contar con recursos limitados, le queda poco lugar a la experimentación. Ni hablar de llevar varios sigils maximizados para adaptarnos a las necesidades de las batallas.
Los niveles se ven espectaculares, es innegable, pero están plagados de objetos y recursos genéricos que rompen la ilusión de estar ante un título con altos valores de producción, aunque sin duda lo es. Vamos a conocer ciudades, pueblos y aldeas vacías, con edificios inaccesibles muy parecidos entre sí. Algo que podríamos entender de un FPS que no nos permite explorar ni volver a los niveles anteriores a buscar secretos pero en una experiencia que nos invita a volver cuando desbloqueamos nuevas habilidades termina restando bastante. Si a esto le sumamos que los enemigos son pocos y que su diseño es poco atractivo, por más que batallarlos sea desafiante, la presentación general nos deja un sabor agridulce.ncian un nuevo estudio de desarrollo
En cuanto a la historia en sí, no hay mucho para decir. Es simple, directa y no tiene demasiado vuelo narrativo. Contrasta con el complejo y detallado trasfondo en el que se desarrolla. Lo mismo sucede con los personajes, no tienen crecimiento ni evolución alguna. Varios insinúan una profundidad que al final nunca se manifiesta. Si bien hay personajes bien escritos y hasta momentos memorables, al final del día siempre descansan en la seguridad de lo esperable y resulta decepcionante. Lo peor es que hay un potencial latente que podrían haber aprovechado, pero yendo a lo seguro Acendant Studios se encargó de entregar una historia que cumple, acompaña y no mucho más.
Immortals of Aveum es un divertido FPS mágico que se desarrolla en un colorido y espectacular mundo realizado en Unreal Engine 5. Tiene un sistema de combate frenético y ágil, un modesto componente de rejugabilidad y una propuesta fresca. Sin embargo, su historia predecible, personajes chatos y lo irregular de la presentación estética terminan siendo un lastre difícil de arrastrar. Cuando muestra su mejor cara es diversión pura, pero cuando la acción se frena y empiezan los diálogos, la exploración de zonas genéricas y la constante actualización en la forja, se puede volver reiterativo y hasta tedioso.
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