Menuda dificultad tiene sobre sus espaldas la nueva serie de Disney+, Ahsoka: debe encantar a su masa de núcleo duro que viene siguiendo a este personaje desde Star Wars: The Clone Wars, contener y mantener a los nuevos fans logrados a través de The Mandalorian, y, a la vez, ser lo suficientemente simple para enamorar a nuevos acólitos.
Para esto, la estrategia fue muy simple: si vamos a adaptar una secuela espiritual a la serie Star Wars: Rebels, vamos a traer a Dave Filoni para que dirija el primer episodio.
A partir de este momento, sigue leyendo bajo tu propio riesgo porque se vienen ¡posibles spoilers! (Para el resto de los datos puntuales, todo depende de cuán sumergidos estemos en el universo de Star Wars).
Leyenda viviente
La construcción del personaje de Ahsoka en el universo de Star Wars fue lenta, consistente y estratégica. La aprendiz de Anakin Skywalker iba a ser la responsable de humanizar al futuro genocida conocido como Darth Vader, a través de una relación cargada de fraternidad, respeto y punk rock.
Ahsoka pronto se ganó el corazón del fandom, tanto que terminó obligando a una temporada final de Star Wars: The Clone Wars, su introducción en una serie en proceso (Star Wars: Rebels), algunos cortos con historias de orígenes y de exilios, y una presentación en The Mandalorian personificada por la mismísima Rosario Dawson.
Mientras que en The Clone Wars la veíamos depender de su maestro y vivir bajo su sombra (para bien y para mal); en Rebels la supimos conocer como una jedi viviendo a escondidas de la sociedad. ¿Pero no fue al final de esta serie que iba a comenzar un viaje junto a Sabine Wren para entrenarla? Entender los vacíos en la historia, y seguir diagramando el universo cohesionado de Filoni que finalizará en una película multi-series es la razón del estreno -este pasado martes 22 de agosto- de Ahsoka, por Disney+.
El gran juego de la nostalgia
Todos los grandes equipos, las grandes bandas, las leyendas unidas, tienen su momento de segunda venida. Un eterno regreso amparado en el recuerdo de que todo tiempo pasado fue mejor. Y definitivamente Ahsoka es la capitalización absoluta de esa nostalgia, aprovechando el envión ofrecido por Mando, y tejiendo historias que hasta ahora parecían laterales al gran esquema Skywalker.
¿El primer indicio? Frases en furioso rojo atraviesan la pantalla de abajo hacia arriba explicando la coyuntura, con un fondo de estrellas y música estridente. La perfecta combinación de la trilogía original y la última temporada de The Clone Wars. Filoni, afilado.
¿Segundo indicio? Una nave de la República, de punta en blanco, es atacada por un hombre de negro con un sable rojo mientras soldados vuelan por los aires… ¿les suena de algo? Una escena calcada de Star Wars: Una nueva esperanza (Star Wars: A new hope, 1977), Rogue One (2016) y tantos otros momentos de la saga.
Ahora sí, vamos a lo nuevo… Ahsoka juega a ser Indiana Jones y está tras la búsqueda de un mapa, uno que consiguió por la inteligencia lograda a través de su prisionera Morgan Elsbeth (aquello que ya vimos en The Mandalorian). Todo es para presentar el McGuffin (término técnico que refiere a una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, pero carece de importancia en sí; sólo busca hacer avanzar la trama) de turno: una esfera metálica con dibujos astronómicos que puede tener el paradero del Gran Almirante Thrawn.
¿Thrawn? ¿El que derrotó Ezra Bridger en el final de Rebels y desapareció junto a él? Sí, la nostalgia funciona.
El reencuentro de la banda
En una comunicación radial interestelar, suena el nombre “Fulcrum” y quienes seguimos a estos personajes sabemos lo qué significa. Este era el nombre falso que usaba Ahsoka cuando la conocimos en Rebels, para las misiones especiales. Alguien de su pasado la convoca.
Llega el momento de las reuniones: aparece Hera Syndulla (interpretada en live action por Mary Elizabeth Winstead), se habla de Thrawn, de Ezra, del pasado y otra de las fichas que faltan: Sabine.
Sabine Wren (Natasha Liu Bordizzo) aún vive en Lothal, el planeta liberado por Bridger y toda la banda de Rebels. Es un espíritu libre y rebelde, a pesar que todo el pueblo que habita la admira y homenajea a su equipo. Intuimos que algo sucedió con Ahsoka.
Luego de la explicitación de algo que ya sabíamos (que Morgan es una de Las Hermanas de la Noche, también conocidas como las Brujas de Dathomir -aquellas que se alinearon a Darth Maul y le concedieron más poder-), llega lo que aparentemente será el centro neurálgico de la serie…
La relación Maestra / Padawan entre Sabine y Ahsoka.
Salteando pasos
Anakin Skywalker creció en la Orden a la fuerza producto de las Guerras Clónicas, su padawan dejó de lado a los jedis para encontrar su propia voz, y su hijo Luke se inició sin maestro fijo y nunca terminó el curso completo. Un repetidor de esos que siguen varados muchos años en el curso, y terminan tomando leche azul del pecho de una vaca intergaláctica.
La herencia del Skywalker-que-iba-a-equilibrar-La-Fuerza siempre fue dejar de lado el academicismo. Todo el aprendizaje se lograba a puro instinto y pasión… muuuuy cerquita del universo Sith.
Y parece que la manzana no cayó tan lejos del árbol: la relación entre Ahsoka como Maestra y Sabine como su padawan parece no haber funcionado bien. El final del primer episodio, y todo el segundo, se basa en esa relación, en lo no dicho, en los recuerdos, en el trabajo introspectivo de observarte en espejo contra tus figuras de autoridad.
Claro que en el medio hay algunas escenas de pelea (la Iniciada Sith con Sabine; o Ahsoka con una suerte de Caballero Oscuro extra fit) que pueden llegar a levantar el ritmo a base de coreografías y luces de colores, pero en el centro de la historia están ellas dos.
Circular
Ahsoka termina viendo en ella, maneras de manejarse de Anakin cuando era su Maestro; mientras tanto, nos muestran a Lothal con un plano calcado de Rebels y nos golpean en las entrañas de la nostalgia cuando vemos el mural dibujado del final cuál si fuera una pieza de museo histórica, plena en orgullo.
Todo es circular en Ahsoka.
Volver a encontrarnos con Chopper como si nunca nos hubiésemos despedido, ver cortar el espacio a Ghost (El fantasma, nave nodriza de la rebelión) manejado por Hera, ver a Sabine dejarse el pelo corto y volverse a poner su atuendo mandaloriano… todo apunta a volver a la punta del círculo.
Después de haber realizado todo un trabajo de avance y crecimiento, volvemos al punto de inicio para comenzar una nueva aventura con más herramientas; o también pueden ser miedos o incertidumbres, como en la relación entre Maestra y Aprendiz Jedi.
El mundo de la villanía parece darse un baño de estética a lo Juego de Tronos (Game of Thrones, 2011) cuando comenzamos a entender los planes de Morgan en una bahía con colores desaturados, virados levemente al azul y humedad alrededor. La magia comienza a tener su nivel de importancia y todo parece prepararse para un enfrentamiento que no sólo se basará en la tecnología. Volver a las fuentes primitivas.
Todo es circular.
El llamado a la rebelión
El ¿Sith? Baylan Skoll (interpretado con mucho tino por, el recientemente fallecido, Ray Stevenson) lo deja claro: el desarrollo de lo que suceda se convertirá en una guerra para algunos, y en una oportunidad para muchos otros. El genoma estratégico / táctico de Thrawn ya comienza a ser parte del menú…
Rosario Dawson compone a una Ahsoka adulta, algo cansina y realizada; muy alejada de sus anteriores iteraciones. Sus capacidades de lucha han crecido, veremos qué nuevas técnicas habrá aprendido.
Mientras tanto, el universo como si fuese un gran tablero de ajedrez holográfico (Dejarik para los amigos) va posicionando sus fichas para lo que será el regreso de uno de los villanos más poderosos e inteligentes de Star Wars. Y dado lo que fuimos viendo en las otras series de Dave Filoni, puede que estemos siendo testigos de la gran guerra secreta de esta galaxia muy muy lejana.
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