Fragmentada sigue a una agente que acaba de ser suspendida de un caso y que debe volver al pequeño pueblo de la Patagonia donde creció. Una vez allí, empiezan a salir los trapitos sucios y los recuerdos de su atormentado pasado.
La historia reúne todos los condimentos del género: protagonista que debe regresar a su lugar de nacimiento, que no tiene una buena relación con su hija adolescente y que debe enfrentarse a sus traumas y resolver un nuevo asesinato.
Con una temática que nos recuerda a algunas miniseries como Mare Of Eastown o Sharp Objects, Irina se ve envuelta en la desaparición de una joven del lugar, un caso que la toca muy de cerca al tratarse de la hija de una amiga de su infancia. Como a nadie parece importarle demasiado lo sucedido, deberá ponerse en el rol de detective y buscar pistas por su cuenta para dar con el responsable.
Su perseverancia y obsesión por encontrar la verdad serán los dos pilares que harán avanzar la trama hasta su resolución. Cuanto más cerca esté de atar cabos sueltos, más difíciles se pondrán las cosas, poniendo su vida y la de su propia hija en peligro.
A pesar de lo previsible de algunos giros dramáticos, el punto más interesante de Fragmentada está en ver cómo se construye la relación entre las tres generaciones de mujeres que ahora conviven en la misma casa. De a poco, se irán descubriendo los resentimientos, secretos y miedos que esconde cada una de ellas en paralelo al caso policial.
Ahí es en donde el cineasta logra retratar los momentos más verdaderos y genuinos del film. A pesar del peso que tiene el misterio a resolver, nunca se deja en segundo plano el drama humano.
Por su parte, el director señaló que al ser admirador de las películas de conspiraciones de los años 70′s, de policiales y thrillers de investigación, le interesaba crear una historia enmarcada en esos géneros cinematográficos y ubicada en nuestro país, con nuestra idiosincrasia, nuestros códigos y problemáticas.
Jazmín Stuart está casi todo el tiempo en pantalla y logra transmitirnos a la perfección el dolor físico y emocional que atraviesa Irina. Su sufrimiento es retratado desde los gestos y las miradas y destacamos la química que tiene junto a Beatriz Spelzini en el rol de su mamá enferma.
El relato pierde fuerza cuando se apoya en la búsqueda de la revelación del verdadero culpable, dando lugar a escenas que pueden resultar previsibles y que caen en algunos lugares comunes. No podemos evitar pensar que un formato de miniserie le hubiera sentado fantástico para explorar más la vida y las características del resto de los personajes del pueblo y poder elevar el misterio de que “cualquiera podría haber sido el responsable”.
De todos modos, el desarrollo del trío de mujeres, los escenarios de la Patagonia y la versatilidad de su protagonista, la convierten en un policial clásico que cumple con el objetivo de entretener en sus 120 minutos de duración.
PUNTAJE: 6/10
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