El poder de los sueños, los ídolos modernos, las irrefrenables pasiones humanas y los pormenores de los panteones divinos son algunos de los temas que obsesionan a Neil Gaiman, el autor británico que ha dedicado toda su obra a explorar y reimaginar el universo intangible que nos rodea y nos atraviesa. Desde sus humildes comienzos como guionista de cómics hasta su ópera magna The Sandman, las fuerzas ocultas que mueven los hilos de nuestro destino siempre fueron su mayor punto de interés.
Hace más de treinta años, concibió junto al genial Terry Pratchett (Mundodisco) la historia de dos enviados a la Tierra en nombre del Cielo y el Infierno, el ángel Azirafel y el demonio Crowley. Debido a su extensa estadía en el plano de los mortales y, aunque se nieguen a admitirlo, ambos se humanizaron y encariñaron con este mundo. Pero en su tarea de velar por el Anticristo y el final de los tiempos, descubren que tienen más en común de lo que creen y que sus intereses personales están mucho más alineados entre ellos que con sus respectivos mundos.
Good Omens (1990) se convirtió en una obra de culto entre los lectores de literatura fantástica y varias veces se intentó llevar a la pantalla, pero el recelo de sus autores por mantener la obra intacta fue mayor. Al enfermar de Alzheimer, Pratchett le hizo prometer a Neil Gaiman que adaptaría la obra con la mayor fidelidad posible, cuidando de mantener su legado. Dos días después de su funeral, Gaiman se dispuso a cumplir su promesa y empezó a escribir el guion de lo que sería una miniserie de seis episodios adaptando el libro completo, con pleno control creativo.
El autor eligió desde el formato hasta el elenco para su adaptación y se convirtió en el showrunner de la serie que estrenó por Amazon Prime Video en 2019, protagonizada por Michael Sheen (Inframundo) y David Tennant (Doctor Who), con invitados especiales como Jon Hamm (Mad Men) en el papel del arcángel Gabriel, Benedict Cumberbatch (Doctor Strange, Sherlock) como Satán y Frances McDormand (Fargo, Nomadland) interpretando la voz de Dios. La serie fue un éxito más allá de lo esperado y -para sorpresa de todos- se confirmó una segunda temporada.
A pesar de que no hay material original y que Neil Gaiman confesó haber sufrido bastante la experiencia como showrunner (“no vine a este mundo para tener discusiones sobre presupuesto”), la segunda temporada es un hecho -estrenó este 25 de julio- y el argumento es prácticamente un misterio, ya que la trama del libro se cubrió en la primera temporada. Mientras tanto, la segunda temporada de la serie The Sandman para Netflix también estaba en plena filmación, pero se detuvo por la huelga del gremio de actores que se sumaron a los reclamos del gremio de guionistas.
La primera temporada de The Sandman, estrenada el año pasado en Netflix, fue prácticamente un milagro. Una adaptación fiel e ingeniosa de un cómic virtualmente inadaptable, con más de tres mil páginas publicadas y una narrativa que se extiende en varias direcciones y expande los límites de su formato, tejiendo una compleja trama de conexiones entre diversas historias. Con Gaiman como productor ejecutivo, vigilando de cerca a su hijo pródigo, la serie supo captar la esencia de la historia original y traducirla al medio audiovisual con una primera temporada de diez episodios lanzados en simultáneo y, como sorpresa para los fans, dos capítulos especiales estrenados a posteriori.
Pero el éxito de Gaiman en la pantalla chica no es repentino y mucho menos, reciente. De hecho, sus inicios en el medio audiovisual fueron en una miniserie de la BBC en los noventa, con un guion que después convertiría en su segunda novela. Ese fue el principio de una extensa colaboración con el emblemático canal inglés, que quince años después llevaría a Neil Gaiman a escribir uno de los episodios más recordados y entrañables de Doctor Who, titulado “La esposa del Doctor”, en el que TARDIS (su legendaria máquina del tiempo y el espacio) cobra forma humana. Más tarde, escribiría dos episodios más y un especial para el universo whovian.
En 2014 escribió el guión de una serie animada de Eternals para Marvel, luego de trabajar durante dos años en uno de los mejores arcos del cómic. A la vez, su miniserie 1602, editada también por Marvel, tomó algunos de los personajes más populares de la casa de las ideas (como Spider-Man y los X-Men) para mezclarlos con figuras históricas. Un sello distintivo en la mayor parte de sus obras que borra las líneas entre realidad y ficción, para sumergir al lector (o espectador) en una dimensión paralela donde todo es posible. Mientras tanto en el cine, las adaptaciones de Stardust (2007) y Coraline (2009) le dieron mayor popularidad a sus personajes en el mainstream, pavimentando el camino para su gran era dorada en la televisión.
Como quedó demostrado con el éxito de Game of Thrones (2011-2019) de George R.R. Martin, el formato serializado (ya sea en televisión o streaming) es la mejor opción a la hora de trasladar estos mundos de fantasía tan complejos a la pantalla. En una charla con el autor de Canción de Hielo y Fuego, el mismo Gaiman confesó que la lograda producción de la serie de HBO fue la que lo alentó a dar luz verde al proyecto de The Sandman, para que finalmente el mundo pueda ver con sus propios ojos a Morfeo y el resto de los Eternos cobrando vida en la pantalla.
Con el estreno de Lucifer (2016-2021), la serie basada en el personaje de su creación para DC comics y de American Gods (2017-2021), que adapta una de sus novelas más famosas en tres temporadas, su nombre se estableció como una de las fuerzas creativas con mayor potencial a la pantalla chica. Ahora, con las segundas temporadas de Good Omens (2019-) y The Sandman (2022-) en camino, solo es cuestión de tiempo para que las productoras indaguen en su extenso catálogo literario para proponer la transposición de otros títulos al medio audiovisual.
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