No hace falta ser un iluminado para reconocer el impacto cultural y vigencia atemporal de Los Simpson en todo el mundo, desde su Estados Unidos natal hasta la lejana (tanto en geografía como en idiosincrasia) República Argentina. Durante décadas la serie animada retrató con un irreverente sentido del humor a la sociedad norteamericana, pero sus temáticas y formas fueron adoptadas casi universalmente, en especial en Latinoamérica gracias al inolvidable doblaje local.
Tenemos tan incorporado el Homero de Humberto Velez o la Lisa Simpson de Patty Acevedo que hasta nos resulta extraño ver la serie original en idioma inglés. Los chistes, nombres y juegos de palabras cobraron un tono localista y nos acercaron a esas problemáticas de una familia tipo en el pequeño y limitado pueblo de Springfield, una plantilla genérica que podría trasladarse a cualquier barrio suburbano de Estados Unidos o de cualquier parte del mundo.
Crecimos bebiendo las ocurrencias de los personajes creados por Matt Groening, adoptamos sus frases y las repetimos hasta el hartazgo, creando códigos internos entre gente que vio la serie -prácticamente medio planeta- y transmitiéndolas de generación en generación. A pesar de que el público le fue soltando la mano con el correr de las temporadas, su ADN está presente en la cultura de forma indeleble y el cariño que sentimos por Los Simpsons es proporcional a la cantidad de veces que vimos sus episodios repetidos, sin cansarnos nunca y descubriendo nuevos detalles cada vez.
Por eso, fue muy difícil aceptar cuando su creador decidió dar un paso al costado de la producción y, aún más, cuando anunció que estaba trabajando en otra serie que de alguna manera prometía ser su sucesora. No había chance de que quisiéramos de la misma manera a nuevos personajes y la comparación iba a estar siempre presente. Por eso, lo que Matt Groening hizo fue una genialidad: presentar una idea completamente diferente. Con diseños y un sentido del humor similar, sí, pero enmarcada en el género de ciencia ficción, con temáticas casi existencialistas y un tono mucho más moderno.

Cuando la angustia del nuevo milenio se nos venía encima y el Y2K amenazaba con colapsar la tecnología que recién empezábamos a entender, surgió esta propuesta conceptualmente atada a un futuro incierto. No solo con una historia futurista, sino con una premisa sobre el futuro mismo titulada -apropiadamente- Futurama. La nueva serie del creador de Los Simpson dejaba muy en claro que era algo distinto y no tenía intenciones de reemplazar a la popular familia amarilla sino de contar otra historia más cercana a las problemáticas que nos preocupan ahora.
Después de décadas y décadas de ver episodios de Los Simpson, la desconfianza dio paso a una genuina admiración por las capacidades del guionista y dibujante para reinventarse con su nueva propuesta. Pero, al principio, ni la propia cadena le tenía mucha fe, por lo que se emitió fuera del horario central de Fox… y superó todas las expectativas. Los sofisticados guiones de la serie, con un humor mucho más sutil y tramas que se retoman a largo plazo, fueron uno de los ganchos para una audiencia que ya tenía el paladar más refinado.

Matt Groening reunió a un equipo de lujo para contar esta historia (si contamos los títulos de todos los guionistas de la serie hay más de cincuenta años de estudios, entre científicos y otras disciplinas) y se salió con la suya. Todo comienza con Phillip J. Fry, un repartidor de pizzas común y corriente, entregando un pedido en el laboratorio Criogénica Aplicada de New York el último día de diciembre de 1999, cuando queda congelado “por accidente”, despertando mil años después.
El choque cultural de Fry con el mundo del futuro lejano es tan genial como desopilante y las aventuras que vive -que en un principio parecen simples enredos de capítulos autoconclusivos- terminan convirtiéndose en tramas más complejas, sin perder de vista el tono de humor ligero que exige una audiencia masiva para no convertirse en un programa de nicho. Así fue como Futurama supo conjugar lo mejor de dos mundos y ganar reconocimiento por mérito propio.

Ahora Futurama vuelve a las pantallas de streaming con su onceava temporada, justo cuando los formatos televisivos están mutando y la sombra de la inteligencia artificial se proyecta cada vez más grande sobre el talento de los creativos. Con Matt Groening y David X. Cohen nuevamente a cargo de los guiones, Disney promete que este regreso tendrá “su espíritu satírico intacto”, además de traer de vuelta todo el elenco original de voces. Y que la propuesta incluye algo para todos los gustos, tanto para el público nuevo como para los fans de siempre que finalmente conocerán el desenlace de los misterios de hace una década.
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