La guerra de las consolas es un título que persiste en la industria de los videojuegos como uno de los episodios más interesantes en su haber. En los últimos días, frente al intento de adquisición de Activision Blizzard King, la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC en sus siglas en inglés) le preguntó a Phil Spencer (CEO de Xbox) si su empresa había perdido la guerra. “Eso es una construcción social”, respondió.
Hace veinticinco años, Nintendo y Sega protagonizaron una batalla comercial por intentar acaparar un mercado unificado, ¿se repite la historia entre Xbox y PlayStation? La respuesta es sí y no. Hay mucho que analizar.
En 1983, se genera un crisis lo suficientemente fuerte en la industria como para que los pocos medios que cubrían la “moda” de los videojuegos planteen el fin de su existencia. Es otro episodio fuerte que en otra nota a futuro podemos desarrollar; pero algo importante para entender el contexto de aquellos tiempos es que Nintendo fue, en gran parte, el actor que lo cambió todo al lanzar el exitosísimo Super Mario Bros. (1985) en Nintendo Entertainment System, una consola hogareña que marcó un precedente importante al ser explosivamente vendida tanto en Japón como en Estados Unidos.
La industria en ese entonces estaba dividida por las capacidades técnicas de sus soportes: estaba la industria arcade, la industria de consolas hogareñas y la industria de videojuegos en PC. Particularmente, Nintendo pasó a dominar la segunda convirtiéndose en dueño y casi único actor principal que había en ese sector. Si bien no voy a entrar en la discusión final de qué es un monopolio y qué no, hay un consenso general acerca de lo que en la década de los ochenta y principios de los noventa había sucedido. En Estados Unidos, los videojuegos eran sinónimo de Nintendo.
Lo que se vivió más tarde fue una feroz batalla comercial relacionada, particularmente, al marketing de cómo vender las empresas. SEGA era uno de los principales competidores en el mercado de consolas y encontró una fórmula clásica pero eficaz para hacerle frente al poder absoluto que manejaba Nintendo: plasmar héroes y villanos.
La estrategia de esta empresa japonesa (con mucho foco en el mercado occidental) fue la de conseguir un nuevo público. Hasta la llegada de la generación de 16 bits, jugar en consolas era un hobby apuntado hacia niños y jóvenes menores de trece años. Por eso, la estrategia de SEGA se focalizó en adolescentes y jóvenes adultos. Publicidades de Sonic insultando a Mario, la GameGear dejando en ridículo a la GameBoy y un estricto trabajo de puesta a punto mostrando qué superior moralmente eras si jugabas en esa plataforma.
“La batalla que definió a una generación” es lo que se dice habitualmente de este evento y, cuando hablamos con personas que disfrutaron de su adolescencia en los noventa, un testimonio fácil de encontrar. La guerra de consolas sucedía en las oficinas de mercadotecnia de las empresas, pero a nivel jugadores, se vivía cómo un partido de fútbol: eras hincha de SEGA o hincha de Nintendo. Jugabas a la Super Nintendo o a la Genesis. Eras fan Mario o de Sonic.
Es relativo definir qué sucedió con este evento histórico porque muchas cosas sucedieron al mismo tiempo, pero la realidad es que, al menos como la conocíamos, SEGA murió. Tuvo que dejar de hacer consolas porque ya no era redituable. Entonces, ¿ganó Nintendo? Depende de dónde lo miremos, ya que en ese mismo momento histórico el mundo le daba la espalda al concepto familiar de los de Kioto y veía con mejores ojos las nuevas cualidades que ofrecía la PlayStation de Sony.
Sí, podríamos decir que Nintendo le ganó esa guerra a su contrincante. Pero el rol que la gran N cumplió en las últimas décadas del siglo anterior fue completamente arrebatado por las consolas de Sony. De ahí en adelante, y profundizando sobre todo con el abismal éxito de la PlayStation 2, Sony dominó el mercado de consolas a nivel internacional desde aquel entonces. Donde los videojuegos antes eran sinónimo de Nintendo, ahora son sinónimo de PlayStation.
A raíz de esto, Nintendo decidió ir por otro lado. Dejó de competir a nivel hardware y buscó una veta propia en el mercado apostando a gimmicks en sus consolas. No obstante, Microsoft decidió meterse en videojuegos y creó la Xbox. Conceptualmente, es la competencia directa de PlayStation y, sin dudas, la única empresa que intenta ofrecer el producto de vanguardia en cuanto a poder tecnológico para brindar la última experiencia en videojuegos. La primera Xbox sufrió el éxito de PlayStation 2 pero la Xbox 360 encontró muchos espacios en donde crecer frente a una PlayStation 3 que no tuvo su mejor lanzamiento.
Sin embargo, Xbox siempre estuvo a la sombra de su contrincante. Se le criticó la ausencia de exclusivos y videojuegos fuertes. Algo que Microsoft intentó subsanar con una catarata de compras gigantes que empezaron con Bethesda en 2020 y que planeaban profundizar con la mencionada compra de Activision Blizzard King. Y así llegamos al gran momento de la cuestión: ¿es esta compra trascendental para los videojuegos? Sin dudas es uno de los movimientos más grandes realizados jamás en la industria del entretenimiento. ¿Genera esto un nuevo episodio en la guerra de las consolas? Es una excelente pregunta.
Estamos ante un momento de quiebre por diversos factores que están afectando a la industria como la conocemos. Cada empresa tiene una estrategia diferencial y no es estrictamente necesaria una competencia para que todas se lleven su porción de la torta. Pero sí es cierto que la PlayStation 5 es un cambio de paradigma bastante grande en cuanto a Sony y su visión comercial: cada vez hay más estudios, más declaraciones, más papeles que indican lo poco seguro que es su negocio. Sus Triple A hiperrealistas y enormes son demasiado costosos para mantener a flote una división que es gigante para el usuario pero no tan grande como en otras empresas del rubro.
Por otro lado, Xbox claramente se encuentra en la vereda contraria. Su servicio de GamePass es uno de los adelantos más grandes de la última década, pero aún así no es una ciencia cierta su seguridad como negocio. Y también experiencias como Redfall dejan un sabor amargo que PlayStation pocas veces vio en productos internos. Un Sony que, en palabras de Microsoft, usa el dinero que gana para intentar eliminar del mercado a su competencia.
No hay dudas de que particularmente estamos viviendo un momento de batalla legal, más que nada impulsado por Sony, ya que la ausencia de Call of Duty en su plataforma significó un golpe duro. Sin embargo, es justamente lo contrario a lo que apunta Microsoft: su estrategia en las últimas semanas fue demostrar que ellos compiten en el cloud gaming, compiten contra Nintendo Switch, compiten en el mercado de celulares. No están intentando acaparar el mercado de consolas. Esta realidad no quita el hecho de que la posición de víctima en la que se posiciona una de las empresas más poderosas de todo el planeta es sumamente ridícula.
En concordancia con Phil Spencer, creo que hoy por hoy la guerra de consolas está ligada a una cuestión social. Creo que los “bandos” se mantienen al igual que en los noventa y los consumidores siguen eligiendo si bancan a Xbox o a PlayStation en una lucha que poco sirve ya que son productos que apuntan a propósitos radicalmente diferentes. La ausencia de mascotas y la despersonalización de la marca movieron el foco de debate y ya no se siente una batalla de clubes sino más bien de argumentos. Qué consola funciona mejor, cuál tiene mejores exclusivos, el factor económico que brinda GamePass, creo que el gran colectivo gamer discute frente a opiniones más objetivas en base a la prestaciones y no al apego que Nintendo y SEGA generaban en los noventa.
Sí creo que no estamos ni cerca de una guerra comercial como la que se vivió en esos años puertas adentro. Pase lo que pase en la FTC, tanto Sony como Microsoft seguirán facturando y sus productos seguirán vendiéndose. Ninguna empresa es tan específica en el rubro videojuegos ni lo suficientemente chica como para que termine cayendo a raíz de esto. Ahora, ¿se profundizará este conflicto? ¿Se realizará la venta de Activision Blizzard King? Solo el tiempo lo dirá. Y estimo que no falta mucho para eso.
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