Nintendo no suele crear nuevas IPs, pero cuando lo hace, es para desarrollar un concepto que reinvente la rueda o perfeccione una fórmula. Pikmin hace ambas cosas, y en esta ocasión, recupera sus primeros dos títulos encerrados en consolas que ya no tienen vigencia para demostrar que los videojuegos también pueden ser atemporales.
Cuando salió la Nintendo Switch, la empresa de Kioto estaba expectante por ver cómo podía cambiar de página frente a lo que significó uno de sus fracasos más grandes a nivel histórico: la Nintendo Wii U. Es por eso que el lineup de lanzamiento de la consola fue ir a la segura: Zelda y Mario mainline, recuperar los éxitos más cercanos y no mucho más. Seis años después, el panorama cambió y Nintendo no para de ofrecer contenido con un esquema cada vez más completo pero que requiere más de sus antiguos éxitos. Así nos sorprendió en febrero de este año cuando shadowdropearon Metroid Prime Remastered y así nos sigue sorprendiendo a mitad de año con el lanzamiento repentino de Pikmin 1+2.
Pikmin salió originalmente para Nintendo Gamecube en el año 2001. Su secuela se encontró disponible en la misma consola tan solo 3 años después. Ambas fueron llevadas luego a la exitosa Nintendo Wii bajo el lema de “New Play Control!” y se les agregó el control de movimiento que caracterizaba aquella consola. A diferencia de Pikmin 3, que con su versión deluxe había llegado a Nintendo Switch en 2020, esas fueron las últimas versiones que vimos de estos juegos. Así, año tras año se hizo más difícil disfrutar de estas primeras entregas ya que solo funcionan en consolas discontinuadas.
Si vamos a la definición concreta de qué es Pikmin, vamos a simplificarlo en un título de estrategia en tiempo real. Pero, como casi todo lo que hizo Shigeru Miyamoto en su carrera, esta obra es muy difícil de encapsular en un género por ser bastante diferente a cualquier otra.
Nos ponemos en la piel de Olimar, un extraterrestre cuya nave es averiada y, para poder volver a nuestro planeta de origen, deberemos reparar juntando treinta piezas. En nuestra travesía conocemos a los Pikmin, pequeñas criaturas tipo planta que podremos utilizar a disposición para concretar diversas tareas y cumplir el objetivo que tenemos previsto.
En ese contexto, Pikmin se termina volviendo una metáfora al trabajo y una comparación directa con nuestra capacidad para hacer varias tareas a la vez. Nuestro rol es dirigir a estos seres para que hagan todo lo que nosotros queramos, gestionando sus tiempos en cada tarea y supervisando que lo hagan de la manera más eficaz.
Hay diferentes tipos de Pikmin y cada uno sirve para diferentes situaciones: los rojos son los más normales, los azules pueden nadar, los amarillos pueden cargar rocas explosivas. A su vez, tenemos que recuperar treinta objetos pero también tenemos solo treinta días para hacerlo. Si somos muy consistentes a la hora de recuperar piezas y logramos reunir varias en un mismo día, vamos a estar más tranquilos el resto de la experiencia. Todo lo contrario si algunos días no conseguimos encontrar ni siquiera una. Un detalle muy elocuente, sobre todo para su época, es que en Pikmin nunca perdemos. Hay tres finales diferentes relacionados a la cantidad de piezas que hayamos logrado conseguir en esos treinta días.
Pikmin 2 se presenta como una evolución natural del primero. En jugabilidad, se dedica a grandes rasgos a ampliar lo que ya conocíamos: más pikmins, más enemigos, más formas de interactuar. También tenemos un modo multijugador y hay dos personajes principales en vez de uno. Y le agrega rejugabilidad al presentar diferentes modos de juego que se escapan al de historia como Batalla y Desafío. En retrospectiva, Pikmin 1+2 son tan similares que hasta tiene sentido hoy verlos como un paquete.
De estas remasterizaciones podemos sacar dos conclusiones igual de ciertas: por un lado, lo increíblemente bien diseñados y adelantados a su época que estaban estos títulos para funcionar al nivel tan pulido que lo hacen ahora. Por otro lado, más allá del aspecto visual, prácticamente no hay trabajo de Nintendo en estas nuevas versiones. Tiene sentido ya que es extraño ver clásicos de la Gran N a mitad de precio en la tienda, pero muchas limitaciones siguen exactamente igual que hace veinte años: situaciones donde los controles son poco precisos, la IA de los Pikmin que no resulta ser la mejor y trabas en una jugabilidad que es tan precisa como una consola de aquella época permitía. A su vez, y cerrando el círculo, todo esto revaloriza lo bien que se juega y lo extremadamente adelantado que estaba en su tiempo.
A diferencia de lo que sucede con PlayStation (y en cierto punto Xbox) donde buscan tener lo último en videojuegos, Nintendo considera a sus IPs como obras completamente atemporales. Es por eso que llegan estas versiones, a modo de preludio de lo que será Pikmin 4, el primer título nuevo de la franquicia en 10 años.
En un mundo digital y globalizado, donde ofrecer contenido a tu audiencia está sumamente naturalizado, Nintendo encontró una veta en aprovechar esta atemporalidad de diversas maneras. En los casos más antiguos, de Nintendo 64 para atrás, sumándolo a Nintendo Switch Online + Expansion Pack, en los casos más recientes, como Nintendo Wii U, haciendo versiones deluxe de sus juegos. Todo lo que estaba en el medio (Gamecube, DS, Wii, 3DS) había quedado en un limbo difícil de tratar. O era suficientemente nuevo como para ofrecerlo en una suscripción o suficientemente viejo como para remasterizar y sacarlo a un precio competitivo. Con los juegos de GameCube, parecería que encontraron un camino al realizar estos shadow drops: sacarle rédito a joyas antiguas, usarlas como campaña de marketing para otros lanzamientos y, al mismo tiempo, generar el elemento sorpresa en un Nintendo Direct. Win-win.
No me extrañaría ver a Luigi’s Mansion o el rumoreado Paper Mario: The Thousand Year-Door llegando bajo esta modalidad a Nintendo Switch. Muchas veces se criticó a Nintendo por portear antiguas obras a precio full time. Esta nueva veta ofrece los juegos a mitad de precio, a sabiendas de que no hay mucho trabajo detrás. Incluso Metroid Prime Remastered que sale 10 dólares más tenía un trabajo mucho más complejo.
Pikmin 1+2 no es un remake, ni siquiera lo podría considerar una remasterización. Simplemente es la llegada de dos joyas que en su tiempo no lograron visibilizar, como podrían haberlo hecho, para poder ser disfrutadas más de veinte años después. Si nunca jugaste a la franquicia, es bueno arrancar por acá ya que no son tantos juegos y es muy divertido ver el progreso título tras título. Si alguna vez los probaste, quizás sea mejor que esperes a Pikmin 4.
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