REVIEW | Indiana Jones y el Dial del Destino: Harrison Ford se despide del mítico personaje en una última aventura

Indiana Jones y los Cazadores del Arca Perdida, Indiana Jones y el Templo de la Perdición e Indiana Jones y la Última Cruzada están en el top de las mejores películas de aventuras de la historia del cine. Producidas y dirigidas por Steven Spielberg, las tramas siguen a un arqueólogo y profesor universitario que vive increíbles aventuras alrededor del mundo enfrentando a nazis y en búsqueda de tesoros perdidos.

Con ochenta años, Harrison Ford desempolva nuevamente el sombrero y el látigo y retoma el papel de Indy por última vez. Aunque tendremos una primera secuencia del actor recreado con CGI para transportarnos a su juventud, la mayoría de las escenas nos muestran a un Harrison retirado pero listo para enfrentarse a los nazis y seguir con la tradición de la saga.

Esta vez, la acción ocurre en los años sesenta, cuando EEUU está a punto de llegar a la Luna. Henry Jones está por jubilarse y vive una vida rutinaria que se verá interrumpida cuando un ex-nazi que trabaja para la NASA (Mads Mikkelsen) busca obtener un dial legendario que podría cambiar el curso de la historia.

La película retoma la fórmula estándar de las producciones de Indiana: empieza con un prólogo del personaje (a veces en forma de flashback) que va a estar conectado con el resto de la narrativa y un objeto perdido con un enorme poder que debe ser encontrado por nuestro héroe antes de que caiga en malas manos.

Así empieza una aventura contrarreloj a través de distintas partes del mundo donde nos encontramos con trampas letales, amistades del pasado, escenas en aviones, templos misteriosos y a veces… serpientes.

El problema de Indiana Jones y el Dial del Destino es que no toma riesgos en las escenas de acción y apunta directo a lo seguro. Esto provoca un inevitable efecto deja vu en la mayoría de sus secuencias. Si son fanáticos de las anteriores seguramente recordarán momentos como cuando Willie debe atravesar un pasillo lleno de bichos para salvar a Indy en El templo de la Perdición o cuando nuestro héroe pierde su sombrero en lugares o viaja en el famoso sidecar (la motocicleta con acompañante).

Si se acuerdan de estos y de otros momentos emblemáticos de la saga, mucho de lo que vamos a ver en la última entrega se va a sentir como un refrito de las anteriores.

El uso de la nostalgia también juega como un arma de doble filo: Por un lado nos gusta reencontrarnos con personajes icónicos como Marion y Sallah y, por el otro, hay momentos donde se apela demasiado a esto para tapar algunas ausencias evidentes de lo que supo ser el mítico Indiana Jones. Aunque Mangold decide no llevar los guiños de sus predecesoras al extremo como ocurrió en las recientes Jurassic World: Dominio o Ghostbusters: Afterlife, se busca recurrir a esta suerte de “homenaje” más de lo que uno quisiera.

Un gran acierto en el cast fue la decisión de elegir a la actriz y comediante Phoebe Waller Bridge (Fleabag) como Helena, la ahijada del protagonista. Ella entra a la vida de Indy porque ha estado obsesionada con el dial durante años y hará lo necesario para conseguirlo. Mantiene el espíritu y las características de su protagonista, es ferozmente independiente, apasionada y perseverante, pero además se introduce como la heroína que faltaba en las películas Indiana. Siempre contamos con mujeres fuertes en el pasado (en especial cuando hablamos de Marion) pero nunca dejaron de ser el interés amoroso de Indy. También es importante destacar que la química que tiene con Harrison Ford en esta relación nos recuerda un poco a la dinámica con su padre (interpretado por Sean Connery) en la tercera parte.

En conclusión, Indiana Jones y el Dial del Destino es un digno cierre de la historia y es superior a La Calavera de Cristal, aquella cuarta entrega que se estrenó en 2008 y con la que los fans decidimos fingir demencia colectiva para hacer de cuenta que nunca existió.

De todos modos, a la película de Mangold le sobran 25 minutos y le faltan frases épicas y escenas de acción memorables por lo que sigue estando a años luz de las tres obras maestras del cine de aventuras que nos trajeron Spielberg y George Lucas en su momento. Eso sí, es imposible que no se nos ponga la piel de gallina cuando escuchamos la banda de sonido de John Williams.

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