De los videojuegos al cine: cuando las grandes ideas se marchitan y hay que recurrir a lo seguro

OPINIÓN | Las adaptaciones de juegos a la pantalla grande tienen mucho potencial, pero algunas películas no supieron aprovecharlo.

La primera película de Mario fue un desastre.

El afán de adaptar videojuegos al cine para tener un éxito asegurado es un mal de estos tiempos que comenzó hace treinta años atrás. En una nota que escribí hace algún tiempo, estuve hablando sobre los videojuegos que adoptan costumbres de la industria del cine, estos títulos, que cada vez son más cinematográficos, ofrecen experiencias más inmersivas en cuanto a su narrativa. Más allá de su resultado, y hablando particularmente de su aspecto más técnico, hay títulos que usan recursos narrativos -que antes eran solamente del cine- para poder generar, desde la empatía, emociones más fuertes, reales y tangibles.

Más allá de lo expuesto, tenemos un lugar lleno de dicotomía, que resulta ser ese intermedio donde, sin tener el don de la creatividad, se realizan películas que intentan adaptar diferentes videojuegos.

El cine, como cualquier expresión artística, tiene sus puntos altos y bajos, representados por exponentes que logran alcanzar la fama por ser demasiado buenos, o la condena social por, justamente, lo contrario. Los años noventa, según los que saben, fueron como un puñal para el cine en general. Esto no quiere decir que no hayan salido grandes joyas pero sí hay que destacar que fue un punto inflexivo donde el cine comenzó a perder fuerza creativa. Las películas eran refritos de ideas a causa de, paradójicamente, la falta de ideas. La baja calidad de las propuestas y la necesidad imperiosa de recaudar dinero cueste lo que cueste, hizo que muchas grandes productoras vayan a lo seguro.

En esta búsqueda, se intentó tomar franquicias con éxito y explotarlas. Así comenzaron a salir remakes, precuelas, secuelas e incluso spin-off de películas que habían tenido éxito años atrás. De todas formas, tampoco hay que creer que todo fue un éxito como se esperaba, ya que no le significó a la industria del cine grandes exponentes.

Mejor no hablar de las películas de Resident Evil.

Como las adaptaciones de libros a la pantalla grande era algo que se hacía hace años, comenzó la adaptación de comics y de videojuegos. En este segundo grupo nos vamos a centrar. Muchos videojuegos tienen historias simples y esto no tiene nada de malo. El juego logra ser un gran exponente por su gameplay, quizás, o porque la apuesta va por otro lado. Pero muchos otros juegos acompañan todo esto con historias increíbles, llenas de poder, fantasía y terror. Condimentos que, de ser explotados en el cine de la forma correcta, podrían lograrse cosas realmente llamativas. Al menos en teoría, pero existe un pequeño problema: el abuso de la libertad creativa frente a títulos tan marcados en sus fanáticos.

No me quiero extender demasiado, para quienes estén adentrados en el tema seguramente no habrá ninguna sorpresa, voy a nombrar las que son, para mí, las seis peores adaptaciones de videojuegos en el cine. Vale aclarar que no menciono ni franquicias grandes (léase Resident Evil) ni ninguna de las películas del irrespetuoso Uwe Boll, porque en este último caso, merecen tener su propia nota especial. Al contrario de lo que supone ser una nota de recomendaciones, esta podría ser una nota de lo que no recomendarías nunca, y si ya las vieron, mi más sincero pésame.

Para comenzar -celebrando el éxito de la actual película animada- imposible dejar de lado a una de las primeras adaptaciones de videojuegos, me refiero a Super Mario Bros. (1993), una película terrible que buscaba colgarse de la fama del personaje icónico de la querida Nintendo. Con una historia que intentaba ser adulta, un Koopa vestido de mafioso que se parecía más a una lagartija gigante de jardín que a lo que realmente es y un sinfín de personajes que no tenían nada que ver con la historia original. Este es el primer ejemplo del uso desastroso de una franquicia famosa a nivel mundial. Y sí, quizás Mario en sus comienzos no tenía una historia fuerte donde se pudiera construir cimientos, realmente, solo era “avanzar, rescatar princesa, seguir”, pero, de ahí a todo el contexto que se le dio hay un abismo de libertad creativa bastante polémico.

Un año después, en 1994, algo similar pasó con la adaptación de Double Dragon, el éxito de arcades, donde básicamente tenías que pegarle a todo lo que se movía para lograr, también, un rescate. La película está llena de actuaciones paupérrimas, una historia que, si bien se basaba en el videojuego, intentaba tener ápices de libre creatividad que la hacían aún más absurda. Mientras Super Mario Bros. intentaba darle credibilidad a la cinta poniendo actores como Bob Hoskins, John Leguizamo o Dennis Hopper, Double Dragon ponía como villano a Robert Patrick, el robot de metal líquido de Terminator 2: Judgement Day.

La película de Street Fighter hoy en día ya no es tan recordada.

También en 1994, y muy a pesar de sus fanáticos, salía la adaptación del videojuego de lucha por excelencia: Street Fighter. Si hablamos del videojuego, cada personaje tiene una historia que fue avanzando a medida que salían nuevos títulos y muchas de esas historias se iban relacionando entre los distintos personajes, haciendo una trama general cada vez más fuerte que se volvía más compacta e interesante. Street Fighter The Movie tira todo esto a la basura y construye una historia a medias tintas que logra dar vergüenza ajena, así como también las actuaciones de todos los involucrados en la cinta. No la salva ni haber puesto a Jean-Claude Van Damme (que estaba pasando uno de sus peores momentos) ni a Raul Julia en los papeles claves.

Para los más eruditos del cine, solo nombrar al director Uwe Boll ya es motivo suficiente para saber que algo malo va a seguir en estas líneas. House of the Dead de 2003 es una de las adaptaciones más espantosas que se lograron hacer, y eso que este director siempre tuvo un gusto particular por adaptar y arruinar grandes videojuegos. En el caso de House of the Dead, no solo la película encara una historia que intenta ser una suerte de ¿precuela? de lo que mostraron los videojuegos, sino que, además, tiene una narrativa absurda. Como adaptación es irreverente, se nota que el presupuesto es ínfimo y, por ende, los actores son dignos del olvido. The House of the Dead fue un exitoso título lanzado por Sega para los arcades, un shooter en primera persona que marcó un antes y un después.

¿Recuerdan ese juego de lucha de Tecmo tan controversial al que tildaron toda su existencia de sexista? Bueno, su adaptación al cine fue tomada de la misma forma, solo que el resultado fue peor de lo que se esperaba y solo logró ser un muestrario de chicas lindas en paños menores haciendo nada, subestimando por completo al espectador. Estamos hablando de DOA: Dead Or Alive (2006), una película absurda con una historia incoherente, basada en un videojuego que, de por sí, ya tenía una historia bastante sosa como para que una adaptación cuente algo interesante.

En un año donde The Matrix había roto cualquier expectativa y había modificado la forma de ver el cine, salía una cinta de ciencia ficción llamada Wing Commander, “adaptación” del famoso videojuego de combate espacial. La verdad es que pocas palabras hay para describir esta película. Los efectos especiales son completamente acartonados, teniendo en cuenta que películas como Alien o Blade Runner ya tenían 20 años de vida. Y no hablo solo de su calidad sino de lo poco que representan al ideal del videojuego. De todos los juegos que expuse hasta el momento, Wing Commander tiene la historia más compleja, pero la película se encarga de recortarla y destruirla en pos de que el actor Freddie Prince Jr., el galán del momento, salga en pantalla más veces de las que tenemos ganas de verlo.

Seguir leyendo