“Soy Ammarantha Wass, soy ciega desde los 2 años y travesti de nacimiento, ¡quien me respeta, me trata en femenino!”, así se presenta una de las lideresas trans más reconocidas de Bogotá, que actualmente cursa su pregrado en Pedagogía Comunitaria, con énfasis en derechos humanos, en la Universidad Pedagógica de Colombia.
Trabaja con diversas asociaciones y colectivos sociales de Bogotá, pero su objetivo es la promoción de derechos de las poblaciones con disidencias corporales y de género, entre las que se encuentran las personas con experiencias de vida trans.
Infobae Colombia habló con ella con motivo del Día de la Visibilidad Trans, que se celebra cada 31 de marzo, fecha pensada para señalar las violencias y discriminación que padecen las personas trans, materializada en las miradas de incomodidad que se dan hacia ellas, en las tasas de 90% de desempleo, o en sus bajas tasas de esperanza de vida (que en Colombia es de 35 años).
Infobae: ¿Cuál es el mensaje para los colombianos en el Día de la Visibilidad Trans?
Ammarantha Wass: No son mensajes que otras no hubieran dicho, recuerdo a la Coqueta, una líder que ahora está cabellando en San Cristóbal Sur, cuando decía «Bueno, yo quiero empezar diciendo que las personas trans somos personas».
Se nos ha deshumanizado, esta sociedad tiende a legitimar la violencia contra ciertos grupos poblaciones, y en esta hemos calado nosotras como objetivo. Esas violencias están justificadas por agentes como la iglesia, la política, las elites dominantes y por una sociedad civil hipócrita que observa y calla. Que con su silencio permite que tantas violencias sucedan.
No es un lugar donde nos paremos a decir «¡pobrecitas nosotras!», sino que se trata de todo ese andamiaje social, político, económico y demás carreta que se torna en contra de esos grupos poblacionales.
Los colombianos y colombianas deberían entender esto, somos personas y existimos desde la mismísima creación, y pues que el hecho que como personas tengamos acceso a derechos no significa que buscamos la reducción de las dignidades de otras personas.
No estamos detrás de los cargos de poder, ni de las elites, creo que no es nuestro afán, nuestro interés es el derecho a existir dignamente, sin que nos maten, que no se nos vulnere por razones de género.
Infobae: ¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentan las personas trans para vivir una vida libre de violencias?
AW: Pienso en otra activista, Laura Weinstein del GAAT, ella murió en tiempos de pandemia, pero siempre hablaba de cómo había cinco derechos vulnerados, principalmente a la hora de ejercer nuestra ciudadanía: La movilidad, que nos obliga a existir en ciertos barrios o en ciertos sectores, y el libre desarrollo de la personalidad, ahora recuerdo esos dos.
Los obstáculos son de tipo moral, cultural, económico y político, por los lugares sociales a los que nos han empujado históricamente. Las barreras siguen estando en todos los aspectos, si nos metemos en lo cotidiano sigue la carga moral que se genera contra ciertas poblaciones.
A una, como ciega, la tildan de limosnera. El prejuicio con las trans es que son putas o peluqueras, esos lugares sociales a los que la gente nos empuja hace que sea difícil dejarlos y que se normalice vernos en ellos, entonces cuando estamos en otros lugares se incomodan. Eso habla mucho de cómo la sociedad no es capaz de recibirnos, de recibir nuestros cuerpos, nuestras dinámicas, nuestras identidades, nuestras apuestas.
Yo como profe me estrello mucho y le explicó a otros profes que mi idea no es que de un salón salga todas maricas, machorras y travestis. Mi afán es que precisamente esas infancias que están allí pensándose su identidad de género, que están sin comprenderse, porque la sociedad no les explica nada y nuestras familias tristemente no suelen ser esos núcleos de apoyo y de afecto que deberían ser.
Creo que el que exista una profe travesti, una ministra travesti, que estemos en diferentes espacios, hacen que existan espacios de proyección para niños y niñas disidentes del género, lo mismo pasa con la discapacidad, el hecho que las personas nos vean otros espacios ayudan a que no solo nos lean desde la caridad.
Infobae: Sin embargo, en las últimas semanas personas como Charlotte Callejas han sido nombradas en altos cargos del gobierno, ¿cómo impacta esto en la vida de otras personas trans?
AW: El hecho de que Francia Márquez esté donde está no significa que las condiciones para la gente negra hayan cambiado en el país, ni en sus territorios. Es generar posibilidades, porque en realidad no es garantía de nada.
No es garantía de que las situaciones cotidianas cambien, sobre todo porque depende del escalón social en el que se encuentren las personas. No es lo mismo para las mujeres trans que están en la academia, que para las que están en la calle, enfrentamos violencias que se transversalizan.
Si soy trans y trabajadora sexual, y como el trabajo sexual no está regulado en Colombia, toda la criminalización recae en las prostitutas, reciben la violencia de todos los actores sociales: los tombos, los ñeros, los clientes y proxenetas, pero la lucha está en cerrar las brechas para que puedan estar en el espacio que quieran estar.
Seguramente no estoy de acuerdo con una travesti tomba, pero tiene derecho a serlo. A que exista esa posibilidad y que las únicas opciones no sean unas u otras, sino que se generen todo el abanico de posibilidades sociales que existen para el desarrollo, para el goce pleno de los derechos y de la ciudadanía.
Necesitamos profesoras en las aulas, a las artistas que hacen voguing en la calle, a Brigitte Baptiste, necesitamos que cada espacio tenga una representación digna de nuestras existencias. Insisto, esto no es solo una cuestión trans, sino del conjunto de grupos sociales que la sociedad escupió para abajo.
Infobae: En los últimos años, han existido muchos avances sociales para las personas LGBTIQ+, ¿qué queda pendiente?
AW: Pendiente todo, porque los avances mayoritariamente han sido para otros grupos de lo que llaman el paquete LGBTI, entonces las personas trans hemos quedado relegadas de lo que se ha logrado.
Las luchas que se han ganado son miseras victorias jurisprudenciales, el hecho de la cédula, que claro que es importantísimo, pero no impacta en las dinámicas de las personas que están en la calle, en lo cotidiano y en las zonas de más alto impacto. Se ha avanzado en algunas cosas, pero necesitando una ley integral trans.
Una ley que recoja nuestras particularidades y necesidades, diferenciadas de las poblaciones gais, lesbianas y bisexuales, todo ese combo que lleva a que nos digan «¡pero ustedes tienen mi matrimonio igualitario!»
Resulta que las trans no estábamos necesitando matrimonio igualitario, porque todavía se nos seguía dando bala en la calle, nuestras necesidades son el diario vivir, la existencia, el derecho a existir. Los maricas y las lesbianas pasan de agache, Las trans no, se nos nota que somos travestis porque irrumpimos en el espacio. Claro se ha avanzado mucho en otros sectores, pero lo trans es lo más relegado y también somos el caballito de batalla para otros.