A sesenta años de prisión fue condenada Laura Katalina Zamora, una mujer transgénero que, en la actualidad, se encuentra privada de su libertad en la cárcel La Picota de Bogotá. Laura, que ahora lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+, desde la prisión, es la protagonista de ‘Transfariana’, una película colombofrancesa que estuvo presente en la más reciente versión Berlinale, el Festival Internacional de Cine de Berlín, en Alemania.
Laura no solo es la única persona trans con una pena tan larga en América Latina, condena que fue rebajada a 52 años, sino que también tiene una relación amorosa con Jaison Murillo, excombatiente de las FARC y ahora militante del partido político creado por los exintegrantes de esa guerrilla tras el acuerdo de paz firmado entre esa desaparecida organización ilegal y el Estado colombiano, en ese entonces, presidido por el exmandatario Juan Manuel Santos.
En una charla con Infobae Colombia, uno de los productores de la cinta, Guillermo Quintero, y una de las protagonistas de la misma, Daniela Maldonado, entregaron detalles de la realización de esta entrega audiovisual y del caso de Laura, aquel que quieren que sea revisado nuevamente por la justicia para dar una condena justa a Laura, pues, según Daniela, la mujer paga una pena que no es coherente y que, además, sería consecuente de un evidente caso de discriminación por su identidad. Laura Katalina, es de destacar, fue condenada por los delitos de hurto, secuestro extorsivo y concierto para delinquir.
“Este es uno de esos documentales a los que les podemos llamar ‘documental mundo’ o ‘río’, porque abarca muchos personajes e historias dentro de sí mismo. Es una ‘peli’ que a través de cinco personajes se pasea en diferentes momentos de la historia colombiana reciente, desde el 2016 hasta el 2018, más o menos”, explica Quintero al hablar de los múltiples temas que aborda la cinta, no solo desde el espectro de la violencia en Colombia, sino también de lo que permea a la comunidad LGBTIQ+ y a los excombatientes que luego de la firma buscaban reintegrarse a la vida civil.
Esta historia, cuenta Quintero, inicia en el año 2016, cuando el director de ‘Transfariana’, el cineasta francés Joris Lachaise, entró a la cárcel La Picota para hacer un par de proyecciones de la película que estaba promocionando, en aquel entonces, llamada ‘Lo que queda de la locura’. El director, en la cárcel, en medio de un conversatorio con los presos sobre la cinta, conoció a la pareja conformada por Laura y Jaison. Ambos hablaron de su relación y de las dificultades que habían tenido que atravesar, hasta el momento, por el lazo romántico que compartían.
Por un lado, Laura tuvo que ser trasladada desde el sector en el que están los detenidos por delincuencia común hacia el patio en el que estaban los excombatientes de las FARC. Su identidad como mujer trans, cuenta Quintero a Infobae Colombia, y su pasado como trabajadora sexual del barrio Santa Fe de Bogotá, generaba múltiples tensiones dentro del patio en el que estaba, por lo que fue trasladada, por su seguridad.
Las dificultades, sin embargo, no se detuvieron allí, pues, luego de conocer a Jaison en aquel patio, de enamorarse de él, y de hacer su relación pública, Jaison fue víctima de discriminación por parte de sus compañeros. Fue tal el rechazo que sus camaradas optaron por enviar una carta al secretariado de las FARC para removerlo de su cargo como líder de la organización de la cárcel. La solicitud que no fue aceptada, pues la decisión del secretariado falló a favor de la pareja.
“Para nosotros esta película es una plataforma que visibiliza la injusticia de la que Laura ha sido víctima, en particular. Estamos convencidos de que ella ha sido víctima de un caso de discriminación judicial. Lo que queremos es que este documental sirva, primero, para que se conozca su caso; segundo, para encontrar a alguien que nos pueda guiar o acompañar para encontrar los mecanismos legales que nos permita revisar su caso”, intervino Quintero.
Daniela Maldonado, activista y una de las fundadoras de la Red Comunitaria Trans, destacó, en la misma charla con Infobae Colombia, que lo que ha pasado con las identidades trans es que, desde antes de la Constitución de 1991, han sido criminalizadas. “Se supone que luego de esa Constitución eso cambia, en teoría. Antes, la Policía detenía a una persona por usar prendas femeninas. Se criminalizaba por delitos que ni siquiera existían. Laura fue criminalizada tres veces: por ser trans, por ser trabajadora sexual, y por el delito en sí”, detalló.
“Mira, si una persona trans tuviera acceso a derechos económicos, sociales, culturales, pues seguramente tendría posibilidad de hacer más cosas. Seguramente tendría un trabajo, una vivienda, acceso a educación. Todas esas cosas son negadas debido a la construcción de nuestra identidad. Eso, finalmente, nos pone en espacios totalmente reducidos en los que lo único que nos queda para sobrevivir o supervivir es estar en márgenes violentos. Eso nos deja por fuera de la participación de muchas cosas”, dice Maldonado al insistir que la discriminación es una problemática histórica y estructural.
“Todas las políticas tienen un enfoque muy cisgénero. Están pensadas para y desde las personas ‘cis’. Todo lo que se construye es desde allí, eso te deja por fuera de estar incluida. Es importante ampliar la mirada sobre la manera de construir políticas públicas, la institucionalidad, los procesos en las penitenciarías. Todo”, recalcó.
Hacerle frente al caso de Laura Catalina no ha sido fácil. No solo es un proceso costoso y difícil de abordar, sino que también cuenta con otras aristas que se dirigen al desconocimiento del tema. Dice Daniela, por ejemplo, que no hay una abogada trans que pueda abordar el caso desde la mirada que debería tener. Así mismo, cuenta Maldonado, es difícil captar la atención de alguien que asuma el mismo, al final, dice ella, desde el imaginario de discriminación que puede haber sobre Laura, se trata “de una travesti y puta”.
“Es un tema de voluntad política. De interés. Pues, es una travesti puta y además criminal, o sea, está todo el prejuicio que recae sobre ella. Está el prejuicio de la cárcel también, la gente dice ‘no, es que si está en la cárcel es porque se lo merece’. Eso siempre es difícil. Tú comparas el caso de Laura, con un tipo como Alfredo Garavito, que además ahora es pastor y no sé qué, un hombre que asesinó y violó a una cantidad de niños. Laura es una mujer trans, es víctima de exclusión y de discriminación estructural. Eso habla de cómo las leyes son pensadas y de cómo aplican en algunos y en otros no”, agrega Daniela.
De acuerdo con Guillermo Quintero, se ha pensado en crear un espacio de donaciones para, con la visibilidad que le da la película al caso, se pueda generar una acción para que se evalúe su caso. La financiación, según Daniela, ha sido una de las cosas más complicadas en el proceso de querer ayudar a Laura.
La película trajo una conclusión importante, dice Daniela, pues da a entender que los excombatientes y la comunidad trans tienen algunas cosas en común, entre ellas, el olvido al que fueron sometidos y la justicia social que buscan en la actualidad. “Queremos equidad, ser reconocidas. Ellos son excluidos y vistos como monstruos., Nosotros también. A ellos los criminalizan, a nosotras también. Hay muchos puntos de encuentro. Está bien podernos hermanar”, concluyó.