El 30 de abril del 2016 fue uno de los días más felices en la vida de Karenina Álvarez. Ese día se casó de manera simbólica con su novia, Morayma Rejas. Ninguna de las dos jamás imaginó estar caminando juntas al altar en el Perú, de la mano de sus papás, en medio de la mirada emocionada de su familia y amigos.
Pero lo hicieron y aunque no recibieron un papel oficial que certificara su unión ante la ley, esta celebración sentó un precedente e inspiró a muchas personas dentro de la comunidad.
“Recuerdo que ese día lloré durante gran parte de la ceremonia. No solo porque me sentía emocionada porque nos estábamos casando, sino porque al hacerlo estábamos dándole esperanza a toda una comunidad y rompiendo esquemas”, cuenta Karenina a Infobae.
Su pequeña hija, Zoe, llevaba un tutú de arcoíris y ellas, dos vestidos blancos y coronas de flores. Pero aunque los detalles materiales tuvieran un significado especial, lo que más resaltaba era la felicidad de la pareja. Los aplausos y vitoreos no se hicieron esperar cuando Morayma empezó a cantar, tampoco cuando Karenina, en medio de su discurso, aseguró que ninguna legislación iba a detener su amor.
La presidenta de la organización Familias Homoparentales Perú menciona que querían tener una boda simbólica no solo para celebrar su relación, sino también por un tema de reivindicación. Buscaban recordarle a la sociedad que existen y que su familia es igual de válida que cualquier otra. También que están en la lucha porque se reconozcan sus derechos y no se van a rendir.
El 12 de febrero de 2022 varias parejas siguieron sus pasos y en un local en el Centro de Lima, separado especialmente para la ocasión, se dieron el sí. Este evento anual, que lleva por nombre ‘El amor no discrimina’, impulsado por la Red Peruana TLGB, inició hace 20 años como un besatón en Miraflores. Una forma de protesta y de celebración.
Con certificado de matrimonio, torta de cinco pisos, un arco de flores y música romántica de fondo, los participantes vivieron un momento único y pudieron sellar su unión con un beso frente a todos los presentes.
El lema de este año fue ‘El amor también es vida’. Eduardo Juárez, vocero de la organización, explica que esto implica que el matrimonio es más que solo la firma de un documento, el intercambio de anillos u organizar una fiesta. Que puedan, eventualmente, conseguir el reconocimiento legal significa también el acceso a seguros de salud, pensiones de viudez, patrimonio compartido y el derecho a visitas en hospitales como cónyuges, entre otras cosas.
Karenina agrega que el matrimonio también protege a los hijos, al asegurarles una pensión de alimentos en caso de una eventual separación o la tenencia compartida. Pero que el estado civil en el DNI no corresponda con la realidad impide sobre todo que las dos partes puedan ejercer la maternidad o paternidad de manera oficial.
“En la situación actual no existe ninguna protección para nuestras familias. Vivimos en total desamparo. Si, por ejemplo, dos mujeres tienen un hijo en común y una de ellas muere, él podría terminar en el Inabif o viviendo con un familiar que no permite que lo vean. Al final perdería a sus dos mamás”, dice.
La Segunda Encuesta Nacional de Derechos Humanos de Ipsos, relevó que existen más de 1.7 millones de adultos que se identifican como no heterosexuales. Esta es la población a la que el Estado peruano le sigue dando la espalda, agrega Eduardo.
¿Matrimonio igualitario o unión civil?
En octubre de 2021, la congresista Susel Paredes, que en una oportunidad también se casó en uno de estos eventos comunitarios, presentó el proyecto de ley de matrimonio igualitario. Sin embargo, a la fecha la iniciativa legislativa no ha sido considerada.
En contraposición, el congresista Alejandro Cavero propuso que en su lugar se lleve a debate la unión civil.
La organización Más igualdad, que ha sacado adelante un proyecto que busca visibilizar la lucha de las parejas LGBTIQ+ por conseguir casarse en nuestro país llamado Sí acepto, no está de acuerdo con la segunda opción.
Bruno Fernández, su director ejecutivo, mencionó que las uniones civiles no está reconocidas universalmente y no tienen la misma certeza legal que un matrimonio.
“Es sorprendente que venga esta propuesta cuando los actuales estándares de derechos humanos señalan que lo que corresponde es ampliar las figuras ya existentes. No se trata de crear nuevas”, señala Fernández haciendo referencia al matrimonio civil igualitario.
En eso, Karenina y Eduardo están de acuerdo. Ella, además, anima a todas las parejas que tuvieron el privilegio de poder casarse en el extranjero, a regresar e iniciar una batalla legal para se le reconozca en nuestro país. Mientras más personas haciendo presión, mejor. Así, en un futuro no muy lejano, podrán acceder a este derecho los que no tienen la posibilidad de costear algo que ni deberían.
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