“La Rose”: así fue la noche para perrear sólo entre mujeres

Ciudad Cultural Konex fue sede este viernes del Festival Rose, el show exclusivo de mujeres más grande de Latinoamérica que nació en Argentina como una propuesta para pasar una noche segura y divertida sin varones

El viernes, el Konex se colmó de mujeres para vivir la Fiesta Rose

“Baila morena, baila morena, perreo pa’ las nenas”, cantan a coro desde la pista donde la DJ Black Jagg se luce con unos enganchados reguetoneros. Es la primera de las artistas que este viernes explotaron Ciudad Cultural Konex en el Festival Rose, un invento argentino que se transformó en el show de chicas más grande de América Latina. En esta edición, la música siguió a cargo de la DJ rosarina Pauli Frangi en un mano a mano con Quimey Toro, y Brenda Asnicar con la presentación de su último disco.

“En enero nos fuimos de gira con la Rose y recorrimos Córdoba, Mendoza, Rosario, La Plata, San Luis y Mar del Plata. Nos presentamos en Montevideo hace unos meses y metimos 500 mujeres. La semana próxima, entonces, vamos a viajar de nuevo a Uruguay. Y nos contactaron para ir a Barcelona, a Madrid, a Lima y a Ecuador en diciembre. Ojalá se dé”, dice Quimey Toro, casi sin entender cuándo se volvió tan grande su idea.

Tres chicas a pura diversión. "La Rose" es la fiesta exclusiva para mujeres más grande de Latinoamérica

“En 2021 yo estaba produciendo una fiesta queer, pero con ganas de producir mi propia fiesta de chicas. Me asocié y armamos la primera el 4 de marzo de 2021 en un bar de Palermo. Fue un absoluto éxito. Como todavía estábamos con las restricciones de la pandemia quedó gente afuera”.

Los varones no tuvieron el acceso, negado en esa primera experiencia rosa. La fiesta estaba claramente orientada a las mujeres de la comunidad LGBTIQ+, y así lo promocionaban en los flyers, pero igual se franquearon los pases.

El show de Brenda Asnicar

Quimey comparte con Infobae el momento en que sintió urgente redefinir las convocatorias: “El Festival Rose fue creciendo, se fue expandiendo. Del bar pasamos a boliches, con más público. Pero en paralelo empezaron a darse situaciones de acoso. Por ejemplo, enganchamos a pibes sacando fotos y difundiéndolas en grupos de Whatsapp. Alcancé mi límite la vez que presencié cómo un grupo de cuatro varones agarraban a chicas para hablar de una manera media turbia, y se ponían insistentes si ellas no querían. Después le tocaron la cola a una mujer de seguridad. Los sacaron del boliche y, encima, se agarraron a piñas en la puerta. Toda una situación innecesaria que me hartó. Así decidí prohibir el ingreso de varones. Lo sentí como algo de fuerza mayor”

Hoy “la Rose”, como la llaman las habitués, es exclusiva para mujeres. Hay mujeres esperando para cachear en la entrada, hay mujeres sirviendo tragos en las barras, sacando fotos, garantizando la seguridad, en el guardarropa, en la boletería, en las cabinas, en el escenario. Muy de cuando en cuando aparece un empleado acarreando una caja o se ve transitar al familiar de alguna de las artistas, y su presencia se siente. Se espesa el aire. Como si fastidiara.

Dos chicas en pleno perreo. La fiesta está más orientada a un público LGBTIQ+, pero se incluye a las mujeres heterosexuales

“Acá me siento re segura precisamente porque no vienen tipos. Esta fiesta es mi lugar. En la Rose me siento auténtica, me siento yo”. Jury tiene 22 años y espera con dos amigas el malón de más amigas que va a llegar pronto. Aunque la ventolina de la madrugada insiste en recordar que el invierno no se retiró, Jury se le anima a una musculosa de bretel finito.

Flor, en cambio, eligió camisa con cuello abotonada hasta el tope: “Estuve bastantes veces en la Rose; en el bar Moly y en Groove. Me parece hermoso. El hecho de ser tan seguro porque somos solo mujeres… podés bailar tranquila, sabés que si te pones en pedo no te va a pasar nada, que nadie te va a meter nada en el vaso. Podés maquillarte, vestirte como querés. Podés ser vos, ser libre. Era necesario tener un espacio para nosotras”.

Junto a la pista de baile, la fiesta ofreció servicios para aplicarse glitter, cortarse el pelo y peinarse, pintarse, hacerse tirar el tarot o ganar premios en una ruleta

Flor habla con sus labios fuego y los ojos repletos de purpurina de colores. Vino así, pero podría haberse glittereado dentro del Konex. Junto a la pista de baile, la fiesta ofrece servicios para cortarse el pelo y peinarse, pintarse, hacerse tirar el tarot o ganar premios en una ruleta.

Julieta tiene 20 años y afán por resaltar lo que entiende como puros aciertos: “Soy de Quilmes. Tengo casi dos horas de viaje. Es que me gusta en serio esta fiesta porque me siento cómoda. Me gustan las mujeres y no estoy a gusto en los bailes que son de heterosexuales. No me siento cómoda entre varones. Acá me siento tranquila. Quimey Toro hizo algo increíble. A mí me enorgullece venir y ver mujeres libres. Generamos compañerismo estando juntas”.

Las DJ Pauli Frangi y Quimey Toro -fundadora de la fiesta- le pusieron música a "La Rose"

Sin embargo, no deja de preguntarse por qué hizo falta el gueto: “Estaba la necesidad, pero por otro lado me parece una cagada que tengamos que andar entre nosotras porque no podemos sentirnos libres, cómodas y seguras con los varones”.

Sin ocultar la impronta diversa, el Festival Rose se propone como una opción para todas las mujeres. Las heterosexuales también son bienvenidas.

Quimey define los límites: “No queremos que únicamente vengan lesbianas y bisexuales. No es un requisito excluyente ser de la comunidad porque el lema principal de la fiesta es darle forma a un espacio libre de violencias y de abusos para las mujeres. Para todas las mujeres. Las heterosexuales conocen un ambiente lindo, relajado y tranquilo que las convoca. Pueden bailar en paz sin que nadie las joda”.

Una multitud de mujeres copó Ciudad Cultural Konex el viernes por la noche

Yamila elige a los varones para entablar vínculos sexo-afectivos. Pero ese dato no la deja afuera de la Rose: “Siempre la pasé de 10. Jamás me sentí desubicada. Escuchás reguetón, trap, pop, música disco. Suelen participar excelentes DJs y artistas de distintas disciplinas. Es un flash entrar y ver los rostros de tantas mujeres disfrutando de la noche. Siempre lo recomiendo y nunca me cuestioné siendo hetero si daba ir o no. Soy una mujer y soy una más. Además a muchas nos pasó de vivir situaciones incomodísimas en otros eventos, porque hay hombres que te acosan insistiendo en sacarte a bailar, que invaden donde estás, te besan de prepo o nos tocan partes íntimas. Entonces, sin intención de generalizar y de meter a todos en la misma bolsa, siento que en Rose podemos disfrutar en paz”.

Cande aporta otro ítem para sostener rosada la balanza: en Rose a nadie parece preocuparle ni ocuparle cómo luzcas: “En los boliches heterosexuales hay muchos requisitos que son una mierda: si sos gorda te miran mal y no entrás; si no tenés tacos te miran mal y no entras; si estás vestida muy masculina te miran mal y no entrás. En Rose no hay códigos de vestimenta, ni de nada. Eso fomenta un sentimiento de libertad y de poder ser y mostrarnos cómo somos. Es un proyecto hermoso”.

Fotos: Nuria Jaraba Bodda

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