Las personas autistas que son parte de la comunidad LGTBIQ+ tienen mucho que decir

Contrario a la imagen infantilizada que se tiene de los autistas, muchos tienen identidades de género y orientaciones sexuales distintas a la norma.

Enunciarse como autistas y miembros de la comunidad LGBTIQ+ los hace más vulnerables.

“¿Cómo vas a ser trans si eres autista?“, le han dicho más de una vez a Fran Riba, activista y acompañante psicológico. En un mundo que entiende el autismo como una enfermedad en lugar de lo que realmente es: una condición en la que el cerebro funciona distinto al típico, esto no le sorprende, pero no significa que no le duela.

Desde la infancia supo que no se sentía como una niña, pero tampoco como un niño. El género no era algo estático. Ahora que tiene 31 años y mira sus fotos del pasado, se da cuenta que tampoco se vestía como su entorno esperaba que lo hiciera.

Pero su diagnóstico de autismo llegó varios años después de que se enunciara como una persona trans. A partir de ahí, su lucha por existir en una sociedad que no está preparada para lo diferente, se hizo más intensa.

“Ser autista y parte de la comunidad LGTBIQ+ es vivir en un estado de vulneración constante. Yo he sentido que he salido del clóset dos veces”, menciona a Infobae.

Explica que una de las razones por las que esto pasa es porque la sociedad tiene la idea equivocada de que los autistas son niños eternos. Solo haciendo una búsqueda rápida en Google, podemos comprobar que tiene mucha razón: lo primero que aparecen son imágenes de pequeños jugando con cubos de colores.

“La gente cree que los autistas y, en general, las personas con discapacidad no somos seres dignos de sentir deseo o de dar y recibir placer. Esta es una idea violenta y capacitista”, dice.

El capacitismo es entendido como la discriminación o el prejuicio social hacia las personas con discapacidad y es el principal responsable de que no se respeten sus derechos sexuales y reproductivos. Derechos que, de hecho, están protegidos por la Constitución Política del Perú.

Muchos autistas desafían las convenciones sociales desde la infancia. (Foto/Andina)

Cuestionándolo todo

En septiembre de 2021 se presentaron los resultados del estudio más grande que se ha hecho hasta la fecha sobre autismo y diversidad sexual. Fue dirigido por el equipo del Centro de Investigación de Autismo de la Universidad de Cambridge.

Esta investigación reveló que las personas autistas tienen ocho veces más probabilidades de tener una identidad de género u orientación sexual distinta a la norma.

Para Victoria Chauca, que tampoco se identifica con ningún género, la explicación puede estar en que, como autistas, está en su naturaleza hacerse muchas preguntas, romper esquemas y no dejarse llevar por lo que la sociedad dice que se debe hacer sino les hace sentido.

“No tengo una explicación científica para eso, pero creo que el hecho de que no encajemos hace que nos cuestionemos todo y ahí entra también el tema del género y la sexualidad”, afirma.
Neuroqueer es el término acuñado para definir sus experiencias.

Riba está de acuerdo. Agrega que no suelen estar muy pendientes de qué va a pensar el otro y eso hace que puedan vivir su identidad con más libertad. A pesar de las dificultades que enfrentan, que puedan ser más fieles a lo que creen le parece maravilloso.

Para la neuropsicopedagoga, Alejandra Montoya, también tiene que ver con un tema sensorial. “Es un cerebro que procesa la información de forma distinta. Los sonidos, las texturas, los olores se experimentan de una forma que las personas neurotípicas no van a poder entender porque el mundo sí está hecho para ellos. Es lógico que en términos de sexualidad también haya una experiencia fuera de la norma”, explica.

Existe un término para describir sus sentires y fue acuñado por Nick Walker, investigador, autista y queer en 2008. Se trata de neuroqueer, una forma de incluir a todas esas personas neurodivergentes que rompen con la heteronorma y con las convenciones sociales.

“La mejor mejor forma de abordar este tema es hacerlo con naturalidad, desde una mirada educativa, informativa y sobre todo dándole un espacio a las mismas personas autistas para hablar sobre sus experiencias en primera persona. Solo así podremos vivir en un lugar más respetuoso, amigable y seguro para las diversidades “, finaliza Riba.

SEGUIR LEYENDO