Theo Montoya presentó “ANHELL69″, una “película trans”, en Venecia

La comunidad LGBT de Medellín aparece retratada para ahondar en sus sueños, dudas y temores

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El colombiano (1992) compite en
El colombiano (1992) compite en la Semana Internacional de la Crítica, sección paralela del festival italiano, con “ANHELL69″, su debut tras pasar por Cannes hace dos años con su corto “Son of Sodom”.

Theo Montoya estrenó en Venecia su primer largometraje “ANHELL69″. La cinta cuenta una historia oscura, “trans, sin límites o géneros” donde se ve lo que desea su propia generación, mientras que un carro fúnebre recorre las calles de Medellín, ciudad natal del director, y los refugios del mundo LGBT.

“La película es muy personal, habla de mi universo, habla de mis amigos y quería que a través de ellos se entendiera algo que está pasando en mi ciudad, en Colombia y creo que en muchas partes del mundo”, explica a Efe el joven realizador en la Mostra veneciana.

El colombiano (1992) compite en la Semana Internacional de la Crítica, sección paralela del festival italiano, con “ANHELL69″, su debut tras pasar por Cannes hace dos años con su corto “Son of Sodom”, título que lleva tatuado en su pierna izquierda.

Es una cinta experimental en la que cabe todo, que evoca noches eternas de drogas y música electrónica en los barrios bajos de un Medellín existencialista, una “ciudad fantasma” a veces dura y conservadora, pero también joven, transgresora y violenta.

“Más que una película es
“Más que una película es una canción, un mix, porque antes de empezar a hacer cine siempre me interesó la música electrónica y quería ser DJ”, sostiene el cineasta en el Lido veneciano.

En la historia, un joven narra con parsimonia su pasado en sus calles mientras finaliza la preparación de su primera película sobre un mundo en el que los “maricas” buscan fantasmas en las sombras de la noche para tener sexo con ellos: son los “espectrofílicos”.

La joven y críptica comunidad LGBT de Medellín, de la que forman parte muchos de los amigos del propio autor de la obra, aparece retratada para ahondar en sus sueños, dudas y temores.

“Más que una película es una canción, un mix, porque antes de empezar a hacer cine siempre me interesó la música electrónica y quería ser DJ”, sostiene el cineasta en el Lido veneciano.

Menciona que también es un homenaje a los nombres que le inspiraron, como Víctor Gaviria, Carlos Mayolo y Luis Ospina, exponentes del “gótico tropical”, Harmony Korine, Abbas Kiarostami, Jean-Luc Godard -sobre todo por “Pierrot le Fou” (1965)- y hasta la movida madrileña de Pedro Almodóvar.

Cada escena estaba inspirada en algún director”, confesó.

“Es una metáfora de por
“Es una metáfora de por que te gusta algo diferente eres perseguido. Que no es solo la comunidad LGBTI* sino que puede ser cualquier otra minoría, quien se salga del statu quo”.

“ANHELL69″ es un ejercicio de “metacine”, una “película dentro de la película”, habida cuenta de que su protagonista trata de rodar una historia sobre esos “espectrofílicos” que son perseguidos solo por querer acostarse con fantasmas.

Es ahí donde muestra una denuncia clara: “De cómo las minorías son perseguidas por las fuerzas estatales, que pueden ser el gobierno, la policía, la religión o la sociedad misma”, señaló.

“Es una metáfora de por que te gusta algo diferente eres perseguido. Que no es solo la comunidad LGBTI* sino que puede ser cualquier otra minoría, quien se salga del statu quo”.

Montoya, que siempre usa sus gafas de sol, considera su presencia en Venecia como una “suerte muy extraña” pero señala el valor de festivales de esta envergadura: permitir que el mundo vea películas metafísicas y singulares como la suya.

Aunque es un cineasta joven, ya pasó por Cannes y la Mostra, dos de los festivales de cine más potentes del planeta, pero no se atreve a vaticinar su futuro artístico y bromea con dejar el cine y dedicarse a actividades más prosaicas y seguramente menos legales.

Con información de EFE

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