La visibilidad de la comunidad LGBT+ ha crecido en los últimos años de la mano de un vocabulario cada vez más robusto. El lenguaje no binario —que impide detectar género masculino o femenino en las palabras—; las expresiones “género fluido”, “sin género”, “queer” (o “cuir”), y la ampliación o variedad introducida dentro de las siglas LGBT+, funcionan para nombrar la diversidad que habita el mundo y ampliar la compresión de los otros y sus identidades declaradas.
Un acrónimo perteneciente a este vocabulario en permanente construcción es AMAN/AHAN, que significa “asignado mujer al nacer” o “asignado hombre al nacer”. Su difusión ha aumentado en los tiempos recientes por su capacidad de designar a cualquier persona sin importar su género, y sin imponer o señalar un rol concreto.
Este acrónimo además ha servido para ir dejando de lado los términos HaM y MaH (hombre a mujer y mujer a hombre), utilizados para referirse a personas transgénero, particularmente en el campo de la medicina y en círculos LGBT+.
El AMAN/AHAN proporciona un matiz distinto. “Cuando hablamos de asignado mujer/hombre al nacer, la atención se centra en la asignación. Es el hecho de que se te asigna algo desde afuera”, explica la educadora sexual Lucie Fielding en un artículo sobre el tema en la revista Cosmopolitan.
El término “asignado” alude, en este caso, al momento en que un médico o profesional establece el sexo de un bebé a partir de la observación de los genitales a través de una ecografía o durante el parto.
Los acrónimos HaM o MaH hoy son vistos como reduccionistas o insuficientes porque “suponen que comenzaste en un parto”, cuando se designa lo masculino o femenino biológicamente, puntualiza Fielding. A su vez, no tienen en cuenta otras identidades de género de tipo no binario o las que se autoperciben como sin género.
Por el contrario, decir AMAN o AHAN engloba técnicamente a todas las personas, sin importar su identidad de género o manera de expresarla.
Para entender mejor este acrónimo, cabe aclarar que no se trata de un sustantivo (no es lógico decir “soy un AMAN”), sino de un “descriptor” que permite a las personas considerar su relación con el género. También se diferencia de la palabra cisgénero, la cual describe a una persona cuya expresión e identidad de género coinciden con su sexo asignado al nacer.
“Es importante que creemos nuevos términos”, aclara Fielding, y agrega que la intención no es dificultar la vida de las personas, “simplemente estamos tratando de hacer que la vida sea más matizada”.
La terapeuta Claudia Johnson coincide al afirmar que las nuevas palabras o términos en el vocabulario LGBT+ y queer permiten distanciarse de las dicotomías y reduccionismos binarios. “Ha habido una inversión en el estudio de la lingüística de género sin centrarse en lo binario, o al menos para alejarse de la normatividad de género”, sostiene en la misma publicación.
AMAN Y AHAM son comparables a otros términos como CAMAB (asignado coercitivamente hombre al nacer, por sus siglas en inglés), acuñado por mujeres trans activistas para señalar la violencia con las que se les exigía, desde el nacimiento, identificarse con conductas asociadas a lo masculino.
Las nuevas palabras o términos están lejos de buscar la confusión y más bien contienen los primeros pasos para avanzar en inclusión y precisión. “Cuando creamos nuevos términos, cuando matizamos el lenguaje y la retórica, nos estamos dando formas de interrogar el poder y decidir: ‘¿Es esto lo que queremos ser?’”, concluyó Fielding.
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