MULA, el trío queer que le pone música a la lujuria juvenil de la serie Élite

El grupo, proveniente de la República Dominicana, saltó a la fama gracias a su original mezcla de sonidos caribeños con toques futuristas y románticos, llegando a ser incluido en la banda sonora del fenómeno de Netflix por partida doble. A punto de lanzar un nuevo disco, hablaron con Infobae.

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Los sonidos modernos y desprejuiciados
Los sonidos modernos y desprejuiciados de MULA están conquistando el mundo (Crédito: Raúl Fernandez)

Se les llama actores de método a esas personas que llevan su profesión tan a fondo hasta el punto de no poder distinguir entre personaje y persona. Sin el egocentrismo que eso implica, parte de esa dinámica puede tranquilamente trasladarse a la música. Después de todo, ¿qué son les cantantes sino personajes de escenarios itinerantes, creados a imagen y semejanza de un público que opina y apunta, adora y rechaza, grita y repudia, arenga e imita a su proyección más divina?

En ese juego de ilusiones (y alusiones), las propuestas musicales tienen la libertad de ofrecer lo que en sus mentes quepa. Y la idea de Mula logra expandir los límites, tanto en lo sonoro como en su oferta visual. Esos efectos se perciben al verlas del otro lado de la pantalla, el compromiso por la fantasía no defrauda, noble simulacro flúo, llevan anteojos estrambóticos: su marca registrada. Cuentan que, a pesar de la costumbre climática de su lugar de origen, les viene pesando un poco la ola de calor que desfila por España.

MULA se presenta como un trío queer que mezcla electrónica con sonidos del Caribe. Algunos le dicen a su género “dreambow”. Su sonido es tropical y narcótico. Escuchar a Mula implica adentrarse en una isla futurista (su película es de ciencia ficción, pues no se necesita un presupuesto de tanque cinematográfico cuando hay tamaña capacidad de fantasía) y va espontáneamente en contra de ciertos estereotipos y prejuicios, esos que señalan a les latines como un bloque autómata que produce lo mismo en todos lados. MULA no luce ni se escucha como se espera que suene alguien de República Dominicana. Experimental desde lo visual, con sus colores, sus gafas increíbles, ropa estridente y lo sonoro, donde hay lugar para un giro de bachata, merengue, perico ripiao, surfeando entre beats de dubstep, ecos de calipso y unas voces susurradas y frescas como un helado de limón en verano (su próximo single “Ven vamos”, que se conocerá el 5 de agosto y será el primer adelanto de su nuevo disco, ya anunciaron que será “veraniego y energético”).

Empujando la hegemonía anglófona, el mensaje latente es “Si no es nuestro no importa tanto”. “El resto”, con esa expresión se refieren a lo extranjero, un actor al que jamás se le da crédito. Son quienes orgullosos aseguran que Rosalía hace unos días inventó el merengue electrónico. Parece que en Europa salen géneros de una galera. Lo que no se ve parece que no existe. Pero el Caribe is a thing (sí, ¡ahí también hay sintetizadores!), y fuera del pop-reggaeton for export, las propuestas son alucinantes. Así como Mediopicky y Diego Raposo, MULA se enmarca en una escena a prestar atención. La pisada de Daddy Yankee y compañía dejaron marcas indelebles en la región (y más que justificadas) pero la senda de la música bailable ya tiene muchos kilómetros delante. Y vale la pena empanarse las pantorrillas y andarla.

Los tres discos que tiene publicados MULA a la fecha (al homónimo se suman “Aguas” y “Mundos”) tienen mucha tela para cortar. Hay baladas (si en Colombia nació el Despecho popular, las dominicanas bien podrían plantar la bandera del Despecho Electrónico), techno boleros, ritmos que podrían acompañar una caminata por una ciudad despojada de todo, sin tiempo y sin propósito más que bailar. Dicho esto, etiquetarlas en un estilo es injusto.

Video para la canción "Agua que quema", de MULA

MULA es el animal que nace entre el burro y la yegua, pero no es ese el único sentido del que toma el nombre la banda. El proyecto nació en 2015 como un híbrido entre dos planes. Oriundas de Los Girasoles, República Dominicana, las gemelas Cristabel y Anabel Acevedo andaban con su música propia, llamadas modestamente Las Acevedo. Rachel (Rachel, no Reichel) Rojas, por su parte, había vuelto de estudiar producción musical en Argentina y pinchaba en algunos sitios. Y como si un productor/celestino musical rondara las noches en busca de encastrar talentos, la gente que las conocía les decía a las tres que se tenían que conocer. Esa noche llegó, Rachel tenía un set listo para pasar, pero las copas y esas ganas de comprobar una suerte de aventura estuvieron delante. Así surge uno de los proyectos latinos más interesantes de la actualidad. Impulso, cerveza y música.

—Mucha gente no lo sabe, pero en realidad yo iba a tocar techno y nos terminamos yendo a la casa de un amigo, y ese set terminó en una fiesta donde nos encontramos. Cristabel y Anabel me empezaron a mostrar música de la isla, que yo por estar fuera estaba super desconectada, dutch house, el moombahton (la fusión del house y el reggaeton). Empezamos muy rápido a tocar y enseguida ya teníamos varias canciones.

—Hablando de moombahton, ustedes fueron las únicas dominicanas invitadas en el disco de su creador, Dave Nada, para el aniversario del género. ¿Cómo fue esa experiencia?

—Bueno, surgió en Ecuador, lo conocimos y nos propuso hacer el tema. Hicimos dos canciones con él, siempre que está haciendo cosas nuevas piensa en nosotras y nos llama. Fue una gran experiencia.

Las MULA dicen que en República Dominicana la participación femenina y de disidencias en festivales de música sigue siendo mínima, aunque admiten que en países de América Latina sí avanzó la situación con respecto a tres o cuatro años atrás. En tiempos donde los featurings funcionan más como movimientos de las discográficas para reventar cifras, ellas se asocian cuando quieren, cuando de verdad lo sienten. Ya grabaron con Sara Hebe y Sol Pereyra en “HOLA BYE” y se viene un junte con las Kumbia Queers, a quienes conocieron en Madrid y fue “puro amor”.

—Están en España ahora, ¿es su primera vez en Europa?

—Ya estuvimos antes, tocamos en el 2018 en el festival Vive Latino y vamos a quedarnos hasta septiembre acá. Nos gusta mucho, por momentos no sé si estoy en Buenos Aires de nuevo porque nos encontramos con muchos argentinos.

"Quiero que tú quieras", una de las canciones de MULA incluidas en la serie "Élite"

Del folklore de Xiomara Fortuna a la exquisitez inclasificable de Rita Indiana, la línea temporal en República Dominicana continúa con las MULA en el centro de la escena. Es curioso cómo cuando se leen las novelas de Rita Indiana, aún sin saber que también canta, en sus libros indefectiblemente está su música. Son historias que respiran música. De esa misma manera, algo parecido sucede con las canciones de MULA. Sus letras son muy visuales. Hacen del Caribe un personaje.

—Varios de sus temas forman parte de bandas sonoras de películas o series (el film mexicano “Anónima”; o la serie colombiana de “Siempre Bruja”). Con “Nunca paran” y “Quiero que tu quieras”, aparecieron en Élite. ¿Algunas vez hicieron música original para una película? ¿O siempre fue al revés el proceso?

—Hemos hecho música exclusiva para algunos productos. Pero en el caso más conocido, que es el de Élite, es muy loco, porque suena en todos lados, por ahí estás en la pileta, tranquila y suena el tema y no lo podés creer, que de algo tan chiquito se haya convertido en eso.

—Así como cuando se piensa en Puerto Rico automáticamente se nombra como la cuna del reggaeton, RD parió el dembow. ¿Qué nos pueden contar sobre el lugar de donde vienen?

—Hay una artista que tiene como 40 años de carrera y mantiene vivo el folklore de la isla, se llama Enerolisa Núñez, por suerte su música ahora está en Spotify.

En su último disco cierran con “Espejos en la Azotea (1965)”, una canción que refiere a la época de la Guerra Civil Dominicana. En ese conflicto hubo un grupo guerrillero denominado La Cuadrilla Chancleta, que luchó en la revolución y estaba compuesto de un grupo de personas queer, trans y trabajadoras sexuales. “Cree que algo le falta por su minifalda, pero es que le sobra lo que nadie nombra.” Un relato del que poco se sabe y menos se habla, es rescatada por la banda con amor y sutileza.

—¿Por qué decidieron contar esta historia?

—Era muy importante contarlo. Que en ese momento haya habido una representación de las personas homosexuales, transexuales. Había que contar esa historia. Además no resignamos la melodía, sigue habiendo un trabajo de la canción.

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