Existe en Lima, capital del Perú, una estrella del rock cuya historia demuestra que es posible despojarse de las imposiciones sociales para llegar a ser auténtica. Se trata de una de las primeras mujeres trans peruanas en cambiar de nombre y sexo en el DNI, quien, además, lideró una de las bandas de rock más importantes de los años 80′s y 90′s en su país cuando aún llevaba un nombre de varón. Ella es Fiorella Cava y para contar su historia tenemos que retrotraernos a los swinging sixties peruanos.
“Nosotres éramos cabeza a nivel mundial –explica Fiorella a Infobae vía Zoom, con su cabellera roja despampanante acaparando el primer plano– y recién ahora lo están descubriendo. De hecho, hay disqueras que están reeditando discos de bandas peruanas”, dice y menciona a Los Belking’s (1964) y su rock instrumental o las bandas de fusión entre la psicodelia y los ritmos latinos como Traffic Sound (1967) y Telegraph Avenue (1969).
Tiene razón. De hecho, hace no mucho, el prestigioso sitio musical estadounidense Noisey estrenó un documental recuperando a Los Saicos, una mítica e irreverente banda surgida en el año 1964 en Lima y que es, para muchos críticos y eruditos de la música, un antecedente del punk que una década más tarde invadiría la escena neoyorkina con The Ramones y la londinense con los Sex Pistols.
En medio de esa efervescencia por el rock en su país, estaba la niña Fiorella Cava, aún vestidita de varón, hija de un arquitecto que viajaba por el mundo y disfrutaba de tocar el piano, la armónica y la guitarra. Fiorella cuenta que desde los 4 años era llevada a clases de piano. “A esa edad no te preguntan si quieres; te dicen tienes que hacerlo y se acabó. Y para mí era algo bastante horrible -cuenta divertida-: mientras mis primos escuchaban a The Beatles y The Mamas & the Papas, yo estaba con el piano”.
Más tarde, una Fiorella de 16 años descubriría el rock y nacería en ella el deseo de aprender a tocar guitarra. “Los domingos se hacían conciertos en los cines, donde los chicos del colegio íbamos a ver a los grandes grupos de rock del momento, cada banda tocaba en vivo durante quince minutos”. Fiorella quedó impresionada e inspirada.
Su padre no quería que se dedicara al rock, quería que estudiase una carrera “seria” y le guardó su guitarra bajo llave para que ella no pudiera usarla. Pero la traviesa adolescente conseguiría un duplicado de la llave y se escaparía a las playas limeñas de Punta Hermosa a encontrarse con turistas hippies, procedentes de Estados Unidos y Australia, que hacían música en los malecones y los parques limeños, y de quienes Fiorella aprendió a tocar la guitarra en secreto.
“¿Fue tu primera transición, pasar del piano a la guitarra?”. “Se puede decir”, responde Fiorella entre risas. “Por lo menos a nivel musical, de la otra no podía hablar. Pero desde los cuatro años ya lo tenía claro”.
El éxito musical
Fiorella no decepcionó a su padre. Estudió Derecho en la Universidad Católica del Perú y, años más tarde, Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima. Sin embargo, su amor por la música seguía siendo el foco de atención. Su tesis de abogacía, sobre “derechos intelectuales en la industria fonográfica”, fue un texto tan exitoso que a los 23 años la llevó a conseguir trabajo como gerente del “Consorcio de Editoras Musicales del Perú”, obteniendo el holding de todas las disqueras peruanas y la oportunidad de conocer muchos estudios musicales.
Fue así que surgió la oportunidad de grabar una canción junto a Hielo, su primera banda: se llamó “El rock del vago”, un tema retro grabado en vivo al mejor estilo de las bandas peruanas de los 60′s. La canción fue un éxito y se convirtió en la más escuchada de 1983 en la radio limeña Panamericana. “De haber tocado en pequeños conciertos en la universidad pasé a tocar ante 11 mil personas en el teatro Amauta y salimos de gira por todo el país”, recuerda.
En 1986 Fiorella conformó una nueva banda llamada JAS, junto al baterista Jesús Hurtado y el bajista Alex Nathanson. En 1987 lanzaron el disco “Mueres en tu ley”, del que se extrae el hit “Ya no quiero más ska” ¿Cómo es que se compone un hit? Fiorella recuerda una tarde de sábado en que ella y su banda estaban viendo la televisión mientras descansaban de las grabaciones del álbum; en uno de los programas, un hombre hacía un mal cover de “Porque yo quiero”, de Adamo. Entre bromas, Fiorrella tomó la guitarra y comenzó a componer una canción cambiando el “Porque yo quiero…” de Adamo y cantando “Yo no quiero ver tu cara, sólo muéstrame tu cuerpo…” como si, una vez más, su versión veinteañera quisiera reimaginar la música de los 60′s con la que creció.
“El ska es un género alegre en tonos mayores –explica Fiorella–, mi innovación fue tocarlo en tonos menores mientras el bajo marcaba una cumbia”. Grabaron la canción una sola vez porque necesitaban terminar el álbum lo antes posible, y su impulso terminó convirtiendo a JAS en un éxito rotundo.
Un nuevo camino personal
El fin de los 80′s y la década de los 90′s marcó una de las más grandes crisis económicas, sociales y políticas del Perú, con estragos devastadores en la producción musical. “Por esos años cayeron las disqueras, le cortaron las alas a quienes querían hacer rock”, dice. Y explica: “La materia prima de un vinilo es el acetato. Debido a la inflación cayeron las importaciones y ya no se podía comprar la pasta para fabricarlos, se intentó hacerla con celulosa de caña de azúcar pero la calidad era terrible, los discos se quebraban. Luego salieron los cassettes, pero eran de muy mala calidad”.
Fiorella recuerda con pesar que el segundo álbum de JAS, “¿De qué te quejas” (1992), fue editado en pésima calidad de sonido, ya que se utilizaban cintas regrabadas. “Las radios no quisieron pasar más nuestra música, teníamos que pagar para que nuestra música sonara y nosotres no teníamos ese dinero”, cuenta. Además, hacia la década del 2000 la cumbia comenzaba a imponerse en las fiestas, recitales y radios peruanos. Era el género musical que movía a más gente y, por tanto, que generaba más dinero. El rock había desaparecido, de las ondas radiales y de la vida profesional de Fiorella, pero a ella la aquejaba algo más.
“Yo siempre he sido Fiorella; obviamente, eso lo sabes, siempre lo supe. Pero tenía que dar el paso de transicionar y, además, decidir si iba a seguir en la música o no. Consideré operarme las cuerdas vocales, pero hubiera perdido la esencia de mi música y el carácter que tienen mis canciones. Decidí no hacerlo; total, muchas mujeres tienen voces graves”, revela.
Del año 1995 al 2004 JAS se tomó un descanso: Fiorella necesitaba alejarse de los escenarios, tomarse un tiempo para sí misma y hacerse cargo de su proceso de transición de género. Creía, además, que por un tema de salud mental era mejor desaparecer. “Al ser una figura pública, me hubieran atacado mucho y no lo hubiesen entendido, porque en esa época ser una mujer trans era lo mismo que ser gay. Perú es un país donde no se imparte educación sexual”, dice.
Viajó por Chile, Argentina y España buscando un nuevo hogar para su música y su identidad femenina, pero finalmente decidió volver a Lima ya que allí estaba su público y así eligió enfrentarse a la sociedad peruana. En 2004 escribió el ensayo “Identidad, cultura y sociedad: un grito desde el silencio”, para la maestría en Historia y Antropología de la Cultura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, uno de los primeros textos sobre transgeneridad escritos en Perú.
Fiorella, siempre rebelde, rechazó varias propuestas de editoriales y decidió autogestionar la publicación de su libro, el cual se reimprimió tres veces y le ayudó a sobrevivir por un tiempo. Cava ha escrito 8 libros en total, que ante la ausencia de propuestas interesantes no han sido publicados, pero lo más probable, dice, es que los termine lanzando como e-books gratuitos, a manera de “suicidio editorial”.
El ritual de una nueva identidad
Pese a que Perú es uno de los países más retrasados de la región en materia de derechos LGBT+, en 2012 pudo cambiar legalmente de nombre y sexo en su documento de identidad, tras una lucha judicial de 14 años.
El caso volvió a poner su nombre en las primeras planas y la sociedad peruana descubrió que aquella estrella de rock de los 80s era ahora una mujer transgénero. La revelación trajo consigo la esperada hostilidad mediática e incluso física, al ser atacada en un parque por un grupo ultraderechista mientras marchaba con una bandera del Orgullo en un episodio que llegó hasta la Justicia.
Las agresiones no la desalentaron y Fiorella decidió retomar su carrera musical, lanzando de forma independiente “Rituales vacíos”, su primer álbum solista, producido por Dante Gonzáles. En él migra hacia el rock electrónico y el synth pop, con mucha nostalgia de los 80′s. “El álbum lo grabamos Dante y yo, no tuvimos el apoyo de nadie más, fue realizado bajo la premisa de hazlo tú mismo”.
Para Fiorella sus canciones son como poemas vestidos con música; en este proyecto, cuestiona las imposiciones sociales que recaen sobre las personas trans y busca encarnar una imagen contestataria, que desafíe el lugar de víctimas en el que se suele colocar a esta población. Como en el track “Telaraña mágica”, donde refleja la sensación de estar atrapada. En “Fashion Week” cuestiona los estándares de belleza impuestos sobre las mujeres, y en la canción que le da nombre al álbum se plantea dejar atrás las herencias familiares, religiosas y sociales que la llevaron a sentir culpa y vergüenza de sí misma.
“A mí me encantan Stevie Nicks, Janis Joplin, Joni Mitchell, Mama Cass o Kate Bush; pero no quiero ser como ellas. Para muchas chicas trans yo soy un referente, porque la mayoría de mujeres trans en el espectáculo son vedettes y mi propuesta es muy distinta. Jamás me sentiría cómoda vistiéndome sexy ni usando maquillaje para sesiones de fotos”, explica.
Tras su impasse solista, JAS vuelve a escena con nuevos integrantes: Neptalí Pereda (bajo), Loko Pérez (guitarra), Jaime Noriega (batería), Eduardo Muñoz (saxo), Jorge Muñoz (teclado), Joni Chiappe (teclado) y Fiorella en voz y guitarra. Actualmente siguen vigentes y dando conciertos en Lima y otras ciudades del Perú. Asimismo, desde 2021 Fiorella lidera un nuevo proyecto musical experimental llamado C.A.V.A (que incluye a los nuevos integrantes de JAS excepto Noriega y Chiappe y se suma Miguel Morales en la batería), que le permite mayor libertad artística al no verse obligada a tocar los temas viejos de JAS.
Todas estas idas y vueltas no han diluido en nada el poder de Fiorella Cava como creadora y emblema de lo posible. Es una voz disidente que alienta a luchar por los derechos trans, una artista que, en medio de su transición de género, se enfrentó a una escena del rock en decadencia y a una sociedad conservadora sin temor a reinventarse.
Antes de despedirse de la entrevista, Fiorella dice que quiere enviar un mensaje. Trascribo sus palabras: “A todas las chicas y los chicos trans, les digo que tengan confianza en sí mismos, no hay que creer que los demás tienen poder sobre nuestras identidades o decisiones. Y si tienes que pelear y abrir camino para que en el futuro las cosas sean mejores y haya más igualdad, pues hay que hacerlo. Sin miedo”.
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