Envejecer no es fácil, mucho menos cuando gran parte de tu vida sufriste exclusión de un sinfín de ámbitos por ser una persona trans. Y es que llegar a viejo para esta población no sólo no es fácil, sino que es hasta poco probable.
Intentando ser un oasis de humanidad y acompañamiento en un mundo hostil, hace menos de un año nació en Chile el primer Club de Adultes Mayores Trans, que sus fundadoras decidieron llamar “Sobrevivientes”, debido a que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la expectativa de vida para una persona trans en América Latina es de 35 años.
“Sobrevivientes” nuclea a más 20 mujeres trans, transformistas y otras personas no conformes con su identidad de género. Todos mayores de 60 años y con patrones que se repiten: discriminación, abandono, exclusión, prostitución y marginalidad. El pionero club nació como una idea del Sindicato Afrodita de Valparaíso, que agrupa a mujeres trans que ejercen el comercio sexual con la intención de atender y acompañar en su vejez a “sus compañeras” que ya no pueden trabajar y que en la mayoría de los casos están enfermas y abandonadas.
Muchas de ellas, ni siquiera tienen claridad de lo que ocurrirá con su cuerpo cuando partan de este mundo. La presidenta de Afrodita, Sandra Peña, le dijo a Infobae que hasta hace no mucho “la vejez trans estaba tapada debajo de la alfombra”. Según recuerda, cuando irrumpió el estallido social en Chile, comenzaron a organizarse para ayudarse entre ellas ya que no podían salir a trabajar en las noches por las protestas y porque los militares estaban en la calle. Luego de eso, unos meses más tarde con la llegada de la pandemia de Covid-19, la vulnerabilidad aumentó. “Nos dedicamos nosotras, a buscar a las adultas mayores que estaban solas en las casas. Muchas de ellas estaban viviendo solas”, explicó Peña a Infobae.
Respecto a cómo fue el trabajo para rastrearlas, Peña recordó que “en el sindicato habían tres, pero muchas sabían que existían muchas otras sobrevivientes. “Hasta ese entonces no había ningún tipo de comunicación y cuando las juntamos a todas empezaron a reencontrarse y reconocerse entre ellas mismas”, enfatizó emocionada la activista.
Algunas de ellas no se habían visto hace 20 años y ni siquiera sabían si estaban vivas o muertas, compartiendo incluso la misma ciudad. “Fue un momento emocionante porque se abrazaban. Fue muy lindo porque no se habían visto en muchos años y así empezaron a recordar tiempos antiguos y así fueron llegando, una tras otra. Ahora tenemos como 22 más o menos”, señaló Peña.
Desde aquel reencuentro la soledad y el desamparó se transformaron en cariño y amor. “Nos dimos cuenta de que necesitan más cariño que nada, entonces entre nosotras nos damos mucho amor, siempre estamos abrazando. Estamos preocupándonos unas de las otras, vamos todos los días comunicándonos. Entonces si pasa algo estamos pendientes”, destacó la propulsora de “Sobrevivientes”. Agregó que “antes estaban encerradas en sus casas, ahora lo único que quieren es salir y compartir entre ellas”.
Historias de dolor y resilencia
Pilola Polet de 75 años, una histórica transformista que trabajó más de 35 años en el mítico Circo Timoteo que recorrió cada rincón de Chile con sus espectáculos LGBT+, actualmente dedica sus últimos años de vida a ser la presidenta del club.
Polet dijo a Infobae que “todas nosotras sobrevivimos a muchas cosas terribles que nos pasaron. Yo nací en el año 1947, donde te mataban por ser maricón. La mayoría sufrió mucho, desde chiquititas tuvieron que salir de sus casas y se vieron en la obligación de ejercer la prostitución porque no podiamos estudiar o trabajar como cualquier persona común y corriente”.
“Aparte de la discriminación, tuvimos que enfrentarnos a la violencia policial donde nos maltrataban constantemente. Algunas literalmente desaparecieron y nunca supimos qué pasó con ellas. Las que quedamos somos las que resistimos. Ni te cuento lo mal que lo pasamos en la dictadura de Pinochet”, agregó Polet.
La presidenta de “Sobrevivientes” advirtió a Infobae que llegaron vulnerables a ser adultas mayores. “A nosotras se nos quitó todos los derechos que teníamos, que nos corresponden por derecho propio, como el derecho a la salud, el derecho a la educación, el derecho a vivienda, el derecho a caminar y estar en todas partes como cualquier chileno o chilena”, enumeró la transformista.
Por eso, según su opinión, el Estado de Chile debería hacerse cargo de reparar el daño causado al no protegerlas. Recién en el año 2019 se aprobó la primera legislación a favor de las personas trans en el país transandino: la Ley de Identidad de Género que permite cambiar el nombre y sexo a través de un trámite fácil. La cual califican como un avance pero insuficiente.
Desde el club recalcan que es importante contar con una Ley de Reparación Trans. “Lo que nosotras pensamos y queremos es que el Estado se haga cargo por todos los daños y por esta vida de mierda que hemos tenido”, opinó al respecto Polet sobre un proyecto de ley que prontamente quieren ingresar al Congreso chileno.
De la marginalidad a la aceptación
Katty Fontey tiene 77 años y es una de las mujeres trans más longevas del club. Ella tuvo la oportunidad de compartir escenario muchas veces con Polet en el Timoteo y es una histórica activista.
Fontey indicó a Infobae que quienes integran “Sobrevivientes” son un grupo de transición que vivió en carne propia los cambios culturales y legislativos a favor de la población LGBT+ chilena. “Todas nacimos siendo ilegales, crecimos en la marginalidad. Sin embargo, hemos sido privilegiadas de poder presenciar esta apertura y cambios que las nuevas generaciones están viviendo”, destacó Fontey.
Según ella los principales problemas con los que deben lidiar las personas trans de la tercera edad son “el alfabetismo, porque muchas no tuvieron la oportunidad de estar en colegios. No existían estas estancias que estamos ahora, yo te hablo del 60′ en adelante, yo soy del 51′ y me fui de mi casa para el Mundial del 62 cuando tenía 11 años y casi todas aquellas compañeras de esa época están fallecidas”.
Puntualizó que “al no saber leer, no saber escribir y no tener preparación para poder presentarse en alguna oficina o conseguir un trabajo, estaban obligaban a meterse en la prostitución porque en esos tiempos habían cuadras en Santiago y tenían un refugio en una piecita. Algunas se fueron por el camino del vicio”.
“En la actualidad hay muchas mujeres trans jóvenes que podrían aprovechar esta libertad que hay e ir a la universidad y todo, pero no la están aprovechando, pero entonces están falleciendo como si nada porque se están poniendo esas cosas industriales en el cuerpo. Y es más rápido, así de fuerte para la población trans de hoy, de nueva generación. Está súper fuerte”, lamentó Fontey.
Para ella, “la falta de cariño y la poca atención en los consultorios” es una problemática vigente para las personas trans de la tercera edad ya que acusó que no respetan su identidad de género en los centros de salud. “Algunas no tienen su nombre cambiado, entonces cuando van producidas como mujeres las tratan igual de Roberto, Raúl, Ricardo, entonces ellas se molestan y ahí vienen los conflictos. Después ni quieren ir”, explicó Fontey.
Pese a haber tenido muchas dificultades a lo largo de sus vidas Peña, Polet y Fontey coinciden en que son unas afortunadas. Unas sobrevivientes que quieren seguir ayudando a su comunidad. Las tres reconocen que a veces no reciben la ayuda que necesitan para atender las necesidades de sus compañeras, sin embargo, cuentan con mucho cariño, amor y respeto. Luego de una vida de discriminaciones y soledades, dicen, no es poco.
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