Una tarde otoñal de domingo, el 22 de abril de 1973, pasó a la historia de los derechos LGBT+ chilenos cuando un grupo de homosexuales y personas trans cansados de las persecuciones y la violencia policial de aquella época decidió realizar la primera prostesta en el país trasandino.
La Raquel, la Eva, la Larguero, la Romané, la José Caballo, la Vanesa, la Fresia Soto, la Confort, la Natacha, la Peggy Cordero y la Gitana fueron quienes protagonizaron la escandalosa -según la prensa- manifestación que irrumpió en la Plaza de Armas de Santiago, un lugar comercial que los domingos era concurrido por familias, meses antes del golpe militar de Augusto Pinochet contra el gobierno socialista del presidente Salvador Allende.
En ese entonces, la mayoría de las personas LGBT+ chilenas estaban en el closet. La discriminación era tan fuerte que nadie se atrevia hacer pública su orientación sexual o su identidad de género. En Chile ser homosexual fue penado con carcel hasta el año 1999, cuando se despenalizo la sodomia del Codigo Penal , y en aquella épocas las razzias policiales en encuentro privados de personas LGBT+ o arrestos por “indecencia” eran cosas habituales. Por eso la valentía de aquel histórico grupo que alzó la voz para exigir el cese de la violencia marcó un hito sin precedentes.
Aquella cálida tarde de abril, Marco Ruiz fue un testigo accidental de la manifestación. “Yo tenía 12 o 13 años. Ese día acompañé a mi padre a comprar mariscos y pescados al mercado y caminamos hasta la Plaza de Armas, y él se quedó un rato sentado leyendo en una banca. Y mientras estábamos en eso, sentí un bullicio, unos gritos. Me paré y vi a este grupo de chicas. Estaban ahí gritando, protestando, reivindicando su derecho a ser”, recordó Ruiz a Infobae.
Ruiz aseguró que estuvo cerca de 10 minutos mirando y escuchando. “Lo que más me llamaba la atención fue esa cosa de ver hombres pintados y medio femeninos. Fue algo impresionante y curioso para mi que era chiquitita en ese momento”, subrayó.
Si bien la icónica protesta fue altamente publicitada por los medios de comunicación de esa época, hasta 1990 era algo como un mito urbano entre las personas LGBT+ en Chile. Se decía que en la década de los 70 un “grupo de locas” había realizado una rebelión, pero no se tenía claridad sobre la fecha. Hasta ese momento parecía ser una historia sin protagonistas, una leyenda local sujeta a exageraciones y reversiones.
Fue eso lo que despertó la curiosidad del periodista Victor Hugo Robles, el llamado “Che de los gays”, quién comenzó a investigar para reconstruir el episodio. “Yo escuchaba muchas historias de que había existido una protesta de homosexuales en el tiempo de Salvador Allende. Pero nadie tenía la certeza”, le dijo Robles a Infobae.
“Me dediqué a indagar sobre esa manifestación, me costó mucho. Yo diría que me demoré más de un año. Casi dos años en encontrar el momento exacto porque para acudir a los periódicos de esa época. Había que pedirlos en la Biblioteca y revisar periódico por periódico, mes por mes, y eso demora mucho tiempo entre que iban a buscar el diario a la bodega”, recordó ante Infobae sobre sus intentos para encontrar información
Agregó que “ahora está todo digitalizado, pero en ese tiempo nada, pues todo estaba en el diario de papel, entonces me puse a revisar el diario, porque todos hablan del Clarín, que fue el periódico más importante de la época, con un tiraje descomunal. Era un medio popular, con un lenguaje sarcástico, directo, irónico, humorístico. Entonces me dediqué a buscar en Clarín, mes por mes, en los años 1970, 1971 y 1972″.
Robles relató a Infobae que ya se estaba rindiendo en su búsqueda cuando un amigo le entregó una pista que terminaría destapando una valiosa información para la reconstrucción de la historia del movimiento LGBT+ chileno. “Ya casi me estaba dando por vencido hasta que un amigo me dio el dato de la revista Paloma, que era una revista de izquierda de la época, una revista comunista y que ahí había salido la protesta. Ya que él se acordaba de haberla leído ahí”.
Según recuerda, tras está revelación sus expectativas volvieron a aumentar ya que sabía que aquella revista tenía menos ediciones: una por mes, lo que incrementaba las posibilidades de encontrar lo que buscaba más rápido. “Ahí me encontré con la noticia. Decía: Homosexuales a la ofensiva. Una nota muy chiquitita. Y, donde señalaban la fecha exacta. Entonces ahí apareció esa manifestación, esa protesta y fue fechada el día domingo 22 de abril de 1973″.
“Inmediatamente con la fecha en mano fui al diario Clarín y, efectivamente, estaba ahí. En plena portada de dos días después de que haya ocurrido la protesta, el 24 de abril de 1973″, recordó emocionado.
Aquella portada a la que hizo referencia el periodista chileno exponía la homofobia existente en la sociedad. “Colipatos piden chicha y chancho”, decía el titular de Clarín, un medio progresista, de izquierda y partidario de Allende, y que sería cerrado inmediatamente por la dictadura de Pinochet tras el Golpe.
Mientras que Clarín, cuyo eslogan decía “Firme junto al pueblo”, escribió en su noticia interior: “Las Yeguas sueltas, locas perdidas, ansiosas de publicidad, lanzadas de frentón, se reunieron para exigir que las autoridades les den cancha, tiro y lado para sus desviaciones. Pese a que la reunión había sido bastante publicitada, la Policía no se hizo presente”.
Y continuaban con mayor insidia: “Al principio los sodomitas, creyendo que a cada instante les caería la teja policial, se mostraron cautos. Pero ligerito se soltaron las trenzas y sacaron sus descomunales patas del plato y se lanzaron demostrando que la libertad que exigen, no es más que libertinaje. Entre otras cosas, los homosexuales quieren que se legisle para que puedan casarse y hacer las mil y una sin persecución policial. La que se armaría. Con razón un viejo propuso rociarlos con parafina y tirarles un fósforo encendido”, decían en sus páginas altamente leídas.
Según aquellos reportes periodísticos las madres taparon los ojos a sus hijos para “que no presenciaran tan horrendo espectáculo”.
Pero no fue solo en Clarín. “Me di cuenta que había sido cubierto por bastantes medios, por el diario Puro Chile, por ejemplo. También salió después una portada de la revista Vea, que era muy importante en la época”.
En busca de los protagonistas... y de un mea culpa de los medios
Hasta ese momento, Robles había destapado un secreto a voces, pero no su instinto periodístico aún lo tenía inquieto. Tenía que encontrar a los valientes manifestantes para conocer la verdadera historia tras estos titulares que los tilbaban de “maricones”, “desviados”, y “pervertidos”, entre otros descalificativos. De esa forma, emprendió un nueva búsqueda pero esta vez no desde cero y con información en mano.
Solo tardó un tiempo en dar con aquellos misteriosos protagonistas. Algunos no estuvieron dispuestos a conversar con él, pero otros entendieron la importancia de entregar su testimonio. Fue así como Robles escribió el libro “Bandera hueca: historia del movimiento homosexual de Chile”, que por primera vez recogia las declaraciones de quienes participaron de aquel importante manifestación.
Según pudo reconstruir, la organizadora de la protesta fue “La Gitana”, una travesti de 26 años conocida por ofrecer sus servicios sexuales y de lectura de manos en la Plaza de Armas, quién tras la manifestación debió esconderse porque la policía la buscaba, nunca más supieron de ella.
La Raquel aseguró en el libro: “Nos atrevimos a protestar porque estábamos cansados del abuso policial. En ese tiempo, tenía unos 18 años y vivía detenido por ofensas a la moral y las buenas costumbres. Si no iba preso, era rapado por la policía cuando me sorprendían puteando en la calle”.
“En ese tiempo había tres grupos de maricas que se reunían en el centro de Santiago. Estaban los de Plaza de Armas, los de Huérfanos y los de Alameda. Las que se juntaban en Huérfanos eran las locas más regias, las que se hacían las más lindas, las cuicas. Las de Alameda eran las más o menos, así como de clase media, y las de Plaza de Armas, que éramos nosotras, las locas más pobres y atorrantes”, recordó en torno al ambiente queer de aquella era.
Finalmente, Robles señaló a Infobae el rol clave que tuvieron los medios de comunicación en ese momento para reproducir y alimentar la homofobia en la sociedad chilena. “Desgraciadamente, el periodismo de la época, los que estuvieron a cargo de esas redacciones, los partidos políticos, los dirigentes políticos de la época, muchos de ellos sobreviven todavía y tienen también algún rol destacado. Pero no han hecho ningún mea culpa ni se han hecho cargo de los calificativos, la persecución y la estigmatización que practicaron respecto de la primera protesta de 1973 y de la comunidad en general″, lamentó.
“Es decir, no solo es necesario que los colectivos LGBT+ y que las organizaciones y los activistas recordemos este episodio como un momento significativo de nuestra lucha, sino que también como contraparte es necesario que los protagonistas de la época que todavía viven pidan disculpas por su responsabilidad en los mensajes homofóbicos y transfóbico en los mensajes de odio que transmitieron respecto a esta primera protesta de 1973. Es una responsabilidad que tendrían que asumir″.
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