Lali Espósito es un nuevo ícono gay. Él tiene algo que ver con eso

Martín D’Agosto es el músico que compuso y produjo junto a la cantante “Disciplina” y “Diva”, dos de sus últimos hits y que marcan un camino más arriesgado para la ex estrella adolescente. Habló con Infobae sobre su amor por el pop y la relación de Lali con la comunidad LGBT+.

Dándole a los gays (y a Lali) todo lo que quieren... Martín D’Agosto (Foto: Nicolás Stulberg).

Martín D’Agosto cumplió el sueño de todo marica: trabajar con una diva pop y hacer los coros en una gira. Viene gastando micrófonos y escenarios desde 2009 con Galán, su alter ego, y compuso junto a Lali Espósito “Disciplina”, “Diva” y “Como tú”, temas que salieron este año y que formarán parte del aún inédito disco de la artista más pop de la Argentina.

Galán ensaya para los conciertos que Lali comenzará el 23 de junio en el Luna Park de Buenos Aires y compone los temas de su nuevo disco junto a Electrochongo, que sonará a electrónica del año 2000. En medio de esa vorágine, este “soldado de Britney” hizo un parate para conversar con Infobae sobre cómo es trabajar con Lali, las potenciales críticas de queerbaiting y la manera en la que están pensando conceptualmente el nuevo disco de la cantante.

¿Cómo llegás a trabajar con Lali?

—Porque conozco hace muchos años a Mauro de Tommaso, el productor musical de su discográfica [Sony Music]. De hecho, empecé a hacer música en la habitación de Mauro. Ya habíamos trabajado juntos en una canción mía y después en una para Miranda! y otra para Lelé, la hija de Marcelo Tinelli. Cuando Mauro arrancó a trabajar con Lali, nos juntamos un día los tres y pegamos muy buena onda.

¿Te gustaba de antes?

—Me gustaba y cuando ella sacó el disco “A bailar” me pareció muy buen pop. Nadie estaba haciendo eso en Argentina. Después empezaron a surgir algunas chicas más, pero Lali fue el tractor para la industria musical, y para las mujeres también. Sobre todo para las que hacen música comercial. Cuando trabajábamos con Mauro en su habitación escuchábamos temas que sacaba Lali y decíamos, “¡qué ganas de hacer una canción pop con ella!”. Siempre la quisimos interceptar, pero no se daba. Queríamos proponerle un concepto muy pop.

El video de Disciplina, la canción que inició la era actual de Lali.

“Disciplina” entró como trompada en la comunidad gay

—Yo siento que un poco vinimos a hacer algo distinto. No reniego de todo lo que se está haciendo en la industria musical con el trap y el reaggeton, por ejemplo, que me encanta. Pero venía notando que faltaba un poco de variedad, que se saliera un poco de eso. Y Lali siempre fue una artista que hizo pop. Entonces fue natural desde ese lado. Nos juntamos los tres y coincidimos en que queríamos hacer canciones pop, ser fieles a lo que le gusta a Lali, a lo que realmente tenía ganas de hacer.

Quería bailar…

—Quería bailar, quería perfo. Si vos mirás los videos de su carrera, son ultra pop, de tener muchos looks. Lo que queríamos trabajar con ella ya estaba ahí.

¿Pensaron algo así como “We are gonna give the gays everthing they want”?

—Bueno, siempre tuiteo eso porque es una frase ya icónica, pero el origen es Lali misma, que es la artista más pop y completa de la Argentina: baila increíble, canta increíble, y además tiene un vínculo genuino con la comunidad gay.

No hay queerbaiting entonces.

—Nada, la idea no era hacer algo por interés. “Disciplina” está hecha exclusivamente para bailar en la maricoteca. Yo voy a boliches y cuando suena la gente se pone a gritar. Hay una mística especial para mí en esa canción, es un hit, pero no es solo eso.

¿Cómo lo trabajaron?

—Fue en el segundo día de estudio. El primero habíamos grabado “Diva”, cuando Lali vino con la idea joder con lo que la gente se imagina de una persona como ella o de cómo vive. Al día siguiente yo quería llegar con alguna temática, algún conceptito. A veces siento que hay canciones que expresan más sentimientos, pero no hay una temática a explorar desde el pop. Con “Disciplina” pudimos pensar en un video, en un outfit. Y yo había visto una serie en Netflix de BDSM, una comedia medio light de lo que no aprendí nada nuevo, pero como eran capítulos cortitos me la comí en una noche. De ahí me quedó la palabra “disciplina”, que siempre me pareció buena para usar en una canción. Y también tengo muchas referencias de ídolas pop que me gustan a mí como Madonna, Janet Jackson, Britney, Marina and The Diamonds. Laburamos Lali, Mauro y yo toda una noche. La fuimos haciendo ahí, hasta las 4 de la mañana.

"El pop es un reflejo de lo social, por eso va mutando y nunca pasa de moda", le dijo D’Agosto a Infobae sobre su afinidad por el género (Foto: Nicolás Stulberg).

Como cultor y conocedor del pop queer, ¿qué le sumaste al proyecto Lali?

—Creo que cuando uno habla de pop queer o pop gay es así. Es lo que soy, en definitiva. Lo que haga va a tener el sello de gay y me encanta porque me encanta serlo. No me autoconsidero referente marica, pero sí me encanta que digan que hago música gay. De mi lado lo que noto es que hay muchos productores varones y no hay muchas productoras mujeres. O al menos no las hay trabajando en las grandes ligas, lo que no quita que no existan. Entonces me parece que aporto una mirada que complementa un poco la visión de Lali y la de Mauro como productor. Es una buena combinación los tres. Yo siempre hago la intro de ese chiste básico pero con nosotros: “entran una chica, un hetero y un puto a un bar…”. Yo traigo la conceptualización pop, la mariconería y lo pongo en las letras y en las melodías.

¿Todo puede ser pop?

El pop es un reflejo de lo social, por eso va mutando. Muchas cosas pueden ser pop. A veces uno piensa en el pop como el de Britney, que sí, pero Tini haciendo cumbia también es pop. Marina dice que el pop es un reflejo de lo que está pasando en ese momento en cualquier sociedad. Y también te diría que es algo universal porque ahora que está todo más globalizado desde hace mucho tiempo. En definitiva, todos ponemos el ojo en lugares específicos.

¿Y entonces que está reflejando el pop ahora?

—Lo que dice el pop ahora, con todo el éxito de chicas como Lali, Tini y María Becerra, es que hay una clara necesidad de representación de un montón de otras cosas que no estaban teniendo un lugar en la música argentina. Ellas están ahora representado a ese sector que había sido invisibilizado.

¿A la comunidad gay?

—Y a las mujeres. Un poco va de la mano, aunque no tanto. Como que la música para chicas eran tipos cantando música romántica. Y ahora también hay necesidad de escucharlas a ellas contar, sea lo que sea, desde su punto de vista. Y pueden ser cosas superficiales. No lo digo peyorativamente: necesitamos que haya cosas divertidas, que nos hagan bailar. Esa necesidad siempre estuvo. Y el pop fue bastardeado porque se representaba con superficialidad y no como una cosa artística. Y para mí es todo lo contrario: es minuciosamente artístico. Es una construcción hacer una canción pop buena, que tenga impacto. También tiene que ver con tener otro tipo de referentes.

Video de la canción "Teddy Bear", de su proyecto solista Galán.

¿El pop es el género más inclusivo?

—Más que pensar en el pop como inclusivo habría que pensar que los otros géneros son exclusivos. El pop no hacer críticas hacia otros géneros. Incluso los enlaza a todos porque también los absorbe. En el pop tenés cosas del hip hop, del reggaeton y un montón de data para hacer una canción. No tiene limitaciones, es más libre. Por eso nunca va a pasar de moda.

Hay una línea de “Diva” que dice “bailo como Britney, visto como Cher”

—Esa justo no la escribí yo, pero es lo que uno ve en Lali: una estrella pop. Una persona que puede ocupar ese espacio en la Argentina. Y que lo puede ocupar con mucha facilidad. Y con naturalidad.

Los gays la levantaron en andas

—Es que había necesidad de una canción como “Disciplina”. Nosotros estamos escuchando todo el tiempo cosas de afuera. Ese sonido que tiene la canción, pero de afuera. ¿Y por qué acá no podemos hacerlo? “Disciplina” es la respuesta a una necesidad de “che, queremos bailar una electroniquita”.

Y en un momento en el que se abrió todo de vuelta.

—Además. Había necesidad de bailar algo power.

Martín también hace música como Galán, su proyecto de pop queer (Foto: Nicolás Stulberg)

La audiencia de Lali venía siendo más de chicas adolescentes y ahora es más gay. ¿Ese público te asegura la vigencia eterna?

—El puto le es fiel hasta Judy Garland. Te sigue hasta el final.

—Solo hay que ver quién sostiene hoy las carreras de las grandes divas del pop como Cher, Madonna y Kylie Minogue...

—Los hombros de los gays (risas).

¿Puede pasar eso con Lali?

—Ella tiene también influencia desde lo actoral, aunque yo no consumí su época de “Casi ángeles”. También entra a la casa de la gente por la tele, como pasa ahora con “La voz”. Es fácil enamorarse de Lali, de su carisma. Es nuestra Madonna.

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