Personajes como Valentina Verbal parecen hacer estallar los prejuicios y preconceptos. Valentina lleva más de diez años siendo Valentina: en el año 2008 comenzó su transición a ser mujer, pero se autoproclama “liberal pro mercado” desde siempre. Una persona LGBT+ que comulgue con ideas asociadas a “la derecha” puede ser paradójico para algunos, sobre todo si se observa el tono con el que algunos nuevos líderes y movimientos se pronuncian contra la diversidad. Para Verbal no hay ni hubo nunca contradicciones entre clamar por una economía de mercados abiertos y exigir la igualdad de género.
Es Licenciada y Máster en Historia por la Universidad de Chile. Es autora de, entre otros trabajos, La derecha perdida y co-editora, junto a Benjamín Ugalde y Felipe Schwember, de El octubre chileno, y La Constitución en disputa. Para esta nota habla desde Miami, donde se encuentra estudiando para su Doctorado en Historia del Mundo Atlántico, en la Florida International University gracias a la Beca Fullbright. Su día lo reparte entre sus estudios y las colaboraciones con diversos medios e instituciones, como Horizontal, un centro de estudios de pensamiento liberal que promueve políticas públicas.
La política siempre le interesó le cuenta a Infobae. “A principios de los 90′s, siendo muy joven, a los diez y seis años, participé en política en un partido de centro derecha. Yo era muy crítica de Pinochet y su régimen. En ese momento yo era liberal en lo económico, pero una persona más conservadora en todo lo demás, era más de derecha. Yo supe que era trans desde siempre, pero luchaba por no salir del closet. En ese momento Chile era muy conservador y era todo muy difícil”, cuenta Valentina.
El año 2000 la encontró con mucho más acceso a Internet y, por ende, a información sobre transexualidad y transiciones de género. Unos años después partió desde su Concepción natal a Santiago, donde comenzó su Licenciada en Historia por la Universidad de Los Andes y ya entre 2008 y 2009 comenzó a aparecer públicamente como Valentina. A partir de ahí empezó a asistir a reuniones de gente trans mientras leía a pensadores que la volvieron una “liberal integral”, como John Stuart Mill y Friedrich Hayek. “Quizás, si no hubiera sido trans, no hubiera sido liberal”, reflexiona.
Entre el año 2010 y 2013 inició su participación en organizaciones y fundaciones LGBT+ como activista. Una de ellas fue la Fundación Iguales, la cual trabaja por la igualdad de derechos en Chile y ha promovido leyes como la Ley de Identidad de Género y el Matrimonio Igualitario. Participaba de movilizaciones que ella misma ayudaba a armar, se subía a escenarios, daba discursos “con mucha emoción”, era aplaudida. “No se hablaba en Chile en ese momento de la causa trans, se hablaba más de la causa gay. Empecé a insistir en el derecho a la identidad de género, participé harto en la Ley Antidiscriminación”, cuenta Valentina. Dicha Ley fue finalmente sancionada en el año 2012, poco después del asesinato del joven gay Daniel Zamudio a manos de una pandilla de neonazis. Para ese entonces, Valentina ya había atravesado el tratamiento hormonal y la vaginoplastia, esta última a cargo de Guillermo Mac Millan, médico chileno pionero en cirujías de reasignación de sexo en esa época. “Recibí un apoyo importante de una amiga y de mis padres para operarme, ya que yo no tenía los medios económicos para hacerlo”, cuenta.
Las organizaciones en las que Valentina era activista estaban integradas mayoritariamente por personas de izquierda. Al principio no tenía tantos problemas porque no hablaba mucho de sus ideas políticas y económicas. Pero a medida que Verbal salía del activismo para acercarse a la política partidaria, comenzó a sentir discriminación, sobre todo en redes sociales. “Cuando yo abandoné el activismo, me metí en un partido más bien liberal, Evópoli. Ahí no tuve ningún problema por ser trans. Y sacaba columnas de opinión en varios medios y había gente LGBT+ de izquierda que me comentaba ‘tú eres tonta, no te das cuenta que estás en un sector que te quiere tener como subordinada’. Me trataban como si tuviera Síndrome de Estocolmo. Pensar que toda la gente LGBT+ es de izquierda es bastante ficticio. Tampoco he sufrido cosas terribles, pero sí creo que hay intolerancia desde la izquierda a personas LGBT+ de derecha”, declara Verbal.
Valentina cree que hay un problema de visibilización con las personas LGBT+ que no se identifican como “progresistas”. “La mayoría no participan en política por miedo al escarnio público, entonces no se nota tanto esa tendencia, y si se nota la de los movimientos que aparentemente son más politizados y participa más gente LGBT+ de izquierda. Yo conozco a trans que son liberales. O gays que no están en el clóset en su vida personal, pero sí como liberales, porque no salen a actuar en política en el espacio público“, opina Verbal.
¿Se puede vindicar un modelo de Estado mínimo tomando en cuenta que hay minorías sexuales que muchas veces no pueden acceder a un empleo digno? En este sentido, Verbal se define como una liberal “con matices”: no cree en lo que llama la ley de la selva. “No soy minarquista ni mucho menos anarcocapitalista. Creo en un estado subsidiario, con políticas focalizadas en favor de personas vulnerables, que las ayude a salir del estado de necesidad, para que tenga una condición mínima de existencia y puedan expresar su identidad de género para poder salir a la calle y tener autorrespeto”, dice Verbal.
En el año 2013 fue precandidata a diputada por el partido Renovación Nacional. “Pero renuncié porque estaba tramitando mi cambio de género, y el servicio electoral no me reconoció mi nombre legal. Incluso después hice una demanda contra el servicio”, dice. No se arrepiente: si bien ese hecho le causó una profunda depresión, se dio cuenta de que lo suyo no era la política partidaria, si no la labor intelectual, campo en el que comenzó a ser conocida. Abandonó el activismo y comenzó su Máster en Historia.
Izquierda y derecha: ¿otra lógica binaria?
El 19 de diciembre de 2021, el izquierdista Gabriel Bóric obtuvo el 55,8 % de los votos siendo electo como presidente de Chile. Bóric se impuso así a su rival, el derechista José Antonio Kast, que sacó 44,13 % de los votos. El escenario político chileno está hoy muy polarizado y la discusión pública ha recrudecido en agresividad.
Valentina critica tanto a la izquierda como a derecha. Si bien reconoce que, luego de la dictadura de Pinochet, hubo en Chile una izquierda más democrática y respetuosa del mercado, piensa que últimamente ha habido, en Occidente y en Latinoamérica particularmente, un “retorno a una izquierda más tradicional y anticapitalista, no socialdemócrata”. Así lo explica: “La izquierda en Chile está planteando volver a expropiar empresas. Y además cree en un estado empresario. Como el que surgió en Argentina con el modelo de sustitución de importaciones. Esas cosas no funcionan”, opina Verbal.
Además, se opone a la idea de “democracia corporativa” a la que dice que la izquierda está virando. “A mí me choca esa concepción premoderna de la democracia: la idea de que la representación tiene que estar basada en el cuerpo de la sociedad, y que ese cuerpo tiene órganos: los trabajadores, los indígenas, las mujeres, y que cada grupo tiene que tener un cupo por el hecho de pertenecer a esas identidades; una visión organicista de la sociedad. Una ‘democracia identitaria’’'. Si bien afirma que las identidades colectivas son importantes, sostiene que deben estar basadas en las identidades individuales. “De lo contrario se deja de valorar a los individuos como sujetos políticos, y estos pasan a someterse a distintos colectivos. ¿Por qué tienen que haber en el Congreso personas trans solo por ser trans representando a todos los trans? A mí ese trans no me va a representar por ser trans. Ser trans no es una ideología política”, cuestiona Verbal, refiriéndose a la política de cupos.
Por el otro lado, Valentina cree que la nueva derecha es “antimoderna, al igual que la izquierda actual, que combina libertarianismo con nacionalismo y catolicismo”. “Se ha vuelto violenta y antidemocrática. Y es también antimoderna en sus planteos sobre la decadencia de los valores de Occidente a causa de la ‘ideología de género’ o el ‘marxismo cultural’. Afecta a la derecha democrática, que ha pasado de apoyar a Pinochet a revalorar la democracia, y en los años de la Concertación fue en general cooperativa. Y es una derecha también identitaria, al igual que la izquierda: hablan de defender la identidad de ‘Occidente’ y de ‘la Nación’. A mí me preocupa”, dice Verbal.
En su vida personal Valentina se define como “pansexual”, es decir, que puede tener atracción sexoafectiva hacia otra persona independientemente del sexo o género de la misma. Si bien afirma que ha tenido varias historias con gente de todo tipo, huye del amor romántico: “Cuando estás en pareja tienes que estar todos los días, como decimos en Chile, marcando tarjeta. O quizás no me he enamorado tampoco y han sido más pasiones que otra cosa. Pero soy feliz en estado de soltería”, dice Valentina con algo de picardía.
Y es que la vida del día a día para Valentina Verbal transcurre en su pequeño departamento de estudiante, entre los miles de libros que tiene que leer para su doctorado, acompañada de su perrito que es “como un hijo” para ella. No sale mucho; el monto de la beca con la que se sostiene es bajo, aunque se las arregla dando clases privadas de temas como Historia Constitucional de Chile - la pandemia la ayudó mucho debido a la virtualidad forzada - y si bien Miami es divertido, las distancias son largas, y sin auto solo queda el transporte público para recorrerlas.
“Yo soy una persona muy positiva, siempre miro el vaso medio. Cuando perteneces a un grupo históricamente discriminado, eso es importante”, dice Verbal.
¿Será el liberalismo de Verbal una ruptura con el binarismo izquierda-derecha? Personajes como Valentina pueden suscitar o no adhesiones, pero obligan, forzosamente, a preguntarse qué tan rígidas son las categorías que se usan para definir lo que sea: desde posiciones ideológicas hasta sexos y géneros.
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