Este músico argentino reimagina el bolero para la era del furor por los drag shows

Saltó a la fama el año pasado gracias a su participación en “La Voz”, donde cautivó a Lali Espósito con su alter ego drag, Amal. Ahora, previo a la presentación en vivo de su álbum debut, habló con Infobae.

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Entre sus influencias, Amal menciona
Entre sus influencias, Amal menciona a Olga Guillot, Omara Portuondo, Totó La Momposina, Mercedes Sosa y Whitney Houston (Foto: Nacho Lunadei)

Cuando cursaba la carrera de canto en la ciudad de Buenos Aires hizo investigaciones para estudiar la cuerda de contratenor, que es la voz masculina más aguda de los rangos vocales. Allí supo que su registro se encontraba “entre una voz femenina y una masculina”, dentro del parámetro entre el tenor y el contralto, la voz más grave de la tesitura musical que caracteriza a las mujeres.

Horacio San Yar, más conocido por su nombre de artístico “Amal”, cuenta esta experiencia en una entrevista a Infobae para explicar cómo comenzó a ser ella, la ascendente artista drag que canta boleros, bachatas, cumbias y hace mashups con un repertorio heterogéneo de canciones populares latinoamericanas. Su nombre se hizo famoso desde que deslumbró al jurado de La Voz Argentina 2021 con su interpretación de Zamba para olvidar, de Mercedes Sosa.

Como toda drag, Amal es una construcción híbrida. En su caso no destaca tanto una peluca vibrante (que también lleva entre sus diversos looks), sino un turbante imponente, que puede llevar de blanco o colorido, y que en la imagen de su primer disco —titulado Amal (2021)— es reemplazado por un inmenso tocado de margaritas que acompaña con aretes de pompones y un vestido de arandelas con flores estampadas.

Un día, cuando era estudiante y respondía únicamente al nombre de Horacio, un director de teatro le propuso crear un personaje drag. Desde entonces, hacerlo se convirtió en “un hecho artístico”. Cada vez que se sube al escenario, Amal hace cosas que le generan “mucho placer”: bailar, cantar y actuar.

Amal cantando junto a Lali Esposito, durante un programa de "La Voz"

En su infancia lo hacía de otra manera, en su casa, donde nadie tocaba ningún instrumento pero siempre sonaba música. “En casa de mis padres podías escuchar desde un tango hasta un folclore, desde un bolero hasta una cumbia o música internacional. Y la música nos encontraba no solo cantando y bailando sino también actuando, porque muchas veces la escoba, al barrer la casa, funcionaba como micrófono”.

Horacio habla sentado al lado de un piano que en broma pide no confundir con un ataúd, pues solo se deja ver de perfil. Él, en cambio, está frente a la cámara de su teléfono, y aunque puede decirse que se muestra como Horacio, en un momento detiene la entrevista para precisar que va a hablar como Amal “aunque esté así”, sin los tacones y el maquillaje.

De nuevo en broma, sostiene que “Horacio es el drag de Amal y Amal es la drag de Horacio”. Pero luego matiza las diferencias: “Si a Horacio le dices Amal, no pasa nada. Pero en cuanto a Amal, hay una construcción que le pido a la gente que la respete, son muchas horas de montaje”, dice y suelta una carcajada.

“Eso digo, que respeten una construcción. Amal te responde Amal. Soy Amal”, recalca.

Un álbum para pasar del llanto al baile

Amal se presentará el próximo 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGBT+, en la Sala Siranush de la capital argentina, a las 20:30 horas. Allí, en el corazón del viejo Palermo, cantará los ocho temas de su álbum, compuesto por tres piezas originales y cinco adaptaciones de canciones latinoamericanas, además de otros de su repertorio.

Amal, explica la cantante, nace del deseo de dar amor a través de la música. “Este álbum se trata de mostrar mi corazón, mostrar mis momentos”, dice. Mi negro lindo es una declaración sentimental en la que dos bailan cumbia hasta el amanecer; Contigo hoy es una bachata que escarba en una ausencia pero también enaltece un encuentro, y Lo que él me ha dicho es un son cubano sobre la noticia de un amor eterno.

El videoclip de su canción "Mi Negro Lindo".

Entre las voces que la inspiran se encuentran Olga Guillot, Omara Portuondo, Totó La Momposina, Chavela Vargas, Mercedes Sosa. También actores, actrices y amistades que han nutrido su propio arte drag. Con la cantante Whitney Houston, por ejemplo, se emocionaba tanto que al imaginarla frente al espejo pasaba “del llanto a la risa en segundos”.

Un nombre masculino y femenino

Amal nació en Villa Celina, La Matanza, donde vive, una de las localidades más grandes del conurbano bonaerense. Es matancera, un gentilicio muy musical. Dice que en la calle la gente frena el auto cuando la ve, y se baja con la familia para sacarse fotos a su lado.

“Nunca he recibido una palabra desalentadora o violenta; al contrario, las personas quedan un poco sorprendidas porque en La Matanza un personaje como Amal recorre las calles. Y frente a todas las cosas que tiene el público, lo que yo siento es amor, respeto. Muchos me preguntan de qué trata el arte drag. Está buenísimo que suceda, que al desconocer puedan acercarse y preguntar”.

El nombre Amal es de origen árabe y significa “esperanza”. Como la voz de la cantante, es femenino —en su origen arabe— y masculino —en su etimología griega—, y ella dice sentirse a gusto con esa ambigüedad. Sobre todo, con la búsqueda de la esperanza que denota. Amal es también anagrama de “alma”.

Su formación musical inició a temprana edad, después de que su padre, un comerciante, le regalara un teclado que un cliente le había dado a modo de pago. Con ese instrumento empezó a sacar de oído las canciones que sonaban cada día en su casa, las tocaba y luego las cantaba en los encuentros familiares. Al verlo, su madre le propuso estudiar piano. Aceptó. Pasó de una escuela municipal al Conservatorio Nacional Carlos López Buchardo, hoy adscrito a la Universidad Nacional de las Artes. En el recinto los estudiantes pasaban cinco horas diarias rodeados de instrumentos musicales. Aprendió a tocar piano, acordeón, percusión y otros.

“Yo me descubro en vos”

Buena parte de los procesos de Amal, que también es docente, consisten en mirarse al espejo. Las horas que tarda en preparar su personaje y llenarlo de atenciones para el escenario quizás le han ayudado a construir esa mirada. Pero en su niñez, cuando en verano hacía salir el agua de una pistolita de juguete, recuerda ver que se formaba algo como “una ola, un medio espejo”, y entonces sentía que jugaba a ser “un espejo que veía más allá”.

En otro momento de la entrevista, como imagen recurrente, vuelve a nombrar el espejo, pero para hablar de compasión. Después de celebrar la legislación pionera en materia de derechos LGBT+ de Argentina y hablar de lo que todavía falta (“un poquito de amor” y “más cupos labores trans”), dice: “Lo que veo yo de diferente en vos, a mí me suma un montón de posibilidades infinitas. Yo me descubro y me veo reflejado en vos. Podemos ser un poco espejos”.

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