Esta historia de sabor y orgullo comenzó en la infancia, cuando el pequeño Ricardo pasaba gratos momentos de amor en compañía de su abuela materna, en cuyo hogar aprendió el cariño por la cocina. “Desde pequeño me maravilló la capacidad de crear y compartir momentos especiales a través de los alimentos. Durante mucho tiempo me dediqué a la cocina salada, atender eventos y catering, pero cuando comencé con la panadería me di cuenta que había encontrado lo que realmente me apasionaba. El pan es hasta la fecha lo que más disfruto hacer dentro de la gama de productos que tenemos en Cardín”, rememora el chef Ricardo González, quien está a la cabeza de Cardín, una pastelería en la capital mexicana que apuesta por el orgullo y la diversidad.
Gastrónomo y sociólogo, Ricardo ha encontrado en su emprendimiento el vehículo para expresar su creatividad sin dejar de lado su identidad como miembro de la comunidad LGBT+. Con 38 de edad, Ricardo experimenta en la panadería y la repostería guiado por la intuición, imprimiendo su identidad sexodiversa en todo lo que hace.
El nombre de Cardín, el local que se encuentra en el uber-hipster barrio de la Roma, es un homenaje a esa abuela que le transmitió el amor por la cocina y que de pequeño le llamaba “Ricardín” o simplemente “Cardín”. Este local se ha convertido ya en un clásico joven de la CDMX: con un par de mesas en el exterior, Cardín ondea orgullosamente la nueva bandera LGBT+ que incluye a las identidades trans y a las personas racializadas.
Producto de esto, el lugar se ha convertido en un lugar amigable y seguro para las personas de la comunidad, que lo han adoptado como un espacio no solo para consumir, sino de esparcimiento y donde se sienten cobijadxs.
“Tenemos unos chicos de un club de lectura que nos visitan regularmente. Desde que colgamos la bandera y listones en la fachada, ha resultado que gente de la comunidad se acerca y se siente en confianza, y eso es justo lo que buscamos”.
El dulce sabor de cambiar el mundo para bien
Desde lugares inesperados como la cocina se puede hacer resistencia y Ricardo lo sabe bien. Todas los trincheras son válidas cuando se busca transformar el mundo. “Como en todos los medios, el machismo está presente en la gastronomía. Las cocinas son un lugar rudo y con mucha homofobia, pero es mi responsabilidad que en mi lugar eso no suceda. Procuramos la armonía y hasta la diversión siempre con el mayor respeto”, cuenta el chef.
Pero esta apuesta por la inclusión va más allá del espacio de su cocina. Durante los 10 años que tiene de existir, esta pastelería ha tejido poderosas alianzas y reafirmado su compromiso social con la comunidad LGBT+.
“Somos un negocio donde tanto el propietario como algunos colaboradores pertenecemos a la comunidad, lo que nos hace no una empresa aliada sino parte de ella. Todo el año contamos con diferentes productos para nuestra comunidad, no solo durante junio. Sí, creamos productos para el 14 de febrero y para el Pride, pero vamos más allá. Para el 1 de diciembre, que se conmemora el Día de la Lucha contra el VIH y el sida, donamos las ganancias íntegras a ONGs que se dedican a esta labor y trabajan con la comunidad”.
Sabores kinky y otros placeres culpables
La historia de la lucha LGBT+ es también la de la reapropiación de elementos que suelen ser vistos con suspicacia. En Cardín, lejos de vivir los placeres con culpa, los festejan y abrazan. Los pecados como la gula y la lujuria tienen un punto común que se vive desde la vista y el paladar, e incluyen guiños a las comunidades leather y al BDSM. Pero no hay nada de escandaloso en ello, lo hacen con tanta naturalidad que a decir verdad luce tierno.
“Llevamos muchos años haciendo el osito kinky; se acerca junio y la gente ya los está esperando. Cada año innovamos con algo diferente y este año no es la excepción. Tenemos también el pato kinky; hicimos nuestro propio molde, lo que lo hace único. Este patito está hecho de chocolate y relleno de una sorpresita de colores. Con él queremos hablar de la libertad de ser quien eres”.
Opciones diversas para paladares diversos
Si bien Cardín es reconocida como una pastelería de diseño en la que todas las temporadas importan —aquí puedes encontrar panes de muerto y roscas de Reyes que se han llevado muy buenas reseñas—, es en junio cuando el menú se pone especialmente bueno para la comunidad LGBT+.
Su “cuack” está disponible en dos ediciones especiales: el “Pride”, un pastelito de chocolate relleno de betún de queso crema y mermelada de zarzamora con cobertura negra o blanca con decoración de arcoíris, y el “Trans”, un pastelito de red velvet relleno de betún de queso crema y mermelada de fresa con cobertura blanca con decoración azul y rosa, en honor a la bandera trans. La experiencia se redondena con el delicioso “Pato Kinky”, sus bigotes, los corazones (pride y trans), los osos (kinky y trans) y sus helados (pride y trans).
Con el orgullo de ser quienes son, el crew de Cardín lucha contra la LGBT-fobia de la manera más dulce posible. Mediante un pastel, una galleta o un helado, demuestran al mundo que se puede ser y resistir mientras se enamora el paladar.
Finalmente, invitan a que la comunidad se fortalezca haciendo lazos apoyando a sus emprendimientos. “Es importante que en esta temporada —y siempre— consuman productos hechos por miembros de la comunidad y les compren de manera directa”, puntualizan.
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