Criado en la Grecia rural, el artista y autor queer Sam Albatros recuerda cómo su madre intentaba consolarlo del acoso escolar. “Mi madre me dijo: No te preocupes, cuando seas mayor te vas a casar con una mujer, vas a tener hijos y así les enseñarás. Lo peor es que me lo dijo para consolarme”, cuenta Albatros.
El año pasado, Albatros (su nombre artístico) publicó “Chicos Defectuosos”, un libro que describe los retos a los que se enfrentan los niños queer en Grecia, un país mayoritariamente conservador donde la influyente Iglesia Ortodoxa enseña que ser gay es un pecado.
“Por supuesto que sentí la presión de cambiar”, dijo Albatros, quien utiliza un nombre artístico y lleva una máscara negra brillante para asegurarse de que el libro no esté vinculado a una determinada identidad.
Grecia prohibió este mes las llamadas terapias de conversión para menores, prácticas destinadas a suprimir la orientación sexual o la identidad de género de una persona y que los expertos en salud y la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales de todo el mundo han condenado como psicológicamente perjudiciales y poco éticas.
Canadá, Nueva Zelanda y Francia penalizaron la terapia de conversión a principios de este año, sumándose a un número creciente de países que han prohibido esta práctica.
El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, quien intenta romper con la imagen tradicional de líder conservador y se enfrenta a las elecciones de 2023, nombró el año pasado un comité para elaborar una estrategia nacional de mejora de los derechos LGBTQI+.
“Sé que queda mucho por hacer”, dijo el 17 de mayo, día internacional contra la homofobia y la transfobia. “La Grecia moderna tiene la voluntad, la madurez, el corazón y el alma para cubrir el terreno perdido”.
El gobierno también ha revocado una prohibición a las donaciones de sangre por parte de hombres homosexuales y ha estado formando a los funcionarios públicos en cuestiones relacionadas con el colectivo LGBT+, dijo el principal asesor económico de Mitsotakis, Alexis Patelis.
La comunidad LGBT+ griega ha acogido con satisfacción las reformas de la última década, como la autorización de la unión civil entre parejas del mismo sexo en 2015 y el reconocimiento legal de la identidad de género en 2017. Pero muchos consideran que han sido a medias tintas.
Cambios a medias
En la práctica, el reconocimiento de la identidad de género es un procedimiento judicial complejo y durante la pandemia surgieron problemas de discriminación. Las parejas del mismo sexo no pueden casarse ni adoptar niños.
La prohibición de la terapia de conversión excluye a los adultos, requiriendo su consentimiento, una medida que, según los defensores del colectivo LGBTI+, legaliza en la práctica lo que, según Naciones Unidas, puede equivaler a una “tortura”. También limita las prácticas a los profesionales de la salud remunerados, cuando a menudo las llevan a cabo religiosos y otros consejeros.
“Desgraciadamente, en Grecia todas las reformas que se han aprobado (en el Parlamento), son a medias, incompletas, con lagunas y vacíos muy peligrosos”, dijo Parvy Palmou, psicoterapeuta de género no binario de la Asociación de Apoyo a los Transexuales de Grecia.
El gobierno también planea prohibir las cirugías innecesarias para “normalizar el sexo” de los bebés intersexuales que nacen con cromosomas atípicos que afectan a su cuerpo de una manera que no encaja con las definiciones normativas de hombre o mujer.
“Tienen que poder decidir por sí mismos a una edad adecuada si se van a someter a cualquier operación y cuándo lo harán, conociendo las consecuencias y las alternativas, y no dañar su cuerpo y su alma de forma irreparable”, dijo Rinio Simeonidou, madre de un adolescente intersexual y miembro de Intersex Greece, un grupo que apoya a unas 250 familias con miembros intersexuales.
Simeonidou dijo que, 13 años después de su propia experiencia, los médicos seguían aconsejando a las madres de fetos intersexuales que interrumpieran sus embarazos.
Encuestas realizadas este año por los institutos Eteron y Dianeosis mostraron que la mayoría de los jóvenes griegos apoyan las reformas clave del colectivo LGBT+. Pero sigue habiendo oposición.
Este mes, siete sacerdotes escribieron a Mitsotakis protestando contra un anuncio de televisión sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo: “Los cristianos (…) saben que Dios creó dos sexos, hombre y mujer. No hay un tercer sexo”, decían en su carta.
Hacer de “Grecia un lugar mejor para todos” es el objetivo del gobierno, dijo Patelis. Pero para Albatros, quien vive en Londres y se ha ganado cientos de admiradores por su arte, volver a casa no está en sus planes por el momento.
“Todavía no me siento cómodo aquí”, dijo. “Me sabe muy mal tener que luchar por cosas que considero que deberían ser un hecho”.
(con información de Reuters)
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