Es, desde enero de 2018, el funcionario más importante del mundo en lo relativo a diversidad sexual. El nombre de su cargo - Experto Independiente sobre la protección contra la violencia y la discriminación por orientación sexual e identidad de género de la ONU- impone mirada universal, mapeo permanente y problematización. Creado en 2016 por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, el rol del experto independiente fue concebido para evaluar, dialogar, enfrentar y organizar. Contar leyes ausentes y analizar legislaciones vigentes, intervenir ante los Estados y articular redes de protección en un mundo en permanente cuestionamiento de la diferencia sexual. Ex Secretario General del Consejo Internacional para la Rehabilitación de las Víctimas de la Tortura -organismo independiente que brega por la desaparición de la tortura y la rehabilitación de sus víctimas- el abogado costarricense Víctor Madrigal-Borloz atiende a Infobae desde su oficina en Washington y tras una urgencia que demoró el encuentro.
De urgencias, precisamente, está hecho su mandato, determinado por la pandemia y determinado también por cuestiones medulares que acechan hoy a las personas LGBT+ en buena parte del planeta: el recrudecimiento de los discursos de odio, las persecuciones y violencias de todo tipo, los intentos por “enderezar” a “los anormales” y las catástrofes sin tregua que protagonizan los 69 estados que criminalizan hoy la homosexualidad, en 6 de ellos con pena de muerte.
Con la diplomacia propia de un cargo semejante, Madrigal-Borloz recapitula estos años de gestión y se detiene especialmente en la región latinoamericana, territorio propio y a la vez intrigante, con países y realidades disímiles, sacudidas ahora por un horizonte político refractario a las disidencias. Esa preocupación asoma, implícita y explícitamente, en muchas de sus reflexiones.
Hacia fines de octubre de 2020, el área que liderás elaboró un informe intensivo sobre población LGBT+ y pandemia. Más de un año y medio después de esa investigación, ¿qué hallazgos permanecen intactos?
-El informe llegó a tres hallazgos fundamentales. El primero es que la situación de crisis y de emergencia creada por la pandemia fue utilizada por algunos actores políticos alrededor del mundo como una excusa para instrumentalizar más aún mecanismos de discriminación y violencia contra las personas LGBT+. Estos mecanismos no solo no buscaban paliar el impacto de la pandemia sino que más bien fueron utilizados como excusa para tomar medidas restrictivas, discriminatorias y en algunos casos violentas. Por ejemplo, las intervenciones selectivas en Uganda en lugares de abrigo que atendían de manera especializada a personas lesbianas, gays y trans bajo el permiso dado por órdenes sanitarias. O a nivel legislativo, lo ocurrido en Hungría, en donde se utilizó legislación vigente para introducir medidas restrictivas del reconocimiento legal de la identidad de género. Un segundo nivel de conclusiones llegó a dar luz sobre el hecho de que algunas de las medidas diseñadas para paliar la pandemia fueron diseñadas sin la participación de personas LGBT+ y por lo tanto resultaron ser en su efecto -si no en su diseño- discriminatorias. Pero el más importante y el que más persiste es el grupo de conclusiones que yo llamaría de tercer nivel y es el más profundo: el hallazgo de que las poblaciones LGBT+ y génerodiversas llegaron a la pandemia en una situación de inequidad estructural. Son, en el mundo, las poblaciones más desproporcionadamente representadas en las personas en situación de calle, son las personas más desproporcionadamente representadas en el empleo informal o en el desempleo y entre quienes están en situación de pobreza; son las personas con resultados a nivel de salud inferiores al general de la población y por supuesto son las personas con niveles de escolaridad más bajo. Las personas LGBT+ tienen menos recursos en todos los niveles para hacer frente a situaciones en las cuales se daban toques de queda, interrupción de ingresos para quienes dependen más del sector informal y grandes dificultades generadas para las personas que dependen en su vivienda de arreglos semanales mensuales o inclusive diarios. Surgieron una serie de problemáticas relacionadas con la salud mental y con el bienestar general. Hay además ejemplos muy concretos, por ejemplo con las poblaciones seropositivas que vieron muchos de sus centros de salud reconvertidos en centros de atención para el Covid-19 y que por lo tanto se enfrentaron a dificultades muy significativas en el acceso a antirretrovirales y otras formas de apoyo a sus necesidades de salud más inmediatas.
-En materia de diversidad sexual, América Latina es hoy un territorio muy dispar, conformado por estados que tienen determinadas legislaciones para la población LGBT+ y muchos otros que no. ¿Qué señalarías especialmente del panorama de nuestra región?
-En América Latina es muy común que legislaciones establecidas de una forma vaga, con referencia a la buena moral o las buenas costumbres o legislaciones relacionadas con el merodeo y la vagancia, sean utilizadas para enfrentar a poblaciones LGBT+ durante su vida social, o en sus trabajos. Esos resabios son comunes en la gran mayoría de los países latinoamericanos. Por otra parte, existe también una legislación que todavía no está lo suficientemente avanzada en nuestra región, que asegura medidas antidiscriminatorias. Y existe toda una serie de líneas institucionales relacionadas, por ejemplo, a los contextos que han habilitado las prácticas “de conversión” en toda la región y que todavía no están muy tratadas a nivel legislativo. Por último, en América Latina tenemos la tendencia a crear o proponer legislaciones limitantes en todo lo que se refiere a la familia y al matrimonio como relacionado únicamente con una figura compuesta por un hombre o una mujer; también, legislación limitante para los derechos sexuales y reproductivos y por supuesto legislación que limita el acceso a la educación sexual y de género de una manera integral. Países como la Argentina, Uruguay, Colombia y Costa Rica han alcanzado grandes logros en esta materia. Una cosa y la otra nos enfrenta entonces a un panorama mixto, lleno de texturas, que responde al modo en que ciertas fuerzas sociales están ahora reflejadas a nivel parlamentario y evocan grandes pasiones en las poblaciones. Surgieron lo que yo llamo “oportunidades deslegitimantes”, oportunidades de utilización de narrativas que galvanizan bases políticas en momentos electorales y ahí ves discursos de odio, discursos que promueven la violencia y la discriminación por parte de personas en candidaturas políticas con el propósito de evocar esas pasiones, de suscitar miedos. Lo hemos visto, creo, en todos los procesos electorales de la región y continuamos viéndolo de una manera muy clara.
-Citaste las mal llamadas “terapias de conversión”, que ocupan en tu trabajo un lugar preponderante. En muchos casos hay escasez de imaginación respecto de cómo, cuándo, de qué formas esos métodos se despliegan ¿Qué características adquieren hoy eso que llamamos “terapias de conversión”, es decir, los mecanismos tendientes a intentar “curar” la homosexualidad, la lesbiandad y a las identidades trans?
-Cuando se habla de las mal llamadas “terapias de conversión” es importante tomar como punto de partida el hecho de que a este término es el que más elasticidad se le ha dado para dar cuenta de los esfuerzos por cambiar la orientación sexual o la identidad de género de una persona. Esa elasticidad que se le ha dado al término ha permitido que se incluyan dentro de él prácticas como violaciones horrendamente llamadas “correctivas” contra mujeres lesbianas o bisexuales, para promover el objetivo absolutamente falso de que perderán su orientación sexual o la cambiarán, pero que en realidad tenemos que ubicar en un nivel distinto porque son delitos gravísimos que serían delito en todo contexto en el cual se le diese visibilidad. Entonces, ahí tenés una primera categoría de cosas que sabemos que ocurren en todas las latitudes y ocurren en nuestro continente con una crueldad muy profunda. Creo que también es importante reconocer que algunos métodos que tienen validez para otros propósitos también han sido utilizados con el propósito del uso falso de cambiar la orientación sexual o la identidad de género y es en esos métodos es que se centró mi pesquisa sobre estas prácticas que fue recogida en un informe que presenté al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Esos métodos son básicamente tres: la utilización de métodos médicos, incluyendo por supuesto métodos farmacológicos; la utilización de psicoterapia o métodos de apoyo psicosocial, y por último la utilización de métodos de apoyo espiritual. Todos dejan profundas huellas en la integridad física y psíquica de las personas. Estas prácticas son, en su propia naturaleza, trato cruel inhumano y degradante.
-En ese marco, en general, nunca se profundiza el rol de la psicología, sí el de la medicina y de las religiones, pero no el de la psicología, que también despliega técnicas de mucha crueldad
-Como sabemos, las disciplinas de apoyo psicosocial son disciplinas que en sí mismas también tienen una gran diversidad. Puede ser terapia cognitivo conductual, puede ser algún otro tipo de terapia y son vistas por las personas como recursos importantes en la búsqueda de apoyo para el desarrollo pleno de la personalidad. Entonces, la línea divisoria podría llegar a ser un poco equívoca y de hecho uno de los debates que se presentan cuando se estudia esta materia es el de aquellas personas que por su convicción religiosa o por su convicción social, desean tener apoyo para poder alinear su conducta personal a lo que su religión o la sociedad les impone. Es decir, personas que sienten una orientación sexual como homosexual, como lesbiana, como bisexual, pero que gustarían de tener recursos que les pudieran ayudar a compatibilizar su conducta externa con lo que les impone la religión o la sociedad. El mandato que encabezo estableció ciertos límites a la manera en que se puede considerar la creación de consentimiento. Las disciplinas de apoyo psicosocial pueden ofrecer mecanismos para que las personas justamente puedan alinear sus conductas pero eso no va a cambiar su orientación sexual. Los centros en los que, por ejemplo, son internadas mujeres lesbianas en muchos países de nuestra región están liderados por profesionales de la psicología que alegan poder cumplir con estos objetivos y que utilizan toda una serie de metodologías que evidentemente son válidas cuando son utilizadas para para objetivos válidos, no para “curar” la lesbiandad. Una de las claves está en la acción administrativa y disciplinaria de los colegios profesionales.
-Este año hay Mundial de Fútbol en un país muy desafiante como Qatar, que criminaliza las relaciones sexuales entre personas adultas del mismo sexo hasta con más de cinco años de prisión y que se ha pronunciado ya respecto de la posibilidad de confiscar banderas de la diversidad en los estadios. Al mismo tiempo, ha dicho que le va a dar la bienvenida al turismo LGBT. ¿Cómo analiza esta situación?
-Todas las medidas que se pueda tomar están contaminadas por esa presencia omnipresente del riesgo de que en cualquier situación el país puede utilizar la legislación penal para perseguir a personas con base en su orientación sexual o su identidad de género; de manera que a menos que se adapten medidas como una moratoria absoluta y directa de la legislación penal, como se ha hecho por ejemplo con la aplicación de la pena de muerte en algunos países que penan con la muerta a las personas LGBT+; a menos que que se dictamine una moratoria específica, es muy difícil. La sociedad civil ha hecho un trabajo muy importante de interlocución pública y privada con diferentes entidades para informarles sobre la importancia y la naturaleza que tendrían que tener algunas medidas. Pero hay cosas que me parece a mí que son incompatibles, por ejemplo, ¿cómo podría pensarse en la implementación de un principio como el que mencionabas de abrir los brazos al turismo LGBT+, al turismo de la diversidad, si no se hace lo mismo con las personas LGBT que están bajo la jurisdicción del país? ¿Cómo pretender que el turismo LGBT+ va a sentir esa consistencia con respecto a personas de nuestras mismas comunidades que están en el terreno y que obviamente por definición se verán discriminadas? Porque nada está diciendo que estas personas podrán vivir su sexualidad o su género de una manera abierta y libre y nada les garantiza que terminada la copa no vayan a ser perseguidas por la legislación criminal. Creo que hay a la vez un segundo reto: en un contexto criminizalizante, ¿quién garantiza que en algún momento no vaya a ver acciones policiales que vayan a utilizar ese contexto criminalizante? Creo que ahí hay un problema muy grande, no sé de alguna manera u otra cómo estará pensando el estado de Qatar dar una respuesta comprensiva a todos estos elementos, pero sí creo que una verdadera ejecución de este evento con un enfoque de derechos humanos inmediatamente crea el dilema de la incompatibilidad. El estado de Qatar, para entrar en conformidad con el derecho internacional de los derechos humanos, tiene que desmantelar esa legislación, como lo tienen que hacer los 69 países que aún criminalizan la intimidad entre personas adultas del mismo sexo. Y antes que ese paso sea dado, lo único que podría tener una validez significativa es una moratoria indefinida, pero que además esté hecha con el propósito de dar tiempo a la desconstrucción del ámbito criminalizante y no con el propósito de poder llevar a cabo un evento sin ninguna garantía de que quienes han comunicado o expresado su identidad vayan a ser sujetos de criminalización apenas termina el evento.
-En los últimos días, ciertos sectores políticos han relacionado el brote de la viruela del mono con la población gay. Específicamente, con determinados espacios de socialización gay como son los saunas. En estos argumentos resuenan los ecos de los tiempos de la pandemia del VIH/sida. ¿Volvió la demonización?
-Son discursos que utilizan un elemento de evidencia muy particular y lo descontextualizan. No tienen en cuenta elementos de evidencia científica, no tienen en cuenta el hecho de que en este momento creo que todavía es temprano para saber cuáles son todas las tendencias y cuáles pueden ser los elementos de riesgo. No son distintos a lo que vimos en muchos contextos con la Covid-19, cuando líderes religiosos y políticos dijeron que el virus era transmitido en los círculos de personas LGBT+. Hasta se dijo que fue un castigo divino por la degradación de la familia. Para mí, lo esencial es comprender e interrogar los elementos que perpetúan el estigma y el prejuicio, interrogar la base probatoria sobre la cual se fundamentan. Hay otro ejemplo que para mí es muy claro y que sigue otra línea, pero la estrategia es la misma, que es el de la participación de las mujeres en el deporte, un tema en el cual en este momento hay toda una discusión global a partir de un caso particular en los Estados Unidos, que ha sido utilizado para crear todo una narrativa, un pánico social en muchos países en los que ya se está discutiendo una legislación excluyente para jóvenes trans del deporte, que como sabemos es uno de los mecanismos más importantes de inclusión y de movilidad social. Se está discutiendo legislación transexcluyente exclusivamente con base a un solo caso, que además no es en sí un caso sencillo. ¿Cuántos son realmente los casos de mujeres cisgénero que se han visto desplazadas por esta horda imaginaria de mujeres trans que van a dominar el deporte? Es una estrategia de pánico moral sobre algo que obviamente evoca grandes pasiones porque cuestiona basamentos muy profundos de la manera en que la gente entiende la sociedad. Se trata de discutir cuál es el parámetro en el cual se pueden establecer distinciones entre diferentes mujeres que participan en el deporte y ahí hay mucha tela que cortar, porque ¿por qué no distinguimos en relación con la estatura o el acceso al entrenamiento o el acceso a ciertos tipos de alimentación pero si distinguimos en relación con la identidad? ¿Por qué una mujer en Alemania tiene una en 80 millones de probabilidades de ganar una medalla olímpica pero una mujer en la India tiene una entre 2000 mil millones de posibilidades de ganar una medalla olímpica? Esas asimetrías no nos molestan, pero nos molestan las basadas en un único elemento que además está enmarcado en un debate realmente muy amplio: la alegada ventaja proporcionada por la testosterona inherente a la persona. Estas estrategias de estigma y prejuicio acompañan campañas políticas enteras sin que realmente exista una noción sobre dónde está el problema.
SEGUIR LEYENDO: