Uruguay es conocido por sus artistas de rock y de tango. Este músico pop quiere cambiar eso

Eros White se ha transformado en una de las mayores promesas de la escena montevideana gracias a sus iresistibles canciones electropop. Habló con Infobae sobre su nuevo disco “Psicosis” y los riesgos de apostar a un sonido orgullosamente queer en un país conservador en sus preferencias musicales.

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Eros White, nueva promesa del
Eros White, nueva promesa del electropop uruguayo.

Al preguntarle a Eros White cuál fue el primer disco que lo obsesionó, el que puede señalar como el comienzo de su pasión por la música, menciona, sin dudarlo, el Fever de Kylie Minogue. “Fue el primer álbum que pedí, que realmente rogué tener. De chico me interesaba mucho más escuchar música que mirar dibujitos, y pasaba horas escuchando ese disco y mirando el librito. Ese álbum, y también Music, de Madonna. Con cosas así fue que arranqué a ver el término productor” dice. Cuando agrega que su acercamiento al pop, esa palabra-concepto que dice tener “tatuada en el pecho”, fue con el que se producía a principios del 00s, confiesa que gracias a esos discos es todo lo que es hoy. “Alguien agarró a Kylie, Discovery y Homework de Daft Punk, singles de DJs de esos que nadie se acordaba, y metieron todo en una trituradora. Y como también había lugar metieron también a Missy Elliott, a Eminem, a Paulina Rubio y de ahí salí yo”.

Ese apetito voraz y desprejuiciado por lo melódico, las producciones intrincadas y los sonidos del pop mezclado con la electrónica y el hip hop música se hace notar a la primera escucha de las canciones de White, quien pese a sus evidentes talentos musicales es todavía un desconocido fuera de los círculos queer y cool de Uruguay. Eso podría cambiar muy pronto. Su nuevo disco, Psicosis, lanzado por su sello Algorrritmo Music (el cual creó, en parte, para poder darle más espacio y relevancia a la escena pop uruguaya), acaba de aparecer y es un triunfo en toda regla. Es el sucesor de Fórmula, el trabajo con el cual fue nominado a los premios Graffiti 2021 (los premios que otorga la música uruguaya) por mejor álbum de electrónica y que había confirmado la promesa exhibida en sus primeras canciones. Una de ellas ya le había valido el Grafitti en 2020 por Mejor Single de Música Electrónica. Era una colaboración con el artista multidisciplinario Dani Umpi, a quien se lo puede ver fácilmente como la madre de una escena electropop uruguaya que todavía tiene una resistencia por parte tanto de los críticos musicales como de los mismos gatekeepers locales.

El video para la canción "Psicosis", de Eros White.

White es consciente que su batalla por ingresar al circulo mainstream será difícil. Al ganar el Graffiti, si bien agradeció el reconocimiento, White recordó que lo que él hace es pop más que electronica. Esa constante lucha contra un entorno poco amigable está en el mismo material lírico de sus discos: si Fórmula era definido por su mismo autor como “un álbum conceptual de diez canciones sobre la fama, el poder y la lucha de todo músico independiente dentro de la industria musical”, Psicosis es incluso más introvertido. Sus letras, ahora en español, encuentran un balance entre lo confesional y el humor ácido. “Siento que con estos temas en español lo que más me gustó es que la gente estaba empezando a entender mi sentido del humor. En Fórmula decía un montón de cosas que para mí son graciosas y claro, como son en otro idioma, la gente pensaba que yo lo estaba diciendo en serio. Ahora la gente se da cuenta que estoy guiñándoles el ojo”, le dijo White esta semana a Infobae en una entrevista en la capital uruguaya de Montevideo. A continuación, una versión editada y condensada de esa charla.

-Un pop star uruguayo e introvertido suena como una proposición llamativa.

-No sé si lo vivo como una contradicción, pero sí como algo curioso. Yo siento que soy la persona que en la fiesta está en la esquina poniendo las canciones en Spotify o mirando a la gente, porque yo la paso bomba cuando veo que la gente la pasa bomba. Por eso también siento que mi show en vivo es súper entretenido, porque siento que no lo estoy haciendo para mí.

-¿Fue difícil largarte a hacer música y tocar siendo una persona tímida?

-Lo primero que hice musicalmente fue una canción que escribí para otra persona. Ahí arranqué a hacer contactos y juntarme con productores. En mis comienzos iba a hacer algo completamente distinto porque me aconsejaban que tenía que bajar la imágen, que tenía que ir más para otro lado, llevarlo para un lado más Ed Sheeran, me decían: ¿Por qué no aprendés a tocar la guitarra? ¿Por qué este clip no lo grabás en la playa?’ Todo como para ese lado muy….

-Bro

-Claro, re bro (risas). Y lo que yo quería hacer era romper eso: ser yo y hacer el tipo de videos y el tipo de música que la gente no queria que hiciera. Porque otra cosa que a mí me encanta es enojar y confundir a las personas. La gente me ve: no soy hegemónico, soy medio gordo, me gusta bailar, mido 1.60, ¿y voy a cantar que soy la persona más flaca y alta del cuarto? Sí, lo voy a hacer. No me interesaba estar en ese mundo de tener que cantar la balada de “Yo soy cómo soy”. Que me copa la balada esa, pero no es lo que yo quiero hacer. Es que además, estar haciendo música acá, tener que bancar todo lo que significa eso, económica y mentalmente, si no estoy viviendo en un grado de negación constante y megalomanía, no puedo aguantar.

-Bueno, eso es algo que es un poco la misma cultura queer: basarse en el artificio para crear algo auténtico.

-En un punto muy profundo de la pandemia, y en un momento muy escéptico, empecé a cuestionarme todo, y pensar que me daba hasta vergüenza hacer música. O sea, qué cringe que estoy escribiendo palabras que riman con sonidos de fondo. Toqué en vivo y se me pasó. Fue importante porque es mucho más divertido ver una persona que la está pasando bien y que te está proyectando una energía positiva a alguien que está mirando para abajo. Que es algo muy yo también. El resto de la semana, si me cruzás en la calle, voy a fingir algo, cualquier cosa, porque me da ansiedad.

Eros White en vivo, en
Eros White en vivo, en un recital realizado el año pasado.

-Es interesante que digas esto de la performance, porque justamente en Uruguay se suele valorar más la idea de “autenticidad” en los músicos. Entonces, ¿cómo fue darte de bruces contra el universo del bar de rock y el universo mismo de la música uruguaya, que suele ser bastante conservadora?

-Esa fue una de las cosas en las cuales estuve más enfático: mi visión es esta y no la voy a cambiar. Cuando comencé tocar en vivo y me cruzaba con esas cosas, ya tenía más confianza que cuando recién empecé a hacer música y estaba cuestionando constantemente si tenía que hacerme Youtuber o no. Lo que yo creo es que, de repente, la gente me ve en redes y piensa eso mismo de la autenticidad porque me presento a mí mismo como un popstar. Yo lo digo, y soy el creador del producto. ¡Pero soy yo! Y la gente que me conoce sabe que soy yo y que soy exactamente igual. Solamente me gusta jugar a que soy el malvado que está detrás sosteniendo los hilos. Siento que cuando me ven en vivo lo entienden, que soy yo, que es la visión que tengo y que es algo que está pensado, que no es falso. Falso sería que yo estuviera cantando una balada romántica, tirándole una rosa al público.

-Hablame de esas dificultades iniciales.

-Cuando arranqué a tocar, obviamente fue en lugares bailables. La primera experiencia fue realmente horrible. Horrible nivel me hicieron bajar porque la gente no me estaba prestando atención. Había problemas de sonido, entre muchas otras cosas, y se me acercaron en plan: ¿podés ir cortando el set?

-¿Te lo tomaste bien?

-No, en realidad hice todo un escándalo (risas) pero no importa… En el segundo show, ya fui con otra mentalidad: Ok, la gente que está acá no quiere verme a mí, no vino por esto. Yo no voy a modificar las canciones para que les guste, yo no voy a hacer que suenen como otra cosa, pero sí voy a buscar la forma que treinta segundos después que arranque ya estén mirando y sean parte del show. En el medio de una fiesta nadie quiere que alguien se ponga a tocar, a nadie le gusta. Pero no fue necesario ni decirlo. Como que la gente sabía que yo sabía lo que estaban pensando. Al mismo tiempo siento que, con lo que hago, busco romper y hacer algo distinto, que a veces es tanto que ya ni lo notan. Si yo de repente salía a tocar con una banda, y me ponía a cantar con una jirafa y listo, ahí sí podía haber un poco más de tensión. Pero como estoy en un viaje tan distinto, con cuatro bailarines, luces, y vestido con una campera de cuero gigante, están tan confundidos que no están pensando en las otras cosas.

-Tu propuesta en cualquier otro lado que no sea Uruguay sería fácilmente asimilable, hasta muy comercial. A nadie le escandalizaba un show de una persona cantando con bailarines detrás. Sin embargo, aunque Dani Umpi haya hecho algo parecido en el 2005, y aunque haya una escena de techno pop queer amplia, sigue siendo visto como una rareza, casi como de nicho. ¿A qué pensas que se debe eso? ¿Qué factor de la idiosincracia uruguaya hace que esta escena sea vista de forma peyorativa?

-Es una pregunta que me hago mucho, porque pasa que de repente me descubre alguien de Argentina o de más lejos, y no entienden como no estoy tocando en festivales. Y no sé si tomarlo como algo bueno o si me tengo que enojar por el estado de la industria acá. Sí siento, y capaz esto es una opinión un poco controversial, que hay una sensación muy uruguaya, o quizás incluso de Sudamérica, de sentirse inferior al resto. En nuestro caso es todavía peor, porque estamos entre dos gigantes: uno que todo el tiempo nos está diciendo que somos parte de ellos, Argentina, y otro que directamente nos ignora, Brasil. Entonces, somos el hermano del medio ignorado, y lo que tiene el pop, al menos el que hago yo, es que está constantemente peleando contra eso, porque yo siempre estoy diciendo que soy lo mejor. Y hay gente a la cual esto no le parece -aunque odio esta palabra- “empoderador”, porque cómo voy a ser feliz, cómo voy a estar bien, si estoy acá. Una vez intenté hacer un stream hablando de esto, y me enojé tanto que cambié el tema. Siento que tiene que ver mucho con esto, y también tiene que ver con el hecho que es realmente difícil remarla acá, porque las personas que están en las productoras, o en las radios, o en los medios, están muy en otra y no se dan cuenta que a veces tienen que prestar atención a lo que quiere la gente y no lo que te gusta a vos. Por suerte siento que el hip hop los está obligando a mirar hacia escenas que siempre habían ninguneado, porque al hip hop lo intentaron ignorar hasta que se dieron cuenta que tenía un arrastre muy fuerte. Ahora están todos viviendo del hip hop y el trap, pero hasta hace dos años los medios y quienes toman las decisiones hacían como que era algo que no existía.

-Pero la escena pop no ha cobrado todavía la misma relevancia en Uruguay.

-La mayoría de las personas que hacen pop, o que lo han intentado, terminan yéndose del país. El razonamiento es “En Uruguay no se puede”. O piensan que tienen que irse a Argentina y triunfar ahí para que ser reconocidos localmente.

-Vos no has sido completamente ignorado. Has ganado premios.

-Cuando gané el Graffiti fue realmente cuando deje de sentirme el primito que le daban el joystick sin conectar para que piense que está jugando. Ahí me dieron uno que andaba medio mal y me dijeron: “Ok, hacelo acá donde yo te pueda mirar”. Como que te van dando permisos para entrar en lugares. Y yo, lo que tengo, y que siento que por suerte también es lo que está teniendo la escena nueva pop acá, es la insistencia y las ganas de no darme por vencido. De decir: “¡No, nos van a escuchar! No va más eso que se tenga que resetear la escena local y se tenga que morir todo para que tenga que salir algo nuevo”.

-Puede ser también que ese grado de ningunear al pop que tiene el uruguayo viene por un grado de homofobia.

-Si, viene por muchas cosas, y realmente tiene que ver con eso. Porque (poniendo voz grave) el pop es para las nenas. Y eso no es así. Yo, por ejemplo, me crié con un padre que escuchaba Erasure a todo volumen. ¡Ya está! ¡Mito cancelado! Acá muchas veces nos intentamos convencer de que estamos más allá de todas esas cosas, hablando de la homofobia, racismo, etc., pero eso no es así. Están solamente muy bien escondidas.

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