Su nombre es Francisco Machado Toro y es un médico cirujano de 27 años que vive en Caracas, Venezuela. En su día a día se pone la bata blanca característica de su gremio, pero en ocasiones especiales cambia este atuendo por los zapatos altos, el maquillaje y la pedrería. Gracias a esta metamorfosis se ha ganado el sobrenombre de “La Dragtora” o “El Dragtor”, y su historia se ha popularizado en redes sociales.
Es en Twitter donde Francisco —o simplemente “Fran”, como le gusta que le llamen— dio a conocer su historia y se volvió viral. El tuit, que actualmente cuenta con más de 76,000 “me gusta”, le sirvió como una plataforma para dar a conocer que también en un mundo que puede ser percibido como ”frío” o “serio”, como es el caso de la medicina, puede haber libertad de expresión y divertimento.
“Ese tuit lo redacté con el objetivo de inspirar a otros a aceptarnos como somos y vivir sin discriminación. También pensé que podía inspirar a alguien si contaba que, en un mundo con tanto estigma como lo es el de la medicina, es posible hacer drag sin dejar mi profesión. Para mi sorpresa, el tuit traspasó fronteras y coincidí con médicos alrededor del mundo que también hacen drag y justamente no lo cuentan por miedo al prejuicio. ¡Ahora estamos creando una comunidad de Dragtores!”, expresa en una charla a distancia con Infobae.
El orgullo de mostrarse tal cual es
Francisco ha sabido conjugar su personaje drag con su interés por los temas sociales. Como médico es Coordinador de Proyectos de la ONG País Plural y Coordinador del Programa de Formación en Liderazgo Plural e Inclusivo PRISMA, y próximamente iniciará su servicio médico rural. En lugar de presentarse en bares o discotecas, ha elegido presentarse en drag en los eventos de las organizaciones civiles en las que participa.
Pero el camino no le fue tan sencillo. Primero tuvo que lidiar con un proceso de autoaceptación debido a que vive con vitiligo, una enfermedad que ocasiona la pérdida de pigmento en diversas zonas de la piel. “Hace un par de años fui diagnosticado con este trastorno, el cual era notorio para el resto de las personas. Esto me hizo sentir inseguro, desanimado. Me provocó baja autoestima y desde la intimidad me hacía cuestionarme estar con alguien más”, cuenta.
Pero lo que en un principio fue desvalorización y vergüenza, se convirtió en empoderamiento y orgullo desde su personaje: Vitiliga. Ella, su alter ego drag, le hizo darse cuenta de que el ser diferente no era un defecto, sino una cualidad. “Desde el drag pude reflexionar y entender que comparto esta enfermedad con apenas el 1% de la población. Este arte escénico me hizo ver lo especial que podía ser, y que tener una pigmentación diferente no es una limitante en mi vida, sino una fortaleza que me hacía diferente. Y así nació Vitiliga, mi personaje drag”, expresa con orgullo.
Abriendo caminos para personas LGBT+ en el mundo de la medicina
El haber aceptado con orgullo la condición con la que vive lo animó a abrir brecha en lugares donde el drag no es algo común, como entre sus colegas médicos. Pero a decir de Francisco, ha valido la pena.
“En un principio era controversial para mí el hecho de asumir qué es lo que podían pensar los doctores que me daban clases, los residentes con los cuales compartía y el resto de mis compañeros estudiantes, por los estereotipos que se han ido creando a la imagen de cómo debería ser un médico. Pero poco a poco les fui contando y abriéndome con ellos y me sorprendió el interés que este tema podría generar”, cuenta emocionado.
Ahora no solo ha abierto camino para sí mismo, sino para todas las personas de su gremio que quieran romper estereotipos. Francisco es la prueba viviente de que ponerse una peluca o maquillaje no te hace menos profesional.
“Ha sido increíble poder inspirar a otros futuros galenos e incluso escuchar colegas decirme ‘me encantaría montarme en drag‘”. Es totalmente satisfactorio y motivador para seguir haciendo lo que amo, sin dejar de darle la mejor atención posible a las personas que acuden a mi cuidado de su salud. Ahora puedo decir con orgullo: ‘Soy doctor y hago drag, y me conocen como el Dragtor’”.
El avance de la cultura drag en un país hostil hacia la diversidad
Francisco es un hombre gay cisgénero, por lo tanto es parte de la letra G del acrónimo LGBT+. Pero también es parte de la T, debido a que la palabra “trans” es un término paraguas que engloba a las personas transgénero, transexuales y travestis. En su actividad como transformista, aún cuando lo hace como parte de su expresión y escénica y artística, comparte algunas discriminaciones con el resto del colectivo.
En Venezuela, por ejemplo, no existen una ley que proteja al matrimonio civil igualitario, y el chavisma, en sus más de 20 años, le ha dado la espalda a cualquier tipo de legislación para proteger o ampliar los derechos de las personas LGBT+. Interesado por las causas sociales, Francisco espera que pronto se den las condiciones sociales y legales para que se reconozcan no solo los matrimonios igualitarios, sino otras garantías para los LGBT+, como lo es el cambio de identidad legal de las personas trans.
También reconoce que a nivel social, pese al desinterés desde el Estado por las personas LGBT+, las cosas están empezando a cambiar para bien. Antes, por ejemplo, la escena drag no tenía tanta visibilidad. Hoy incluso existen eventos oficiales -promovidos por la Embajada de la Unión Europea en Venezuela- que incluyen talento y shows de drags.
“En Venezuela la puesta en escena drag había sido poco explorada. Muy pocos sitios tenían estos espectáculos; actualmente la realidad ha ido cambiando progresivamente, cada vez se conquistan más espacios con este tipo de shows, por lo que ha sido más aceptado socialmente. Quizá no es algo tan popular como en otros países, como Estados Unidos o en Europa, pero poco a poco las presentaciones drags se roban el corazón y el ánimo de todos los venezolanos, desde las empresas privadas para promover marcas hasta entretenimiento en bares y discotecas. Todos quieren un poquito de drag en sus vidas”, asegura.
Vitiliga y el “dragtivismo”
Si bien Vitiliga, —o simplemente Viti, como la llaman cariñosamente quienes la siguen— no se presenta en espacios como discotecas, Fran ha preferido llevarla hacia el ámbito de lo social. Ahí a podido conjugar un pasatiempo que lo empodera con su interés por las causas colectivas.
“El drag es un hobby que me hace feliz y me permite explotar el lado artístico que Francisco no puede incursionar en el día a día, como el baile, la comedia, la animación. Viti se presenta en los shows drags que promovemos desde la ONG País Plural, a la cual, orgullosamente pertenezco. Esa es su tarima principal. Siempre decimos que hacemos “dragtivismo”, para enseñar desde el drag, desde el entretenimiento”.
Hoy Francisco, Vitiliga o La Dragtora, tres personas en una misma piel, siguen utilizando el maquillaje, los tacones, la peluca y los vestuarios para cambiar ideas preconcebidas.
“Mi vocación es el servicio de la salud de las personas y mi pasión son los derechos humanos. El drag es una vía de escape del día a día, un espacio para permitirme ser feliz y explorar todo lo que Francisco tiene para dar dentro del mundo artístico. Quedaría satisfecho con tal de que quien vea mi historia, se sienta inspiradx y quiera atreverse a hacer algo diferente para generar un cambio positivo en la sociedad en que vivimos”, finaliza Francisco.
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