“Toda mi vida, mucho tiempo, la he pasado con hombres homosexuales —Montgomery Clift, Jimmy Dean, Rock Hudson— que son mis colegas, compañeros en el trabajo, confidentes y los más cercanos amigos. ¡Para mí no era importante con quién se acostaban! Eran simplemente las personas a las que yo amaba”. Este fue el discurso que Elizabeth Taylor, la superestrella de Hollywood, pronunció el año 2000 en el marco de los Glaad Media Awards, los premios otorgados por la principal organización defensora de las personas LGBT+ en los Estados Unidos. Con esas sinceras y contundentes palabras, Elizabeth, amiga entrañable de Montgomery Clift acabó de una vez por todas con el misterio que durante décadas —y mucho después de su trágico fallecimiento— pervivió acerca de la orientación sexual del actor.
Tuvieron que pasar 34 años luego de su muerte trágica marcada por el alcoholismo y las adicciones, para que de manera pública —y no a través de rumores o en voz baja— se pudiera hablar de la homosexualidad de uno de los galanes más aclamados de la industria cinematográfica. En el seno de una familia privilegiada, Clift creció bajo la presión de la expectativa. Su madre, Ethel Fogg, lo embarcó varias veces junto a sus hermanos en recorridos por distintos países de Europa para empaparse de las bellas artes.
A los 13 años, gracias a su formación temprana y a las conexiones de su familia, debutó en Broadway. Pero más allá de la ayuda providencial recibida, dos rasgos particulares serían los que lo consagrarían más adelante como una estrella de Hollywood en películas como “Un lugar en el sol”, “La heredera” y “De aquí a la eternidad”. Un rostro inusualmente bello y una forma de apropiarse de los personajes que le hicieron el creador de un nuevo arquetipo de galán de Hollywood: uno más sensible, casi introvertido, en contacto con sus emociones. Él y Marlon Brando —su rival en la persecución de papeles protagónicos, aunque no en la vida cotidiana— serían llamados “Los Gemelos de Oro”, no solo por su privilegiado aspecto físico, sino por su meteórico ascenso a la cúpula de Hollywood. Fama, riqueza, belleza. Parecía que nada en la vida de Montgomery podía salir mal. Hasta que llegó el accidente que lo cambió todo.
Un accidente de auto que modificó su rostro (y su vida) para siempre
La noche del 12 de mayo de 1956, Elizabeth Taylor, su amiga entrañable y coprotagonista de varias de sus cintas, ofrecía una fiesta en su casa. Diferentes versiones se contradicen en si Clift bebió alcohol, en si apenas rozó una copa o no bebió absolutamente nada. Había estado ensimismado durante toda la velada, a la que solo había asistido por la insistencia de su amiga Elizabeth. Apenas habían conducido unos metros en compañía de su amigo y actor Kevin McCarthy —cada uno en su auto— cuando éste último le perdió la pista en el espejo retrovisor. De repente, una explosión: el auto de Clift se había impactado contra un poste de teléfono.
Mientras su amigo Kevin lo rescataba de entre un auto convertido en un acordeón de metal y cristales rotos, Elizabeth Taylor acudió al lugar del accidente y ella misma, con los dedos desnudos, retiró los dientes de Clift que se habían desprendido y se le habían introducido hasta la garganta debido al impacto. Taylor no solo le salvó la vida con este acto heroico, sino también la dignidad. Se enfrentó a la horda de fotógrafos que ya se daban cita para cubrir el accidente y los amenazó para que no se atrevieran a hacer de la tragedia un espectáculo. Gracias a su intervención ninguno de ellos filtró ninguna fotografía del sombrío suceso.
“Es a partir de ese accidente que su vida se transforma por completo, no solo su rostro, que tuvo que ser reconstruido. Fue un accidente trágico sin duda, pero a partir de él ‘Monty’ pierde también la máscara de galán, que era una cárcel y un cliché. A partir de esa tragedia Clift comienza un viaje por encontrar su verdadero potencial, descubriéndose un gran actor y un gran creador más allá de su belleza física”, explica el dramaturgo español Alberto Conejero, quien se encuentra en México para ofrecer un montaje teatral de su texto ¿Cómo puedo no ser Montgomery Clift?, que se presenta este viernes 26 de mayo en el Centro Cultural de España en México.
Una estrella que vivió en carne propia la homofobia interiorizada
En una charla con Infobabe, Conejero, de amplia trayectoria en los teatros españoles, nos cuenta qué podemos encontrar en este texto que no encontremos en otros materiales dedicados al artista. “Mi intención nunca ha sido hacer un biodrama; busco retratar la figura de Montgomery Clift más allá de la púrpura y el brillo. Es una obra que a pesar de tratarse de una superestrella de Hollywood, interpela directamente al espectador. Es un texto esencialista y existencialista, va hacia su centro. Es por eso que nos habla a todos. Porque en el centro nos parecemos mucho los unos a los otros”.
A pesar de haber sido una superestrella y de haber vivido en la mitad del siglo pasado, a decir de Alberto Conejero, es gracias a ese tono existencialista que las personas LGBT+ del siglo XXI nos podemos identificar y aún más: repensar nuestra posición actual. “Montgomery Clift, a pesar de todo su privilegio, nunca pudo hablar abiertamente de su homosexualidad. Vivía tres tiranías, la de la belleza, la de la industria que lo obligaba a callar quién era, y la de la homofobia interiorizada. Esta última es la que a veces nos convierte en nuestro peor enemigo. Además nos obliga a reflexionar sobre los derechos que gozamos hoy, para no darlos por sentado. Los derechos son frágiles: se conquistan, pero también se defienden día con día”, puntualiza.
Un texto y un montaje que puede disfrutar la comunidad LGBT+, pero que es universal
El carácter existencialista del texto es lo que hace que funcione y pueda captar a diferentes audiciencias. En esto coincide también el actor Horacio Colomé, quien da vida a Montgomery Clift en el montaje del texto de Conejero. “Es un texto que le habla a todas las personas que han estado oprimidas, tanto socialmente como por ellas mismas. Se le puede dar una lectura LGBT+, pero también una lectura feminista, una lectura desde cualquier minoría. Es un texto que inspira a luchar por la libertad” explica.
Horacio Colomé menciona que ha disfrutado este personaje porque ha sido el mayor reto de su carrera. “Es un personaje que interpreto con absoluto respeto. Es una superestrella de Hollywood, es un personaje marcado por una homosexualidad que no puede nombrar y está en una búsqueda personal. Está también marcado por el alcoholismo y por las adicciones. Y está además condicionado por la belleza, que es algo que vivimos mucho en el gremio actoral; nos confronta y nos obliga a pensar que la belleza es efímera”, remata.
“Cómo puedo no ser Montgomery Clift”, de Alberto Conejero, se interpretará este viernes 27 de mayo a las 19 horas en el Centro Cultural de España México, ubicado en República de Guatemala 18, en el Centro Histórico de la Ciudad de México
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