“Yendo no, llegando”, reza uno de los temas-memes más populares en el último tiempo. Así suena exactamente Richard Villegas al escucharlo hablar. Faltan días para su cumpleaños y la conversación transcurre un día antes de sus vacaciones, donde viajará a Zipolite, la única playa nudista de México.
Menciona a Rocío Durcal y María Daniela (de María Daniela y su sonido láser) y si el tiempo y la consigna así lo dictaran, podría armar un mapa conceptual de íconos kitsch sin que se le empañen las gafas. Habla rápido y en cada momento va dejando frases como sentencias (“El indie es bonito pero no paga las rentas”), con un spanglish casi obligatorio (nacido en New York, de padre colombiano y madre puertorriqueña, criado en República Dominicana).
Es gracioso, carismático, predispuesto (cuando se lo contactó para este encuentro preguntó “qué nos gustaría que prepare”) y tan amigable que al promediar la entrevista podría ser un vecino o un amigo de viaje. “Pregunta, métete al chisme”, dice.
Quizás porque entiende los pormenores de la industria es que sabe de lo efímero del hype. “Yo sé que lo que tengo para decir no va a ser interesante para otro por siempre”. SONGMESS, el podcast sobre música indie que lleva adelante hace 6 años, demuestra con creces que un tema de una banda dominicana de electropop con menos de 100 oyentes mensuales puede ser igual de interesante que ese hit que está sonando hasta en la clase de spinning en el gimnasio. Y sobre todo que historia y trabajo son la verdadera fórmula ganadora.
-Contanos sobre vos.
Soy periodista musical, hago esto for a living. Es muy difícil vivir del indie. La gente está más interesada en la nueva línea de zapatos de Bad Bunny o en el beef de J Balvin, entonces es un poco complicado sugerirle a la gente nuevas propuestas de interés que me parece deberían conocer. Hay gente que está trabajando muy duro y proponiendo. Escribo para medios como Rolling Stone, Remezcla, Bandcamp y algunos otros y soy el anfitrión y productor de SONGMESS, un podcast de música independiente de Iberoamérica.
-¿Cuándo empezaste con el proyecto?
Me clavé en esta escena hace unos 10 años. Estaba viviendo en New York, recién regresaba de Chile. En esa época (2010-2011) la escena chilena estaba metiéndole fuerte, de ahí salieron Gepe, Javiera Mena, Álex Andwandter, Dënver, etc.
Luego de dos años viviendo allí, Richard volvió a Estados Unidos. Extrañaba. Puso estos discos. El talento de los artistas y la nostalgia se encargaron del resto. “Cómo dejé perder algo así”; se lamentó. El disco de Dënver “Música, gramática, gimnasia” funcionó como una bisagra a su pronta epifanía indie. Es que allí mismo se abrió un portal donde la música en español empezó a ganar cada vez más terreno (actualmente no escucha música en inglés, excepto joyas obligadas, como “Chromatica”, el último disco mainstream que recuerda haber gastado).
En 2013 se fue a México al Festival NRMAL, que menciona como el festival referente del indie en Latinoamérica. Engloba no sólo nombres latinos, sino también europeos y norteamericanos, pero con propuestas extrañas, vanguardistas y bien curados. La pasión por la música y las ganas de saberlo todo hicieron que empiece a girar. En el 2016 nace entonces SONGMESS con su amiga Beverly Ryan, un tándem que duraría hasta el 2018, cuando Richard acaba de apropiárselo, si bien cada tanto ella vuelve a hostear.
-¿Cómo armás las entrevistas?
-En general llegamos con un six pack, hacemos el set up, les hablo, y ya se sienten más cómodos. Muchas veces me ha pasado que el invitado entra en su media training y les pido que se relajen, la idea es que sea algo más humano, más divertido. Que nos riamos, que puedas decir malas palabras o tiraderas. En mi cabeza SONGMESS es el chisme que no puedo escribir en los otros medios. Mi objetivo es tratar de revelar un poco quiénes son quienes están detrás de la música, detrás del personaje.
-Escuchás poca música en inglés
-Sí, tiene que salir algún disco de un artista que me emocione especialmente para que me interese, como Lady Gaga o Beyoncé. Pero mi área de especialidad es la música latinoamericana después de todo. Trabajo con eso. Y la indie, que hay mucha. En estos días me enojé porque la gente no paraba de pedirme opinión sobre el nuevo disco de Bad Bunny y la verdad que eso no está ni en mi top 20 de cosas que tengo que escuchar. Sí escuché la canción que hizo con Buscabulla, porque los sigo (y los entrevistó en uno de los últimos episodios) y es la mejor del disco. Incluso aquí en México hay gente que no escucha música en español. Por eso mismo detesto cuando a fin de año salen esas listas de “Los 50 mejores discos de música” y “Los 50 mejores discos de música latina”, y en Latinoamérica que hacemos, ¿Artesanías?
-Hablaste de Bad Bunny. ¿Qué reflexión te merece la hegemonía de la música urbana latina?
-Lo latino se transformó en una herramienta de marketing. Me parece que hay una distinción importantísima para hacer entre los latinos de USA y la diáspora y los latinos de Latinoamérica. La diáspora tiene un romanticismo muy fuerte hacia estas identidades (“yo lo llevo adentro de mí entonces soy”), no se lo voy a negar a nadie, pero al mismo tiempo hay experiencias muy distintas, porque aunque seas pobre y en situación precaria en Europa y Estados Unidos, pues todavía estás ganando en dólares y euros, hay pasaportes que te permiten viajar a otros lugares. No voy a decir que no hay racismo, que no hay falta de visibilidad, pero es muy distinto. Yo me crié en República Dominicana, donde 12, 14 horas al día no había electricidad. Aún hoy, en 2022, por ejemplo, a mis papás les llega agua solamente los lunes. Entonces el latino como etiqueta depende mucho de estereotipos, cuando alguien dice “el sonido latino” están hablando de algo caribeño, de algo tropical, cumbia, salsa, merengue.
A veces hablo con artistas latinoamericanos que me dicen “estoy buscando un sonido más latino” y no lo puedo creer. En Estados Unidos no dudan en hablar de latino, latine, latinx, cualquiera sea el término del momento. Pero en Latinoamérica no se usa esa palabra, en Latinoamérica somos latinoamericanos. Se quiere vender plumas y campanas, ideas de tradición. Un productor de ambient haciendo música en Perú, en Chile, en Bolivia, en Argentina, es música latina.
-Como Edgar Mondragón.
-Sí, un gran amigo, estaba pensando en él.
-¿Te gustaría sugerir algunos artistas para alguien que quiera escuchar algo distinto o simplemente tus preferidos personales?
-Estoy terminando una serie de 50 episodios para SONGMESS sobre música de República Dominicana y para mí son el futuro. Así que Solo Fernández, Leton Pé. Ambos son artistas que están haciendo la tarea. Enyel C, un rapero de Puerto Rico que es una gran promesa. Y para pensar en Argentina me gusta mucho Torneo de Verano, Juana Molina, por siempre Juana Molina. Defensa, Chocolate Remix, Diosque, El Mató. En México Manitas Nerviosas o en Dominicana a las Mula. Mula siento que forman parte de una linaje de mujeres lesbianas que hacen unos proyectos que te parten la cabeza. Primero estuvo Xiomara Fortuna, Rita Indiana, y ahora son las Mula. Sus percusiones o sonidos no los vas a encontrar en otro lado. En México no hay muchos argentinos haciendo música, pero siempre que vienen les va bien.
-¿Y cómo ves la movida nocturna mexicana?
-Por mis años en NY tengo mucho pedigrí de nightlife. Mis amigas estuvieron en RPDR. Mis amigas ganaron el certamen. Eso me da un contraste muy fuerte con todo el resto de las movidas nocturnas. Vivo en La Roma, un clásico hipster de esta ciudad, y al lado está la Zona Rosa. Camino 5 minutos y ya estoy llegando a los bares gays. Y si bien la movida es fuerte, también es bastante homogénea. Desde que entras hasta que sales se escucha puro reggaeton. En una noche puede sonar tres veces Yo perreo sola. No tengo problemas, pero dame variedad, algo de pop, electrónica, algo camp. Hay colectivos experimentales como Tayhana siendo parte de NAAFI que puede ser más grime. Pero digamos, esta es la ciudad más grande del continente, acá la experiencia que vengas a buscar la vas a encontrar. En mi caso particular, la música no la descubro por ningún algoritmo, la veo en conciertos, así la conozco. Pero si no, no me convoca demasiado. Por lo general cuando voy a un antro voy en cacería, entonces prefiero tener un diálogo claro. Tengo el bar de osos a la vuelta de mi casa y es donde más me gusta, pasan la música que me gusta, cada tanto se sube alguna draga y tal.
Inclusivo... pero criterioso
“Mi trinchera no es de género, mi trinchera es de alcance”, Richard sigue tirando textuales. Lo importante de SONGMESS no es cubrir a aquellos talentos que den clicks o que ayuden al tráfico de un sitio. Lo importante es que del otro lado haya una historia que contar, una escena, o algo que explorar. Por eso no busca sólo a artistas que le gusten. Muchas veces los que menos expectativas uno le pone son los que acaban dando las mejores entrevistas. Justamente esa prioridad por el invitado y lo genuino de su interés por fuera de los charts es que los artistas acaban rankeando muy alto su charla en el podcast.
“El Corona Capital, uno de los festivales más importantes de México, no bookea artistas locales. Este año estuvieron Ela Minus y Pabllo Vittar, pero hablemos claro: porque ya tienen éxito en Estados Unidos. Las ven como figuras gringas, por eso ahora las aceptan. Vittar grabó con Rina Sawayama y Charli XCX. Y Ela Minus tiene un show en la BBC”, dispara.
Para Richard no hay figura retórica válida cuando de música latinoamericana se trata. Somos lo que somos y por eso es importante. No es necesario comparar a Javiera Mena con Lady Gaga o Gloria Trevi con Madonna. “Son piropos que no son piropos”. Y si bien SONGMESS no es un podcast dedicado exclusivamente al colectivo LGBT+, por sus más de 350 episodios han pasado grandes representantes. Eso, sumado a su propia conducción lo llevan a representar una suerte de oasis queer, en lo que al género de programas especializados se refiere. Además de las participaciones eventuales, el año pasado sumó un especial de 10 episodios dedicados al Pride, serie que le despertó cierto conflicto personal.
-¿Cómo fue ese proceso?
-Me di cuenta que quería hacer algo especial. Pero la verdad es que, mira beba, yo soy muy homosexual (muestra su remera hermosa y brillante de Cher), y la verdad que es algo que se aborda todo el año. Cuando la gente habla de normalizar ciertas cuestiones, no se trata de darle un día, es hablar todos los días. Es hacerlo parte de. Y por momentos sentí que estaba como disculpándome con mis invitados, no quería que piensen que los estaba llamando para llenar una cuota. Son artistas que necesitan comer y trabajar todo el año. Por eso dupliqué las entrevistas que tenía planeadas porque quería que fuese una bomba. Y le atiné a nombres grandes, para que fuese un statement y no un simple contenido. Pero por lo general en mis episodios hay una persona LGBT+. Para mí eso es lo normal. y creo que eso hay que resaltarlo siempre, porque nomás son artistas, nomás quieren cantar. Por eso muchas veces, relacionado con la identidad, siento rechazo hacia la música muy panfletaria, porque estamos haciendo música, ¿Dónde está la poesía? Estoy seguro de que hay algo más para contar, más allá de cómo te percibas con una letra. A veces me llegan en una semana 10 reggaetones feministas y da la sensación de que estamos haciendo eco por colgarnos a un movimiento o para decirnos algo que ya se dijo mil veces. Yo prefiero que un artista me hable honestamente, eso es lo que me interesa. Aunque la gente crea que no, en SONGMESS sí hay criterio. No por pertenecer al colectivo vas a entrar, hay una curaduría.
-No se trata solo de hacer foco en lo reivindicativo.
-Está esta idea de que “es latino, hay que celebrarlo”. Lo mismo pasa con las personas trans, y me parece una falta de respeto. A Arca, si solamente la vamos a celebrar porque es trans, es una falta de respeto a los años de trabajo, de vivencias, de colaboraciones, de trabajar con FKA Twigs, con Kanye West, con Björk, con ella misma, con fucking Rosalía, pero solamente vamos a hacer yass queen, es trans! No, ella ha trabajo muy duro. Ella merece celebración y crítica también, como todo artista. Retomo lo que estábamos hablando sobre identidades como herramientas de marketing, creo que no tengo una respuesta concreta, pero tenemos que cuestionarnos estos temas, los que hacemos este trabajo. Porque sí, yo entrevisté a gente trans, travesti, bisexuales, queer, no binaries, tratamos de abordar todas las perspectivas de género y la mayor cantidad de voces posibles. Pero de nuevo, hablamos de espacios seguros y yo no me siento seguro en un espacio seguro, porque muchas veces está ligado a esta virtud de que somos pulcros y santas. Esa idea de que porque venimos de una comunidad marginalizada somos mejores que, somos infalibles, no se nos cuestiona. Siento que ahora está ocurriendo una especie de empujón dentro de la propia comunidad y me alegra. Si las nuevas generaciones no están de acuerdo con algo, tienen derecho a hacer preguntas. Las preguntas solamente nos van a fortalecer.
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